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Estamos a 17 de diciembre. Se acercan las navidades y los amigos de toda la vida que viven fuera de Elche van llegando.

Como todos los años, nos reunimos en la gran fiesta que organiza Fernando en la casa de campo de su padre y lo pasamos de lujo. Risas, bailes, y sobre todo, buen rollo.

En un momento, Fernando se sienta junto a mí y hablamos. Nos sinceramos. Por sus palabras infiero que sabe mucho sobre mi relación con Natalia.

-Fernando, yo...

No me deja hablar. Pone un dedo en mi boca.

-Hoy me vas a dejar hablar a mi. Te dije que esa tía no me gustaba.
-Lo sé...
-Que no era recomendable para ti por lo que tú y yo sabemos.
-Lo sé...
-Pero, me guste o no, soy consciente de la realidad. Y la realidad esque os amáis. Natalia es una mujer poderosa que podría tener a la mujer que se le antojase, pero me ha demostrado que siente algo muy fuerte por ti, lo sé por su insistencia.
-¿Insistencia?
-Me llamó mil veces desesperada el día que desapareciste de su oficina. Y cuando digo desesperada, es desesperada.
-¿Te llamó?
-Si, todos los días varias veces. Y a pesar de que sabe que no es santo de mi devoción, la tía dejó su orgullo para pedirme ayuda. No sé cómo consiguió mi número. Estaba preocupada por ti.

Mi corazón se descontrola. Pensar en mi Icewoman enloquecida por mi ausencia me pone tonta.

-Me dijo que se había comportado como una idiota y que tú te habías marchado. Te localicé en Gijón, pero no le conté nada a ella ni me puse en contacto contigo porque imaginé que necesitabas pensar.
-Si.
-¿Has tomado alguna decisión?
-Sí.
-¿Se puede saber cuál es?
-Lo que había entre Natalia y yo se acabó.
-Creo que te equivocas.
-¿Cómo?
-Lo que oyes.
-¿Estas tonto?
-Ojalá te brillaran los ojos por mí como te brillan por ella. Para ella, tu seguridad y saber que estás bien es primordial, y eso hacer ver la clase de mujer que es Natalia y lo enamorada que está de ti.
-¿Me estás diciendo que vuelva con ella?
-Eres buena, generosa, una excelente mujer y bastante inteligente. Además, te quiero como amiga, y si tú te has enamorado de ella, por algo será.

Sus palabras tocan mi corazón y le doy un gran abrazo.

-No quiero pensar. Ven, vamos a bailar.

Fernando sonríe, me coge de la mano y juntos cantamos y bailamos.
Horas después, hablo con Sergio y Elena, los dueños del pub más concurrido de Elche. Otros años he trabajado de camarera en su local y me lo vuelven a ofrecer. Acepto. Ahora que estoy en el paro, cualquier ingreso extra me viene de perlas.
De madrugada, cuando llego a casa, estoy cansada, algo borracha y satisfecha.
Como cada año me inscribo para participar en la carrera solidaria de motocross que recauda fondos para niños con cáncer. Mi padre y sus amigos están encantados.

El 20 de diciembre suena mi teléfono. Trabajar en el pub es divertido pero agotador. Al saber que es Frida, respondo rápidamente.

-Hola, Alba, Feliz Navidad. ¿Cómo estás?
-Feliz Navidad. Estoy bien ¿y tu?
-Bien, bonita, bien.
-¿Qué pasa? ¿Ocurre algo?
-Oye, ¿es cierto lo que he oído sobre Betta?
-No. Todo ha sido un montaje de ella.
-Lo sabía.
- Pero da igual, Frida, ya no importa.
-¿Cómo que ya no importa? Cuéntame ahora mismo tu versión.
-Esa Marisa nunca me gustó. Es una bruja. Marisa es amiga de Betta, ella les presentó.
-¿Ella les presentó?
-Si. Betta es de Huelva como Marisa. Cusndo comenzó su relación con Natalia se fue a Alemania a vivir con ella, hasta que pasó lo que pasó. Pero Marisa se merece lo peor por mala.
-Tranquila. A esa bruja le hice una visita y le dejé muy claro que connmigo no se juega.
-¿No me digas?
-Lo que oyes. Le advertí que yo también sé jugar sucio.
-Oye, y... ¿Cómo está Natalia?
-Mal. Anoche cené con ella en Alemania y al no verte pregunté y fue cuando me enteré de lo ocurrido. Me enfadé y le dije cuatro cosas.
-Pero, ¿ella está bien?
-No, no está bien, Alba, y no me refiero a su enfermedad, sino a ella como persona. Por eso te he llamado nada más llegar a España. Debéis arreglarlo. Debes cogerle el teléfono. Natalia te hecha mucho de menos.
-Ella me apartó de su lado, que ahora asuma las consecuencias.
-Lo sé. También me lo ha dicho. Es una cabezona, pero una cabezona que te quiere, no lo dudes. Por cierto, te llamo porque este fin de semana cenaremos en Nochebuena con mis suegros y luego estaremos en nuestra casa de Torrevieja, Natalia vendrá, ¿Te apetece venir?
-No, gracias. No puedo. Estoy liada con mi familia y además trabajo estos días por las noches, y...
-¿Trabajas por la noche?
-Si.
-Pero, ¿en qué trabajas?
-Soy camarera en un pub y...
-Uf, Alba, eso a Natalia no le va a hacer gracia.
-Lo que me guste o no a Natalia ya no es mi problema. Además el sábado tengo carrera en Elche y...
-¿Tienes una carrera?
-Si.
-¿De qué?
-Motocross.
-Alba eso no me lo pierdo. Eres mi heroina. Si alguna vez tengo una hija quiero que sea como tú.
-Es una carrera solidaria para niños con cáncer.
-Ah, pues allí estaremos.
-Vale, pero no se lo digas a Natalia. Odia los deportes de riesgo.
-¿Qué no se lo diga? Es lo primero que voy a hacer en cuanto la vea. Si el no quiere ir que no vaya, pero yo desde luego que te veré.
-No quiero verla, Frida. Estoy muy enfadada con ella.
-Venga ya, haber si vas a ser peor tu que ella.
-Frida, el mundo no se va a acabar. Y en cuanto Natalia, una persona que desconfía en mí y se enfada conmigo sin dejar que me explique no es lo que quiero. Además ya estoy harta de ella, es una gilipollas.
-Oh, dios efectivamente eres peor que ella. Bueno, tu dejame a mi, hasta el sábado, Alba.


Nadie te querrá como te quiero yo (2°parte) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora