15. NIEVE

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Los siguientes tres días fueron justo como Minseok soñó alguna vez. Yixing suspendió su entrenamiento como una atención especial al príncipe, por lo que pudieron estar juntos en todo momento.

Recorrieron toda la fortaleza tomados de la mano. Muchos los miraron con curiosidad, algunos incluso con molestia. Minseok se sintió feliz porque a Jongdae le diera igual lo que los demás pensaran de su relación, pero no supo si ellos imaginaban el tipo de unión que compartían. 

Además de los espacios públicos y sus funciones, pudo entrar a todos aquellos espacios que solo estaban abiertos a la familia real y a sus invitados. Descubrió que aquella fortaleza era tan grande como un centro comercial. Visitó los nueve jardines; patios preciosos bañados de luz de luna, en donde podría quedarse a vivir de buena gana. Al amanecer, se refugiaban en la habitación para hacer el amor por horas, bebían uno del otro constantemente y de a poco y por un momento, Minseok se sintió como el protagonista de un cuento de hadas. 

Debió saber que su minuto de gloria no duraría mucho. Esas cosas no suelen durar.

El día antes de que Jongdae se marchara, la reina se apareció por el jardín en el que ellos disfrutaban a solas de las estrellas. Caminaba con elegancia, como siempre, vistiendo un largo vestido púrpura, sonriendo como solo podría hacerlo alguien que sabe que tiene el poder.

—Jongdae —llamó a su hijo, sin dirigirle una mirada a Minseok—. Vamos a atrasar tu viaje un poco más. Tienes una visita importante que atender mañana.

Minseok, aún sin verlo, pudo sentir como Jongdae tensaba su mandíbula, apretaba sus dientes y le daba una mirada tan fría a su madre que, por un instante, pareció que iba a empezar a gritarle. Sin embargo, y contra todo pronóstico, dio un suspiro y asintió con cierta sumisión poco característica en él.

La reina sonrió con satisfacción y regresó por donde había llegado, no sin antes darle a Minseok una mirada extraña, como si mirara a un cachorro o a algún peluche de felpa.

—Se trata del otro príncipe, ¿cierto? —Minseok preguntó, haciendo un gran esfuerzo por esconder su miedo. Ya era suficiente la angustia ajena que comprimía su pecho.

Jongdae asintió con pesar.

—Todo va a estar bien —Minseok lo animó, dándole unas suaves palmadas en la espalda—. Confío en ti.

Jongdae asintió de nuevo, realmente ese era el problema. Esa confianza ciega que, estaba seguro, se desmoronaría en cualquier momento.

—Te amo —le recordó Jongdae.

Minseok asintió pensando en un reconfortante "yo también".

* * *


Ese día hubo un gran ajetreo dentro del palacio. Minseok podía olerlos; eran docenas de humanos yendo de un lado a otro dentro del gran castillo, o mansión, o lo que fuera ese lugar. No estaba seguro del tipo de edificación que se alzaba sobre el nacimiento de agua. No creía que fuera un castillo, porque realmente no lo parecía. Si lo era, ¿en dónde estaban las torres?... Como fuera, de lo que sí estaba seguro era de lo mucho que esos humanos avivaban su sed, impidiéndole dormir.

Jongdae despertó. Se sentó en la cama y la sábana cayó sobre su regazo. Minseok observó su pecho desnudo lleno de marcas, su cabello oscuro revuelto y su mirada adormilada.

—¿Qué sucede? —preguntó con voz ronca cuando su mirada encontró con Minseok sentado en el sofá del rincón.

—¿Cuántos humanos viven aquí? —Minseok preguntó.

2. KING [Chenmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora