Capítulo 39

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Pov's Lucifer.

Ya había pasado dos semanas desde la última vez que la había visto, dos semanas largas y agotadoras. Era frustrante tener que venir al mundo terrenal y no poder siquiera acercarme a ella, no verla y tocarla. Había evitado a toda costa a mi hermana Aradia, no quería que empezará su sermón del por qué accedí al trato de Miguel, pero ella no entendía nada. Lo hice por dos fuertes razones, la primera; Miguel siempre ha sido conocido por cumplir sus promesas, él había prometido matar a Annia si yo no me alejaba de ella, habían muchas formas de hacerlo y tenía muchos ángeles y demonios que lo harían con gusto con tal de vengarse de mí, tenía muchos enemigos y quedarme a su lado significaba una muerte segura. Segundo; el infierno, si se diera el caso y ella llegará hacer algo que no fuera permitido ante las leyes de Dios ella sería condenada a ese lugar y realmente no es una estadía bonita. Allí, yo no podría protegerla, sería una más de mis castigados y a pesar de ser el rey del infierno no podría pasar por encima de los siete grandes Demonios, sin embargo, con Asmodeo no habría problema, pero los demás siempre habían querido mi trono. Por esas razones había aceptado. Estaba en la iglesia, el padre estaba al frente de mí terminando de confesar a alguien, yo esperaba mi turno. Según tenía entendido mi hermana de había ido, con exactitud no sabía adónde, quizá estaba en alguna isla tropical observando a la siguiente persona que caería en sus garras, ella practicaba muy bien el libertinaje. Puse los ojos en blanco y miré mi reloj, en serio que odiaba esperar. Ferno de había ido, me había traicionado pero no lo castigue por ello. Miguel lo había engañado, le había prometido que le diría dónde se encontraba su amada, que podrían estar juntos si me traicionada, gran error. Lo deje ir y lo perdone, después de todo él había estado en mi lugar tiempo atrás. Vi como la señora salía del pequeño cubículo y de iba caminando, me daba rabia saber que se confesaba para nada, dentro de unos minutos volvería a pecar, malditos hipócritas. Constantino se puso de pie y al verme de dirigió a sentarse a mi lado, me sonrió. Él aún no sabía que me había separado de Annia, tragué saliva.

-Lucifer- Habló con entusiasmo- Que bueno verte, ¿Cómo estás? ¿Y Annia?.

-Annia no vendrá- contesté, joder, cuando dolía esto- Nos separamos, la deje ir para que pudiera ser feliz- Él frunció el ceño y me miró.

-¿Qué has hecho que?- volvió a preguntar.

-Lo que has escuchado, Constantino, mi queridísimo hermano mayor decidió hacer un trato con Miguel y el trato era que se separaría de Annia- Interrumpió Aradia cuando estaba a punto de contestar, entró al salón haciendo resonar sus malditos tacones, odiaba ese sonido- Pobrecita, la niña está con el corazón destrozado, siempre creí que sería ella quien te lo partiría a tí, me equivoqué.

-Aradia, no empieces- le advertí.

-¿Por qué hiciste eso?- tercera pregunta por parte del padre, me estaba comenzando a enojar.

-Por que es un maldito cobarde que prefiere partirle el corazón a la única persona que lo ama de verdad, acepta toda su mierda y no le tiene miedo. Antes de luchar por lo que siente. Hermano, felicidades, no amas realmente a alguien hasta que te lastima, el amor es un acto violento y aún así ella sigue pensando que eres la mejor persona del mundo.

-¡BASTA, ARADIA!- Exclamé.

-Por cierto- continúo- Fuí a verla y adivina, no quiere verte, está mal aunque me lo negará, por primera vez siento empatía con una mortal y tú lo arruinaste. Le rompiste el corazón, Lucifer y para eso no hay magia que cure- Y se fue, enojada conmigo.

Lucifer (editando) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora