Capítulo 28

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...

-¿Qué fue eso?- Preguntó al separarse de mÍ.

-Te... Te extrañé- conteste un poco apenada- Es que Ferno me dijo que habías vuelto al infierno y temí que no volvieras.

-Ah- él río un poco- Si fui la infierno, ¿Puedo pasar?- me preguntó, me hice a un lado y él entró, cerré la puerta y me dirigí con él al mueble- Annia los ángeles han vuelto y está vez atacaron a Aradia, la dejaron muy mal herida y tuve que llevarla al infierno para que se curase allí- me explico- por favor, perdóname por no haber podido estar contigo está noche- entrelacé su mano con la mía y lo miré a los ojos.

-No te preocupes, y ¿Quién es Aradia?- le pregunté.

-Aradia, es mi hermana el segundo arcángel expulsado del cielo y la única mujer- me explicó, me quedé mirándolo, ellos habían herido a su propia hermana con tal hacer que Lucifer volviera al infierno, pero seguía aquí y había vuelto por mí, por eso su afán de que Ferno me protegiera, el empezó a sobar su pulgar en mis nudillos- ¿Cómo te trato Ferno?- me preguntó.

-Me trato como si fuera la primera dama- me burle- es algo a lo que me puedo acostumbrar.

-El vestido te queda precioso, ¿Te gustó?- Asentí

El sonrió, una sonrisa perfecta pero llena de cansancio y agotamiento, estiré mi mano y empecé a sobar su rostro, él cerró sus ojos permitiéndose así mismo disfrutar del momento. Lo amaba, no me explicaba como un ser tan perfecto se había fijado en alguien tan ordinaria como yo, no me explicaba que tenía de especial que hice que la misma muerte me aplazará el juicio final, él puso un mechón de cabello detrás de mi oreja y delineó mi mandíbula con su índice, lo tomé del rostro y lo acerqué a mí para besarlo, sus labios era adictivos no me llenaban, no me saciaban, desde el primer momento en el que los bese anhele volver hacerlo y ahora tenía toda la libertad de hacerlo. Empezó a jugar con mi cabello, mientras seguía besándome, no me molestaba podía quedarme así toda la noche, nos separamos y noté un brillo hermoso en sus ojos, no me quitaba la mirada de encima. Trague saliva, la garganta la tenía seca y sentía cosas en mi estómago, cosas las cuales acostumbrábamos a llamar "mariposas" Quería disfrutar tiempo con él, quería tenerlo a mi lado, mañana, tarde y noche, quería sentir su protección, lo quería a él sin importar los arcángeles, sin importar que fuera un demonio, sin importar que fuera el diablo. Su sonrisa, era hermosa, era preciosa la más sincera que me habían dado en mí vida, sonreía conmigo y quería que lo hiciera siempre, había podido notar que nunca sonreía, sólo conmigo lo hacía y quería que siguiera así, parecía un ángel cuando lo hacía. No, no parecía, era un ángel, mi ángel. Ahora, ya no tenía miedo, no me importa lo que pasará con los arcángeles, no me importaba nada, lo amaba, me había enamorado de él. Amar a alguien por su luz es fácil, pero yo lo amaba por su oscuridad, me había enamorado por la oscuridad de su ser y la luz que me ofrecía su presencia. Quizá estaba loca, pero qué más dá, amaba esta locura que sentía por él.

-Iré a ponerme la pijama- él asintió.

...

Mi madre me había gritado de nuevo y había discutido con mi padre por mi culpa, él estaba demasiado enfermo y aún así siempre me defendía de ella.  A mi hermana mayor Ariana le había dado un trozo de chocolate y a mi no, según ella por desobediente. Salí de la casa y me senté en el jardín delantero, me dolía el corazón y me sentía realmente sola. Mi hermana mayor siempre era obediente, buena niña y rezaba todas las noches, ella era cinco años mayor que yo y tenía 12 años. Yo sólo era una niña de 7 años la cual constantemente peleaba con todos, mi madre decía que era una niña problemas por no rezar o hacer lo que el padre de la iglesia demandaba y es que nunca me ha gustado ir a misa los domingos, siempre tengo esa sensación de ser observada y juzgada por las estatuas. Seguía llorando mientras los niños jugaban a mi alrededor, habían dos niñas jugando a la cuerda en la casa del lado, ellas nunca jugaban conmigo, decían que yo era rara. Habían otros dos niño en la casa de enfrente jugando con un balón de fútbol, yo estaba bajo la sombra del árbol y me encontraba realmente sola. No me gustaba que mis papás pelearán y menos por mi culpa, mi madre decía que era una niña falta de disciplina y mi padre decía que era una niña carente del amor de su madre. Quizá era un poco de ambas, tal vez ella no se daba cuenta pero casi todo lo que hacía malo o bueno, lo hacía para llamar su atención, ya que, como siempre toda la atención se la llevaba mi hermana mayor. Sentí un escalofrío recorrer mi columna vertebral, todos los bellos de la piel se me erizaron por completo, tragué saliva nerviosa, al frente de mí apareció un hombre, de intensos ojos azules y una sonrisa llena de dulzura. Todos me tenían dicho que no podía hablar, nunca, con extraños, pero yo no lo veía como una extraño, él era mi amigo, siempre estaba ahí cuando lo necesitaba. Se sentó frente a mí y secó mis lágrimas con sus pulgares. Tenía el cabello negro azabache y siempre estaba acompañándome en el momento en el que me sentía sola.

Lucifer (editando) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora