11. ESCÚCHAME

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Jongdae cerró la puerta del despacho del rey y se sintió libre por fin. Al menos por unas horas.

Era increíble lo largas que esas reuniones se tornaban. Sabía que eran importantes, pero eso no cambiaba el hecho de que fueran aburridas y tediosas. Él tendía a divagar en medio de ellas, mucho. Qué bueno que ninguno de los presentes pudiera ver sus pensamientos; no quería que nadie viera lo que él veía en sus fantasías, no quería que nadie supiera lo ansioso que estaba por largarse de ahí para poder estar un rato a solas con Minseok.

Caminó a grandes zancadas, conteniendo el impulso de correr hasta la habitación que compartían aunque se suponía que no debía hacerlo.

De pronto, una silueta abandonó su lugar entre las sombras de una de las columnas que sostenían la fortaleza y se precipitó a su encuentro. Obligándolo a detener su presurosa marcha.

—¿Podemos hablar? —Yixing le preguntó con aspereza. 

Estaba enojado, Jongdae podía leerlo en su duro gesto, aunque muy pocas veces lo había visto así. Y por muchas ganas que tuviera de ir con Minseok, intuyó que lo que fuera que su maestro quisiera decirle era muy importante. Ambos caminaron en una dirección que lo alejaba de Minseok y los llevaba a uno de los jardines privados, Yixing lo encaró cuando estuvieron a salvo de miradas u oídos curiosos.

—¿Qué es lo que le has enseñado a Minseok?

Jongdae se tensó, sabía que Yixing no se refería a los conocimientos que Minseok poseía sobre su mundo, sino a los que no. Y eran muchos, todo lo que no había querido decirle sobre su especie y sobre él mismo.

—¿A qué te refieres? —preguntó, intentando ganar tiempo para formular alguna excusa válida.

—Me refiero a que ese pobre muchacho es un completo ignorante. No sabe absolutamente nada. ¿Qué le has enseñado desde que lo convertiste? —Yixing preguntó, claramente molesto—. Además de enseñarle a combatir, que es lo único de productividad que sabe hacer. Te lo expliqué muchas veces, Jongdae, si conviertes a un humano es tu deber instruirlo.

El príncipe desvió su mirada hacia el pulido piso de piedra, con la sensación de ser un niño insolente otra vez. Debió haberlo hecho, sí, pero no lo hizo.

—No esperaba que mis padres nos encontraran —Jongdae admitió, percatándose de lo estúpida que había sido guardar aquella esperanza—. No quería que este maldito mundo lo arrastrara a sus estúpidas costumbres.

—¿Por qué lo convertiste? —Yixing demandó, aunque sabía la respuesta.

—¡No lo sé! —Jongdae respondió muy agobiado—. Lo deseé, Yixing, como a nadie, y cuando tomé lo que necesitaba de él... Solo no pude dejarlo morir.

—Tal vez en su momento no lo supiste, pero estoy seguro de que pronto te diste cuenta de la razón.

Jongdae cerró los ojos. Sabía que había hecho mal al no decirle las cosas importantes, pero aún ahora, no quería que Minseok fuera consciente de ellas.

—Va a enterarse en algún momento —Yixing aseguró, sonando triste de pronto—. Te entiendo, créeme que sé cómo te sientes, pero no puedes protegerlo de la verdad, las cosas son como son, lo que tienes que hacer ahora es buscar una solución.

Jongdae guardó silencio, le costó un poco de trabajo aceptar que su maestro tenía razón.

—¿Cuándo te vas? —Yixing preguntó entonces, probablemente solo para cambiar el tema.

—Partimos en ocho horas —Jongdae murmuró. 

Toda la felicidad que había sentido al salir de la reunión se había evaporado luego de la charla con su maestro, ahora solo podía sentir dos cosas; la primera era una extraña tranquilidad y la otra era una angustia creciente. Fue fácil reconocer la sensación que le pertenecía. El hecho de que Minseok estuviera sintiéndose relativamente bien en ese horrible lugar le traía cierta calma a su mente agobiada.

2. KING [Chenmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora