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El sábado me despierto muy pronto. Estoy agotada por mi trabajo de camarera, pero es lo que hay.
Saber que Natalia está a pocos kilómetros de mi me inquieta en exceso. En casa no digo nada, no quiero que nadie se entere.

-Vamos, princesita- grita mi padre.

Mi hermana mi sobrina y yo salimos de casa con la bolsa de deporte y al llegar al coche me alegro de ver a Fernando.

-¿Vas a venir? - pregunto.
-Dime cuando he fallado yo a una de tus carreras.

Nos dividimos en dos coches. Mi padre, mi sobrina y los padres de Fernando van en uno, y mi hermana, Jesús, Fernando y yo, en otro.

Cuando llevamos nos dirigimos al lugar donde se va a celebrar el evento. Tras hacer cola para comprobar la inscripción mi padre regresa feliz.

-Eres el número 87, princesita.

Compruebo mi móvil. Ni un solo mensaje. Me encamino con mi hermana hacia los improvisados vestuarios que la organización ha puesto. Aquí me quito la ropa para ponerme el mono.

-Alba, algún año tendrás que dejar esto. No vas a seguir dando saltos sobre una moto eternamente.
-¿Y por qué no? A mi me gusta.
-También tienes razón. En el fondo te admiro.
-Aún recuerdo cuando tú participabas.
-Si...

Cuando salgo con mi mono, me encamino hacia donde me esperan mi padre y mi que se puede denominar mi equipo. Mi sobrina salta y está feliz.
Pasa un hombre vendiendo bebidas y mi padre me compra un nestea.

-Aiiiisss, Alba.
-¿Qué quieres, Marina?
-Creo que has ligado. El corredor que lleva el dorsal 66 no para de mirarte y no es por nada, pero el tío es mono.

Es Cepeda, un vecino de Elche. Como siempre, me guiña el ojo y se acerca a mi, tras hablar de nosotros y de las motos, me entrega un papelito que no dudo en coger y nos despedimos.

-¿Qué llevas en la mano? - pregunta mi hermana.
-Mira que eres cotilla Marina. Es su número de teléfono, ¿contenta?
-Ai nena, si pudiera volver a nacer querría ser tú.

Me echo a reír justo en el momento que oigo:

-¡Alba!

Me doy la vuelta y me encuentro con la maravillosa Frida que corre hacia mi con los brazos abiertos. La recibo con satisfacción y nos abrazamos, cuando nos separamos, me percato de que detrás de ella están Andrés, Glen y Natalia.

El estómago se encoge y de pronto toda mi seguridad se esfuma.
Sé lo que supone para Natalia venir aquí. Dolor y tensión. Aún así decido no mirala. Sigo enfadada con ella. Tras besuquear a Frida, saludo con cariño a Glen y a Andrés, y cusndo le toca a Natalia, digo sin mirarla:

-Buenos días, señorita Lacunza.
-Hola, Alba.

Su voz me inquieta.
Su presencia me inquieta.
Todo me inquieta.

-Marina, ellos son Frida, Andrés, Glen y ella es la señorita Lacunza.

En ese instante aparece Fernando.

-Alba, sales en la siguiente manga.

De pronto veo que Natalia y Fernando se saludan con la cabeza y yo miro a Frida.
-Tengo que irme. Frida, soy la numero 87. Deseame suerte.

Cuando me doy la vuelta, Cepeda, el motero de antes, se acerca a mi y nos chocamos los nudillos. Me desea suerte.

Cuando estamos lo suficientemente lejos, le digo a mi hermana.

-Guárdame el número de Cepeda en el móvil, ¿vale?
-Vale, joder Alba, Natalia ha venido.
-Ooohh que emociooon - digo con ironia.
-Alba, ella está aquí por ti, no por mi, ni por otra. Esa tía está loca por ti.
-Ni una palabra más, Marina.
-Por cierto, eso de llamarla por su apellido tiene su gracia.
-¡Marina callate!
-Ya verás cuando se entere papá.
-Ni una palabra a papá de que ella está aquí, te recuero que Natalia y to no tenemos nada.

Llegamos a donde está mi padre. Me pongo el casco, las gafas, la protección.
Tapada por mis gafas de sol, miro donde está Natalia. Lleva unos vaqueros negros y una camiseta de las suyas anchas, la verdad esque está guapisima.
Cuando la pista se abre, los jueces nos colocan en nuestras posiciones. Situada en mi posición, oigo la voz de mi sobrina. Ella ríe y aplaude, pero mu mirada se va a Natalia.
No se mueve. Está blanca.
Cuando el juez baja la bandera acelero y salgo disparada. Tomo buena posición. Salto, derrapo, y al llegar a una bajada disfruto como una loca mientras veo como algunos se caen.

Como era de esperar, me clasifico para la siguiente ronda. Frida se acerca a mi.
-Felicidades Alba. Ha sido impresionante.
Miro detrás, veo a Natalia con Glen en brazos hablando con Andrés.

-¿No vas a saludarla?
-Ya la he saludado.
-Eso de llamarla señorita Lacunza tiene su morbo. Pero, ¿de verdad que no te vas a acercar?
-No.
-Te aseguro que ha hecho un gran esfuerzo por venir.
-Lo sé, aunque yo no la he obligado a venir.
-Vamos, Alba.

Continúo las carreras, y llego a la final. Natalia continúa ahí y la veo hablar con mi padre. El sonríe y le acaricia la espalda.

-Tienes cara de querer una Coca-Cola.

Cepeda y yo nos tomamos un trago, estamos sedientos. Durante un rato reímos y charlamos. Cepeda coge un mechón de mi pelo y me lo pone tras la oreja. Eso a Natalia no le debe de haber gustado una mierda, y así es, veo en su mirada que no, pero me da igual.
En 5 minutos empieza la final, mi padre se acerca:

-¿Estás intentado poner celosa a tu novia?
-Papá, yo no tengo novia.
-Creo que Natalia no piensa así. No da lo vuestro por terminado.
-Me da igual.
-Ojú, eres igual que tu madre.
-Pues me alegro.
-Yo no dejé escapar a tu madre y Natalia no te va a dejar escapar a ti.

La carrera comienza y tras unos sustos, Cepeda queda primero y yo segunda. Cuando pasamos, Cepeda viene hacia mí y me abraza.
Fernando, mi hermana y mi sobrina vienen a felicitarme.

En el podio nos dicen la cantidad de dinero que se ha recaudado. Alucino. Instintivamente sé que Natalia ha donado una ayudita de más. Tras hacerme fotos con todo el mundo, me voy al vestuario a cambiarme. Cuando salgo con el mono en la mano, alguien me agarra del brazo y me da la vuelta. Es Natalia.

-Me muero por besarte.

Y sin decir nada más me besa. Cuando nos separamos dice:

-Esto es como las carreras, quien no arriesga no gana.
-Efectivamente, señorita Lacunza. El problema esque usted ya me ha perdido.

Me separo de ella dándole un empujón y me voy al coche.

Nadie te querrá como te quiero yo (2°parte) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora