4. DESENFRENADO

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Minseok se sintió agradecido. Abrazó a Jongdae por la cintura, quien correspondió automáticamente y murmuró una disculpa por haberle alzado la voz.

<< Tienes razón al culparme, pero, incluso si pudiera volver en el tiempo, lo haría de nuevo >>

Minseok hundió su rostro en el pecho de Jongdae, quién era delgado y no mucho más alto que él, pero lo hacía sentirse protegido. Era abrumador como todo parecía estar bien en un instante. Minseok miró las paredes de su habitación, despidiéndose silenciosamente. Jongdae suspiró y apretó más los brazos alrededor de su cuerpo, Minseok deseó saber en qué pensaba su mentor.

A veces, Jongdae deseaba que las sensaciones fueran menos intensas con Minseok; que el enojo no fuera furia, que el deseo no fuera torturador, que el cariño no fuera amor... que su cabello no oliera tan bien, que tenerlo entre sus brazos no se sintiera como estar en el paraíso.

Con la punta de su nariz, Minseok le acarició el cuello al vampiro que lo sostenía con firmeza y puso algunos besos suaves ahí. Jongdae no tardó en comprender que Minseok tenía hambre. O eso creyó.

Armándose de valor, Minseok empezó a deshacer los primeros botones de la camisa de su mentor. Jongdae, aunque confundido, no se opuso, dejó caer su chaqueta al suelo y dejó que Minseok le quitara la camisa. Pronto tuvo el torso desnudo y las manos de Minseok lo recorriéndolo, acariciándolo despreocupadamente.

Minseok quitó su camisa también.

Bebe de mí —le pidió.

Los ojos de Jongdae centellearon con excitación. Pero su cuerpo se inmovilizó por el asombro. En ese corto lapso, algo se apagó un poco en la mirada de Minseok y la duda creció. Jongdae pudo verlo, por eso lo atrajo rápidamente hacia su cuerpo, con fuerza, y pegó la nariz a su cuello. Deseaba tanto poder beber de él una vez más, no había noche en la que no fantaseara con ello. Lo besó lentamente, consciente de que ya estaba duro, tal vez como nunca antes. Lo empujó hacia la cama y se posicionó sobre él, con las manos a los costados de su cabeza. Besó su pecho, recorrió sus pezones con la lengua y lo sintió estremecerse. Lo escuchó gemir su nombre. Besó sus clavículas y chupó su cuello, tirando sin cuidado.

Minseok jadeó con la piel ardiendo y se aferró con fuerza a los hombros de su mentor. Estaba casi seguro de que Jongdae no se sentía atraído hacia él de la misma manera, pero en momentos como ese se lo cuestionaba. Y soñaba despierto, soñaba con ser su amante. A su mente no le costó sumergirse en el papel. Especialmente cuando Jongdae tomó uno de su tobillos y lo obligó a levantarlo y a separar sus piernas un poco más. Minseok cruzó ese tobillo sobre la espalda baja de su maestro. Era todo tan íntimo que mareaba. 

Los labios de Jongdae encontraron la boca de Minseok y este último deseó con todas sus fuerzas que el momento no acabara. Una lengua se enredó en la otra y los dedos de Minseok se aferraron al cabello de Jongdae, evitando que por alguna razón ese beso fuera breve. Jongdae restregó su hombría en la entrepierna de Minseok con rudeza y se apartó de él para soltarle los pantalones, tirar de ellos y de la ropa interior hasta las rodillas. Observó el miembro duro de Minseok, enrojecido, vivo y suplicante, lo tomó entre sus manos y lo bombeó un poco, muy lento.

Minseok maldijo, apoyó sus pies en su antigua cama y empujó sus caderas hacia arriba. Jongdae pareció muy satisfecho con la desesperación de su aprendiz. Acercó su rostro al vientre de Minseok y presionó sus labios ahí sin dejar de masturbarlo. Cuando hundió un poco sus colmillos en la piel y succionó la sangre que brotó tan solo un segundo después, Minseok alzó sus caderas de nuevo. Complacido, Jongdae presionó con más fuerza el pene que tenía en su mano y retiró sus colmillos. Encontró otro punto en las caderas de Minseok y extrajo un poco de sangre de ahí. Continuó haciéndolo por el pecho, en la ingle, en las costillas y bajó un poco más para sacar su alimento de la cara interna de los muslos. Especialmente cuando clavó sus dientes en esa área, Minseok se retorció desesperado.

Jongdae hizo algo que tal vez iba un poco más allá, pero dejó de importarle en cuanto escuchó los lloriqueos de Minseok y notó sus manos aferrándose a las sábanas: introdujo por completo el pene duro y goteante de su aprendiz en su boca, guiándolo entre succiones hasta su garganta.

Minseok abrió su boca, pero no fue capaz de emitir algún sonido, sentía que su garganta quemaba, al igual que su pene que estaba siendo absorbido brutalmente. Tiró del cabello de Jongdae y lo obligó a vaciar su boca, para poder ocuparla con su lengua.

Jongdae se escabulló de los labios de Minseok y le habló al oído, con su voz más profunda y ronca que antes.

—Bebe.

—Déjame tocarte —Minseok suplicó, quería tenerlo entre sus manos, quería conocerlo, quería darle el alivio que necesitaba.

Los ojos de Jongdae se oscurecieron todavía un poco más, soltó sus pantalones y sacó su miembro. Tomó la diestra de Minseok y la dirigió hasta su grandiosa erección.

Sus labios se mantuvieron separados mientras su mano recorría la longitud de su maestro. Minseok se sintió más fuerte, más poderoso. Por primera vez sentía que estaba al nivel de Jongdae, quien ahora lo miraba a los ojos, completamente embelesado.

Jongdae tomó las caderas de Minseok para acercarlos más, dejando sus erecciones a la misma altura. Lo besó suave en los labios y lo masturbó nuevamente.

—Vamos, hazlo —Jongdae casi suplicó a Minseok y apartó la mano de este de su pene—. Muérdeme, ahora.

Jongdae juntó ambos falos y los masturbó casi con violencia mientras Minseok encajaba sus afilados colmillos en la base de su cuello.

Minseok gruñó succionando lentamente, evitando con su lengua que una sola gota de la preciada sangre de su maestro fuera desperdiciada. Era tan deliciosa, cuando pasaba por su garganta aliviaba el ardor y lo fortalecía. No podía imaginarse otro sabor en su paladar, no quería, se negaba a alimentarse de otro que no fuera Jongdae. Suspiró ruidosamente y asió los cabellos oscuros de su mentor, quien seguía dándole placer con sus expertas manos.

Estaba llegando a la cima. Jongdae gimió fuerte y enterró sus propios caninos en el hombro de Minseok. Tiró con más fuerza. Gruñó, jadeó y tembló con sus ojos fuertemente cerrados mientras recibía a ambos orgasmos en su mano y la sangre en su boca.

Lo rodeó con sus brazos y puso castos besos en su hombro, intentando recobrar la cordura. Se acomodó mejor en la cama, sintiéndose más feliz que nunca. Minseok levantó su mirada, parecía dudoso. Jongdae besó sus labios rojos y lo abrazó con más fuerza. No quería pensar. No quería crearle falsas ilusiones, pero a la misma vez, era él mismo quien estaba hundiéndose en la fantasía que su imaginación recreaba.

Lo amaba, estaba seguro de ello, pero también estaba seguro de que estar con él no era posible. No por mucho tiempo, al menos. Entonces deseó, como tantas otras veces, haber nacido como un humano. Tal vez, de haber sido así, podrían haberse conocido en otras circunstancias, podría amarlo sin restricciones.





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2. KING [Chenmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora