Veinte Días

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Tessa

     La carta permanecía abierta sobre la mesa en la sala de reuniones de la base de Akant, el sello observaba a Tessa acusadoramente, como un ojo inyectado en sangre. A pesar de lo que una carta escrita a mano por el Rey Zer significaba, el miedo no era algo que ella se permitiera sentir, su tío Tozzen le había enseñado desde pequeña que el temor era el camino a la debilidad, solo la lealtad, fuerza y honor debían tener cabida en su mente. Los Gantt no temen, los Gantt no dudan, lo escuchó decir desde Atlantis, en un recuerdo de varios años atrás, cuando obtuvo el rango de capitana.

—Por la furia del Kraken, por la justicia del Leviatán —recitó, uniendo sus manos sobre la mesa y cerrando los ojos, sus guantes blancos contrastaban con el color café de su uniforme—, oro por las almas de los caídos, hombres y mujeres de gran honor y lealtad, suplico ante ustedes, Titanes de Akerontze, el que los guíen en su camino hacia el Gran Mar Eterno. En vida sirvieron fielmente hasta sus últimos momentos, permitan que su misión continúe más allá de la muerte. En nombre de Aker y de Rontze, en nombre del Rey Zer, en nombre de los Gantt de la isla Linz y en nombre de quién implora su perdón, Tessa Gantt.

     Al terminar su rezo, su mirada cayó nuevamente sobre el pedazo de papel que yacía delante de ella. Lo tomó con delicadeza y extendió con un movimiento rápido para darle una nueva lectura.

Desde el Palacio Real en Atlantis le envío mis condolencias, capitana Gantt.
La pérdida de vidas jóvenes y útiles siempre será motivo de tragedia para mí y mi reinado.
Los Titanes disfrutan de la sangre, mas aborrecen el desperdicio de ella y no hay
otra forma de ver esto más que como un desperdicio. ¡Nobles guerreros que defendieron sus
estandartes hasta el último momento! Puedo asegurarle que sus memorias no se perderán.
Sin embargo, algo que no puedo pasar por alto son las circunstancias bajo las cuáles este desagradable incidente tuvo lugar. Al recibir el rango de capitana aceptó una responsabilidad,
un deber. Al permitir a esos terroristas extranjeros hacernos ver frágiles y fáciles de superar ha
faltado a él. Dentro de veinte días se llevará a cabo una ceremonia en honor a los caídos, esa misma noche se decidirá su destino. Le agradeceré su asistencia y puntualidad.
Haga una plegaria en mi nombre.

        
          Atentamente, Zer Worshake, Rey del Reino Soberano de Akerontze.

     Dentro de veinte días su destino sería decidido. Tessa, aún en su eterna e imperturbable calma, reconocía el peligro que se abría paso frente a ella. Su incompetencia le costaría la vida, sin duda alguna y tal vez lo tenía merecido, el Rey hablaba con la verdad, había fallado, había perdido ante un forastero, era algo imperdonable. Cerró los ojos, respirando pausadamente, dejar que las emociones nublaran su juicio lanzaría sobre ella más problemas de los que ya poseía.

Aún me queda una carta pensó, los exiliados necesitan una capitana.

     «Los Exiliados», si el tío Tozzen pudiera escuchar sus pensamientos la retaría a un duelo a muerte ahí mismo. Incluso así, morir en el campo de batalla defendiendo los estandartes de su nación, aunque fuese desde las sombras, resultaba más atractivo que perecer ejecutada en una plaza de Atlantis o devorada por la princesa América.

—Qué maldición me ha lanzado ese cuervo —dijo, casi divirtiéndose—, pero… si los Draxler piensan que pueden jugar con Akerontze como juegan con Flegtanmont están equivocados.

     Con esa promesa en sus labios salió hacia el pasillo, en él la aguardaban cinco personas, tres hombres y dos mujeres, en perfecta posición militar, todos miraban hacia el frente, eran su escuadra personal, sus más leales seguidores.

La Rapsodia del QilinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora