Capitulo 15

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Beelz había matado en el pasado y condenado a morir a más de los que recordaba. Pero es difícil matar a alguien cuando éste trae en la mano tu comida favorita y se queda despierto toda la noche acariciándote el cabello y colocando sus labios en tu mejilla y frente. ¿Qué otra cosa podría hacer Gabriel? Encontró al príncipe pálido, sollozante y con el terror reflejado en los ojos, bromeó un rato pero ni siquiera eso lo despertó del silencio. Algo estaba mal y aunque preguntó no obtuvo respuesta. Beelz por su parte esperó para que llegando el momento sus manos abrieran el relicario; dejó que el arcángel hablara tratando de calmarlo, decía algo sobre la anunciación y lo divertido que sería que ambos fueran a algún museo en vista de que en el cielo no había muchos artistas, no tenía sentido y balbuceaba de vez en cuando, especialmente cuando sugirió que lo de la lectura era increíble y que el príncipe podía leerle cuando quisiera. También lo dejó insinuar que sus mejillas estaban más rellenas que el día que ambos fueron expulsados; fue entonces cuando el arcángel comprendió que algo estaba muy mal, luego de que Beelz terminara de comer sin saborear, ambos se fueron a la cama. Era diferente esta vez. Gabriel le recorría el cabello quitando de vez en cuando alguna basura y peinando con sus dedos, el toque era tan firme pero suave que Beelz pensó que estaba tocando un instrumento ¿Gabriel tocaría el arpa alguna vez? No lo recordaba y de haberlo hecho lo habría hundido en lo profundo de su pecho. 

Beelz presionó por encima de la ropa el relicario, yacía de espaldas a Gabriel así que dejó que su semblante se tornara adolorido mientras pensaba en cualquier otra cosa que no fuera el fuego de infierno; lo logró unos minutos, cuando a su mente vinieron las historias que había leído en los libros, cuando pensó en la planificación de la boda donde aún nadie los había invitado y por unos instantes concilió el sueño. Cuando despertó su pecho se contrajo, pero no por el fuego ni la sentencia de muerte, sino por la voz que le cantaba en una lengua ya olvidada y por los brazos que le rodeaban la cintura; se sintió enfermo, tanto como aquel día donde el alcohol estaba por cada fibra de su cuerpo, solo que esa vez no pudo vomitar. Varias lágrimas empezaron a amenazar con salir pero las detuvo. 

-¿Estas dormido?- Beelz no respondió, su respiración pausada hicieron creer a Gabriel que así era. -¿Sabes? Ni siquiera sé cuanto tiempo hemos pasado aquí, solo sé que mientras lo pase contigo no es tan malo- Gabriel lo apretó más en su contra haciendo evidente las diferencias corporales de ambos. Beelz iba a luchar por liberarse cuando las alas de Gabriel prácticamente los rodearon; brillantes, blancas y hermosas, sintió horror al verlas pero sintió miedo cuando Gabriel sin dejar de abrazarlo le besó la mejilla y la frente -No me juzgues, Beelz; dijo enterrando el rostro en su cabello -¿No quisieras quedarte conmigo? Te prometo que estudiaré a los mortales aunque sean aburridos, quizá te lleve a comer de vez en cuando, y siempre podrías pelear conmigo... No es un trono ni una corona, ni un reino de las tinieblas... Pero te dejaría colgar todos los letreros que quieras y te dejaría ganar de vez en cuando aunque parece que ya ganas siempre.- Beelz apretó con más fuerza el collar haciendo que su mano empezara a ponerse roja del esfuerzo -Es ridículo- dijo Gabriel sin despegarse de ella "Solo ábrelo, Beelz, regresa al infierno" -Si dejo de lado el cielo y los planes para volver ¿Te quedarías conmigo? 

El collar vibró con fuerza en su mano, se dio cuenta de que no era el collar sino su propio corazón, tan extraño como todo en él y en su compañero; no humanos pero viviendo como unos. Una pelea interna se desató, de un lado su pensamiento aferrándose a las salas oscuras del infierno, por el otro sus emociones que palpitaban en el pecho como un animal salvaje a punto de ser liberados; ambas ideas peleando hasta que la mañana llegó y se liberó de los brazos de Gabriel y de sus alas. 

"Hazlo, es lo que un demonio haría" Y él era un demonio, un príncipe de hecho. 

"Él ni siquiera te ha besado, no hay nada que lo una" y aún así ella llevaba de vez en cuando su bufanda ¿Cuándo había llegado a su cuello, por cierto? 

Demasiado bueno para ser verdad (Beelz x Gabriel Good Omens)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora