El Verdadero Garlick Xander

23 7 0
                                    

Garlick Xander

Gartint había cumplido con su parte, el artefacto había sido accionado justo en el momento en que Ragnar se había dispuesto a atacar, conteniendo de esta manera la amenaza más grande en contra de la revolución. Garlick Xander, a diferencia de Dánik, sabía que la ceremonia no se convertiría en un baño de sangre, no si sabían donde atacar.

Su espada yacía encajada en la espalda de Kernan, la sangre manaba a chorros a lo largo del filo, durante noches enteras meditó ese momento, pensando que dudaría, que su pulso fallaría, que simplemente no tendría el estómago para matar al único hombre de la iglesia que él consideraba digno de respeto, mas en el instante en que entendió que la acción requirió ser tomada él se movió por instinto. Deslizó el sable hacia afuera, mientras Kernan se desplomaba, sabía que en una pelea mano a mano jamás podría ganarle a un Cardenal y eso lo había obligado a atacar por la espalda, como un cobarde, pero como un cobarde con vida.

Ragnar permaneció en medio de un trance, mientras las llamas divinas brotaban de su cuerpo y eran succionadas por el agujero en el espacio en el que Dánik se había convertido. Garlick pensó que ambos lucían como nebulosas, dos galaxias en medio de una lucha sin cuartel por la dominación del universo, y quizás, solo quizás, no estaba tan lejos de la verdad, producía el sonido de un huracán que se llevaba todo a su paso, casi podía escuchar la voz de Lock en su cabeza «los dioses también pueden caer».

―¿Por qué hiciste esto? ―preguntó Kernan desde el suelo, su voz era un suspiro agonizante, a pesar de forzarse a decir las palabras, se ahogaba con su propia sangre, el honorable Kernan Víctor lucía patético en ese momento, pensó Garlick, un vejestorio cuyos tiempos dorados habían pasado.

Garlick le dedicó una mirada más a Ragnar, quién aún permanecía envuelto en ese manto de energía cósmica, de cierta manera despojado de su consciencia, a su vez miró en derredor en búsqueda del panorama completo;  un tercio de los espectadores se habían colocado máscaras negras de cuervo, la mitad de los soldados colocados en las tribunas ya habían sido exterminados, pues Garlick había filtrado sus rostros y ubicaciones, el resto de los civiles permanecía encogidos mientras sollozaban, y aquellos se llenaban de valor o de una cobardía absoluta corría hacia las salidas, ninguno resultaba herido, exactamente como Garlick lo había planeado. El único problema eran los búhos, la rama principal de los Draxler, los cuales batallaban con Lock y Marcus en el centro de la arena.

―Hace muchos años mis padres fueron asesinados a sangre fría ―respondió Garlick, dejando que sus palabras se filtraran entre el ensordecedor griterío de la multitud, sin pizca de recelo, o de rabia, hablaba como un mero historiador― y ustedes, esta maravillosa institución no hizo nada para evitarlo, como nunca hacen nada por nadie que no cumpla con sus estándares de la perfección, fueron ellos los que salvaron mi vida, fueron ellos los que me demostraron el verdadero camino.

Observó como Kernan terminaba de asfixiarse, lamentándose por no haberle otorgado una muerte más pronta, probablemente el cardenal era uno de los pocos que merecía una muerte rápida. Aunque actuara tranquilo, Garlick avanzaba motivado por el odio, sentía como llenaba su ser, como lo embargaba de poder. Apretó el mango de su espada, sintiendo el cuero ceder y cuando la fuerza del Fénix terminó por extinguirse, produciendo una exhalación final, la dirigió directamente hacia su último objetivo, pero a dos centímetros de incrustarse en su carne, su ataque fue desviado por una cuchilla negra, el choque de metales produjo un eco agudo que erizó la piel de Garlick.

―Arzobispo Garlick Xander, también conocido como La Salamandra, héroe y único otro sobreviviente, además de Kristo Lesmont, de la Batalla de la Bahía Banshee, reconocido genio táctico y uno de los guerreros más hábiles del clérigo.

La Rapsodia del QilinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora