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Cuando el taxi me lleva hasta la enorme mansión donde vive Natalia, lo pago con mi Visa y me bajo. Como era de esperar, vuelve a nevar y mis botas se hunden en la nieve, pero no importa, tengo muchísimo frío aunque esté feliz. Cuando el taxi se marcha, me quedo sola ante la verja y un ruido cercano me alerta. Unos ojos brillantes me miran desde unos matorrales.

-Joder, que susto.

Un perro sale corriendo. Una vez me vuelvo a quedar sola, veo que se enciende una luz en la casita de Simona y Nobert. Las cortinas de una ventana se mueven y se abre una puerta.

-¿Señorita Alba? Por dios, se va usted a congelar.

De pronto Norbert se acerca corriendo a mi con un abrigo hasta los pies.

-Pero, ¿qué hace aquí con este frío? ¿No se había marchado a España?
-He cambiado de planes en el último momento.

Norbert sonríe y me cede su abrigo, yo me niego.

-Pase, por favor. He escuchado el coche y por eso me he asomado. Entre, la llevaré de inmediato a la casa.

Paso a su casa y Simona me recibe posandome una manta en la espalda y sentandome en el sofá del salón.

-Alba... estás helada.
-Tranquila Simona, estoy bien.
-¿Necesitas algo?
-No, nada, muchas gracias.

Norbert entra en el salón indicándome que me llevará a la casa de Natalia. Juntos cruzamos el gran jardín y saca una llave, abre la puerta y me invita a pasar.

-Le prepararé algo calentito.
-No... No, por favor. Regrese a su casa. Es tarde y debe descansar.
-Pero señorita, una sopa al menos para calentar su cuerpo, está helada.
-Insisto, yo me la prepararé, no se preocupe.

El hombre acepta a regañadientes y me indica que Natalia a estas horas suele estar en su despacho y que Flyn ya estará dormido. Norbert se va dejándome sola ante la gran mansión.

Abro la puerta en silencio y sonrío al ver a mi chica sentada junto a la enorme chimenea con un vaso en la mano mientras mira el fuego. La música de fondo, don't know why. De Norah Jones.
De pronto, ella gira su cabeza y me ve. Se levanta y deja el vaso en una mesita. Su gesto de asombro.

-Papá te manda saludos y espera que pasemos una gran Nochevieja. Y cómo me dijiste que podía regresar cuando quisiera... Aquí estoy.

Natalia camina hacia mi, me abraza con verdadero amor y susurra antes de besarme.

-No sabes lo mucho que he deseado que ocurriera esto.

Sonríe hasta que me coge las manos y su gesto se contrae.

-¡Alba! ¡Estás congelada, cariño! Acércate al fuego.

Cogida de su mano, nos acercamos.

-¿Por qué no me has llamado?
-Quería darte una sorpresa.

Con cariño me quita mechones húmedos de mi congelada cara.

-Te vas a poner enferma, Alba...
-No importa.

Me besa. Está nerviosa.

-¿Has cenado?

Niego con la cabeza, me vuelve a besar mientras sus manos frotan mis brazos en busca de calor.

-Quítate esta ropa. Estas empapada y fría.
-Espera, en mi mochila tengo ropa que...
-Lo de tu mochila estará mojado y frío.

Rápidamente se quita la sudadera gris de Nike.

-Toma, ponte esto mientras voy a por ropa seca a la habitación.

Sale escopetada y yo me quedo perpleja, Natalia Lacunza a vuelto a mi. Antes de que me quite nada, ella ya ha regresado con una sudadera granate de Nike. Al verme, deja la ropa en una silla y me desnuda mientras suena la canción de Turn me on de Norah Jones.
Natalia no me quita ojo. Me quita la sudadera, la camiseta, los pantalones y el tanga, después me abraza y con sus manos a mi espalda, me quita el sujetador. Después de una mirada infernal a mi cuerpo, me coloca su sudadera gris, que me queda casi por las rodillas.

-Baila conmigo.

Sin tacones y sin nada, me agarro a la mujer a la que adoro y la hago bailar conmigo ante la chimenea.

Disfruto de ella entre sus brazos.

Una vez termina la canción, nos miramos a los ojos y me da un dulce beso en los labios.
Natalia apoya su mano en mis heladas piernas y me pone unas bragas y un pantalón de pijama calentito, después me manda sentarme en la silla y me pone unos calcetines gordos.

-Espérame aquí sentada, Alba.
-¿A dónde vas a ir?
-A la cocina, te traeré algo de comer.
-Natalia no hace falta.
-Si hace falta, cariño. Espérame.

Me da un beso y se marcha. Cuando me quedo sola saco de mi mochila un peine y me desenredo el pelo. Natalia entra con una bandeja. Al verme, la deja sobre la mesa y se acerca a mi.

-Dame el peine. Yo te desenredaré.

Como una niña pequeña se lo doy y dejo que me peine. Sentir sus manos en mi cabeza me enloquece. Lo hace con mimo, me pone la piel de gallina.

-Solucionado lo de tu pelo, pequeña. Ahora toca comer

Se levanta, coge la bandeja y la deja sobre mis piernas. El olor a sopa llega a mi  nariz, rápidamente cojo la taza y doy un sorbo. Natalia no me quita ojo.

-Está buenísimo.
-Me alegra que te guste.

Por un momento me quedo mirando el fuego, siento la mirada de Natalia y al girarme, la veo ahí, mirándome con esos ojitos.

-Cuando iba a coger el avión, he recibido una llamada de mi padre. He hablado con él y me ha convencido para quedarme.
-Tu padre es una excelente persona, pequeña. Tienes mucha suerte de tenerle.
-Es la persona más buena que he conocido en mi vida. Éste es nuestro comienzo, Natalia, y quiero disfrútarlo contigo. Definitivamente, me quedo contigo, aquí en Alemania. Ya no te libras de mi.

La noticia la pilla tan de sorpresa que no sabe que hacer, hasta que coge mi cara con sus manos y dice cerca de mi boca:

-Eres lo mejor, lo más bonito y maravilloso que me ha pasado en la vida.
-¿Enserio?
-Si, señorita Reche. Hasta que no te acabes la sopa no pienso satisfacer tus deseos.
-¿Toda la sopa?
-Toda.
-¿Y la pera también?
-La pera también.
-Jo eres mala eh.
-Muuuy mala.

Su respuesta me hace reír. Cojo el caldo y me lo bebo de una. Poso la taza en la bandeja y me toco la tripa.

-De postre te prefiero a ti...

Natalia sonríe. Me besa y la empujo hasta tumbarla en la alfombra. Estamos solas ante la chimenea y la música.



Después de unos largos minutos de puro placer, nos quedamos tumbadas, como siempre yo con la cabeza en su pecho. Estamos agotadas.

-Alba, deberíamos ir a la cama.
-Vamos.

Ya en la cama nos quedamos igual, Natalia pasa su brazo por mi espalda, mi cabeza está en su pecho mientras la abrazo.

-Pequeña, todavía no me creo que estés aquí.
-Aquí estoy. Oye Natalia, ¿cuando vamos a jugar con otras personas?
-¿Quieres hacerlo?
-No, osea si, pero no, lo pregunto si tienes pensado...
-Me enloquece saber que quieres jugar, cariño. El sexo entre nosotras es fantástico, las demás personas son solo un suplemento.
-Que bien lo has definido, un suplemento.
-De momento, preciosa, te quiero en exclusividad para mí. Los suplementos para otro día.
-Me parece perfecto.

Y como siempre, nos quedamos dormidas, abrazadas.

Nadie te querrá como te quiero yo (2°parte) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora