2. REALIDAD

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Las oleadas de calor, como si ardiera en llamas, quemaban su piel. Seguramente había muerto y estaba el infierno, pensó Minseok. Pero así como el calor llegó, se fue. Siendo reemplazado rápidamente por un frío que amenazaba con congelarle hasta los huesos.

No supo cuánto tiempo estuvo ahí, despierto, pero demasiado agotado como para abrir los ojos, hasta que una presión en su pecho empezó a apretarlo, amenazando con asfixiarle.

Jadeó como si hubiera estado mucho tiempo conteniendo la respiración bajo el agua. Abrió sus ojos de golpe y notó que estaba en una cama. Palpó el suave colchón con sus dedos e intentó regular su respiración.

Todo estaba muy oscuro, pero él podía distinguir perfectamente cada uno de los patrones en el techo de la habitación. Como si se tratara de un sueño lejano, recordó su último día de trabajo en el departamento de electrodomésticos del gran almacén, al par de ladrones y... al otro sujeto.

Minseok se sentó en la cama de un tirón. ¿En dónde estaba? No recordaba haber llegado hasta ahí por su cuenta, lo último que recordaba eran las manos de... oh.


¿Cómo te sientes?

Minseok no reconocía el timbre de esa voz, pero le gustaba, giró su rostro en dirección al lugar del que provenía y pudo verlo, casualmente recostado en el marco de la puerta. Parecía una especie de ser divino parado ahí a poca distancia con sus ropas oscuras, con su mandíbula tensa, con sus labios apretados en una fina línea, sus pómulos resaltando un poco y su cabello echado hacia arriba y hacia un lado, aunque parecía un poco incómodo.

—Estoy... —Minseok se detuvo, su garganta estaba demasiado seca y su voz había sonado muy forzada, llevó una mano a su garganta—. Tengo sed. ¿Tienes agua?

El tipo recostado en la pared sonrió sin separar sus labios y se relajó un poco. Caminó lentamente hasta sentarse en la orilla de la cama, lo más lejos posible de Minseok.

—Creo que no es agua lo que realmente necesitas, eso no aliviará la sed —dijo el hombre.

Santo cielo. Las tripas de Minseok se revolvieron ante su presencia, era como estar frente a su estrella de rock favorita, no, frente a alguien de la realeza; fue algo sublime, increíble. Ya no sentía miedo de esos ojos escarlata, solamente curiosidad.

Jongdae se arrastró lentamente en la cama para acercarse más a Minseok, quien no se movió ni un centímetro y en compensación se ganó otra de esas celestiales sonrisas.

La sonrisa se desdibujó en el incómodo silencio que los consumió a ambos en los siguientes segundos.

—Debes saber que yo no hice esto con el fin de perjudicarte —el elegante sujeto anunció, sin mirarlo, muy concentrado en acariciarse la muñeca izquierda con el pulgar de la mano derecha. Sonaba un poco angustiado—. Solo... no podía dejarte morir.

Su última oración fue solo un susurro, pero Minseok no tuvo problema en escucharlo a la perfección.

—¿De qué hablas? —Minseok murmuró, no hacía sino confundirse cada vez más.

El desconocido sonrió de nuevo, una sonrisa amarga que esa vez sí dejó ver sus... Oh, dioses; sus prominentes caninos. Instintivamente, Minseok llevó su mano a su cuello y palpó el lugar en donde esos mismos colmillos se habían enterrado causándole tanto placer. Sus cejas se alzaron en sorpresa y algo en su cerebro hizo clic.

Vampiro —musitó sintiéndose tremendamente ridículo. 

Seguramente se trataba de uno de esos sueños extraños que a veces tenía. Y si estaba despierto, seguro se trataba de un programa de cámara escondida. Solo que parecía imposible que hubieran cámaras ahí y, a pesar de lo irreal de la situación, había algo que se sentía real en esa desgastada habitación.

—Voy a enseñarte cómo funcionan las cosas en este mundo. Es mi obligación —el ser dijo, pronunciando muy bien cada una de sus palabras—. Cuando hayas aprendido lo esencial para vivir por tu cuenta, podrás irte... Si quieres.

Jongdae apartó sus ojos oscuros como la sangre de los también rojos de Minseok.

¿Qué?

Eso fue todo lo que Minseok pudo preguntar, en un lejano murmullo. No podía aceptar semejante disparate así nada más y, sin embargo, sabía que era la verdad.

—Será mejor que te alimentes primero —el vampiro murmuró, Minseok lo miró a los ojos, estaba perdido.

Los ojos escarlata de Jongdae estaban fijos en los grandes ojos confundidos de Minseok, lo hacía sentirse tan culpable. Si el objeto de su acoso en la última semana se negaba a beber de él ahora, pronto moriría; se secaría como flor marchita y desaparecería del universo.

—Aquí —Jongdae dijo suavemente, apartando sus tristes pensamientos e introduciendo lentamente su afilada uña dentro de su muñeca, cerca de su vena basílica.

El cambio fue instantáneo, las aletas de su nariz se movieron, el olor le llenó sus pulmones y sus pupilas se expandieron como si fuese un tiburón hambriento. Minseok escuchaba un zumbido en sus oídos, a penas escuchó el << bebe >> que Jongdae pronunció mientras acercaba su chorreante muñeca hasta sus labios.

Minseok no lo pensó, se dejó llevar por el instinto. Se prendió de la herida como un bebé al seno de su madre y succionó de ella el dulce y espeso líquido.

Jongdae gimió y se puso de pie. Los deliciosos labios de Minseok estaban drenándolo a toda prisa. Lo dejó beber un poco más y luego lo apartó con delicadeza. Minseok no protestó. Se limitó a mirarlo con sus grandes ojos amplios, sorprendidos, agradecidos y maravillados, con sus labios rojos entreabiertos chorreando un poco de sangre. Jongdae no pudo resistirse. Acercó sus labios a la boca de Minseok y lamió sus comisuras lentamente, sin imaginar que Minseok tomaría su rostro y sus labios como si fueran su propiedad.

Jongdae suspiró y se inclinó más hacia adelante, hasta atraparlo entre su cuerpo y la cama. Lo sintió duro bajo la ropa interior y sonrió ladinamente. Qué bueno que no era el único que se ponía duro extremadamente rápido al contacto de sus pieles. Chupó sus labios y su lengua sin pudor, satisfaciendo aquel deseo que había estado torturándolo las últimas veinticuatro horas. Bajó una mano hasta la entrepierna de su aprendiz y empezó a masturbarlo entre besos desordenados para saciar todo aquel deseo que aún habitara en su cuerpo fortalecido.

Minseok no se opuso. Dejó que las manos del vampiro lo condujeran a su ritmo por todo ese camino dorado lleno de un abrumador placer, mientras él saqueaba su boca con besos casi desesperados.

Si así iban a ser todos los intercambios de sangre, Jongdae solo podía esperar que los ancestrales demonios lo acompañaran en su deber como mentor del nuevo vampiro.



Gracias por leer!

2. KING [Chenmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora