...
Desperté poco a poco por la luz que se colaba entre las ventanas, solté un suspiro y fruncí el ceño, sentía que no había dormido nada y eso me ponía de mal humor, oficialmente ya no era estudiante, así que ahora podría dormir cuanto quisiese. Me incorpore y recosté mi espalda contra el respaldo de la cama, tenía dolor de cabeza así que masaje mi sien tratado de que así disminuyera un poco el martilleo en mi cráneo. Me había quedado casi hasta las sienta de la mañana admirando como mi acompañante dormir, luego, me había quedado dormida miré el reloj digital eran las 11:30 de la mañana. Lucifer entró a la habitación con la misma ropa de la noche anterior pero su cuerpo y cabello estaban mojados, me sonrió y se sentó a mi lado, olía a mi jabón de baño y no pude evitar sonreír. Sus ojos azulados relucía aún más de lo normal y tenía una hermosa sonrisa en el rostro. Aún así, su presencia no disminuía mi mal humor por lo poco que dormir, o, quizá sí había dormido, pero yo sentía que no era así. Él entendió mi semblante, soltó un pequeña risa y se levantó caminando hacia afuera de la habitación, fruncí el ceño, lo escuché hacer algo en la cocina y unos minutos después, regresó a mí, con una taza de café en un pequeño platicó. Me la extendió y la tome de mala gana, bebiendo un pequeño sorbo, el néctar agridulce bajo por mi garganta, quemándola un poco, pero haciéndome sentir un poco mejor, lo miré y embocé una sonrisa, él volvió a sentarse a mi lado. Mientras esperaba a que alguna palabra saliera de mi boca.
-Buenos días, bella durmiente- dijo él, burlón- Parece que no dormiste bien- agregó.
-No- dije negando, con la cabeza- Creo que dormí muy poco.
-¿Ronco?- preguntó, reí negando de nuevo.
-No, sólo que... No pude dormir- me encogí de hombros, tomando de nuevo un poco de café- ¿Te bañaste?- pregunté.
-Espero no te haya molestado- negué por tercera vez, el me volvió a sonreír- Quisiera que te quedarás durmiendo todo el día, pero necesito que te bañes y te cambies.
-¿Por qué?- pregunté.
-Quiero llevarte a un lugar donde se que estarás segura- me explicó- Vamos, anda perezosa- puse los ojos en blanco- No me pongas los ojos en blanco, señorita, eso es de mala educación- me regaño.
-Lucifer, ¿qué pasa?- volví a preguntar preocupada. Soltó un suspiro.
-No te lo había dicho por que no quería preocuparte, pero... Miguel mandó un mensaje con mi hermano Rafael, dijo que era el segundo ultimátum y que bajará hoy a la tierra. Yo sé que te buscará, por eso te llevaré a un lugar seguro- un escalofrío me recorrió de pies a cabeza y un miedo horrible invadió mi cuerpo- Vendré en media hora por ti, iré a cambiarme. Ferno se quedará contigo y vigilará que nadie entré, él es capaz de percibir presencias divinas, estas en buenas manos- asentí, aunque la verdad no quería quedarme sola, se acercó a mí y me dió un tierno beso en la frente- Yo jamás dejaría que te hicieran daño. Annia, para mí eres más preciada que un ángel.
...
Me quedé pensativa, mi manos temblaban y después de la revelación de Lucifer no pude quedarme tranquila. Ya pasaron más o menos cuarenta minutos después de que se fue y simplemente no me quedaba tranquila, había miraron varias veces por la ventana y ví el auto en el que había venido Ferno estacionado afuera, al menos me quedaba el consuelo de que él me estaba vigilando. Si soy sincera el hecho de imaginarme a los arcángeles cerca de mí, me aterraba grandemente, al punto de volverme paranoica. Me había bañado y puesto un jeans gastados, azul oscuro y una blusa de encaje violeta y me había dejado el cabello suelto. No había hablado en toda la mañana con mi mejor amiga y ya era más de medio día, salí de apartamento, fui a su puerta y toque con dos suaves golpes, pero nadie abrió, volví a insistir y seguía sin abrir, supuse que quizá habría dormido en casa de su padre. La luz en el techo titiló y el aire disminuyó tanto que me hizo dar un escalofríos. Por un momento dudé en entrar de nuevo a mi apartamento, trague saliva pesadamente, mientras mis manos temblaban. "Annia" escuché mi nombre, pero era un susurró demasiado apagado, como si llegará con el viento. Miré por el borde de la baranda hacia abajo, no veía a nadie, levanté mi cabeza se escuchaban pasos subiendo las escaleras de metal en forma de caracol. "Annia" de nuevo el mi nombre, empecé a subir los escalones guiada por los pasos que escuchaba y la voz susurrante, mi respiración empezó a ser más pausada, por cada paso que daba. Arriba el último piso, más una pequeña terraza que casi nadie usaba, excepto para extender la ropa mojada. No lograba pensar con claridad, tampoco salían palabras de mi boca, sólo podía escuchar mi respiración. En ese preciso momento, fue cuando caí en cuenta de lo que realmente estaba ocurriendo, alguien, no sé quién, estaba tratando de guiarme algún lado del edificio. Presa por el pánico di media vuelta para empezar a correr escaleras abajo. Me sobresalte, llevando una mano a mi pecho, algunas lágrimas quisieron salir. Realmente tenía mucho miedo como para pensar con claridad.
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Lucifer (editando)
Fantasy-¡Dios!... Lucifer, tú eres el hermano más temido de todos, el más frío y despiadado, aquel que no tiene alma y venís a desarmarte por una mortal ¿qué crees qué hará cuándo se enteré qué eres un demonio? Date cuenta hermano. -Lárgate Shamsiel, aquí...