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Una tormenta toma el cielo de Múnich y decidimos poner fin al día de compras. Cuando a las seis de la tarde, Marta me deja en casa, veo que Natalia no está, Simona me dice que ha ido a la oficina. Rápidamente subo las compras a la habitación y las escondo al fondo del armario. No quiero que las vea. Me asomo a la ventana y veo al perro abandonado entre los cubos de basura.

Sin pensarlo, voy a la habitación de invitados y cojo una manta, cojo un poco de estofado de la nevera y lo caliento al microondas. Camino con gusto hasta llegar a los cubos.

-Susto... Susto, ¿estás ahí?

La cabeza de un perro aparece tras el cubo. Tiembla, está asustado, debe tener hambre y mucho frío.

-Vamos, susto, come. Está rico.

Pero el perro se esconde y, antes de que le pueda tocar, huye. Eso me entristece, ¿qué le habrán hecho?

Ya son muchas, las veces que lo he visto junto a los contenedores de basura, y dispuesta a hacer algo por él, con unas maderas y unas cajas, le hago una imprevista caseta. En el centro meto la manta y el estofado, y me voy.

Subo a la habitación, me cambio de ropa y bajo al salón con la caja del árbol de Navidad. Flyn está jugando a la Play. Me siento a su lado y dejo la caja a su lado, seguro que le llama la atención.

-¿Te apetece poner el árbol de Navidad conmigo?
-¿El árbol está ahí metido?
-Sí. Es desmontable, ¿qué te parece?
-No me gusta.
-He pensado en crear nuestro propio árbol de Navidad. Y para ser originales y tener algo que nadie tiene lo decoraremos con deseos que leeremos cuando quitemos el árbol. Cada uno escribirá cinco deseos. ¿A qué es una buena idea?
-Es una idea horrible. Además, los árboles son verdes, no rojos.

Que poca imaginación tiene el maldito niño. Respiro, y sigo.

-Lo voy a poner aquí, junto a la ventana.

Sin hacer caso a nadie me pongo música y canto mientras monto el árbol, miro a Flyn, él mira a la televisión concentrado en su juego y cusndo medio termino, veo a mi Icewoman mirándome desde la puerta del salón, tiene el ceño fruncido, mala espina.

-¿Qué es esto? - dice mirando el árbol.
-Según ella, un árbol de Navidad. Según yo, una caca. - contesta Flyn.
-Oye! No es una caca, vale que quizás no pegue con lo que es tu salón pero lo he visto y no me he podido resistir.
-¿Por qué no me has llamado para consultármelo?
-¿consultarlo!
-Si, la compra del árbol.
-No he creído que tuviera que llamarte para comprar un árbol de Navidad
-Mira, Alba, la Navidad no es mi época preferida del año. No me gustan los árboles ni los ornamentos que en estas fechas todo el mundo se empeña en poner. Pero si querías un árbol, yo podría haber comprado un bonito abeto.
-Pues siento que no te guste el periodo navideño, pero a mí me encanta. Y por cierto, no me gusta que se talen abetos para la Navidad, son seres vivos que merecen vivir. Prefiero un árbol de Navidad, aunque sea plástico esto se utiliza todos los años.

Natalia sonríe un poco y yo me lanzo a la defensiva.

-¿De verdad que no te parece bonito tener el árbol?
-No.
-Es horrible, encima quiere decorarlo con cinco deseos para después leerlos y que se cumplan- cuchichea Flyn.

Bajo la mirada, un detalle que hice con todo mi amor se va a la mierda, Natalia me mira y dice:

-Flyn, escribe tus cinco deseos.
-No quiero.
-Flyn...
-He dicho que no!

Natalia se acerca al niño y se pone a su altura, le mira fijamente.

-Flyn, estas navidades son distintas para Alba y para nosotros. Haz lo que te pedimos.
-Vaaaale....

Flyn se levanta y se pone a escribir en la mesa sus deseos, Natalia se acerca y me besa.

-Ya está. - dice Flyn que hace que nos separemos. Natalia le toma el relevo.

-Oye, Alba. ¿puedo pedir lo que sea?
-Si, señorita Lacunza, pero recuerde que pasadas las navidades lo leeremos todos juntos.

Sé por donde va y sus intenciones, maldito sexo.

Llega la noche, después de cenar me voy a lavar los dientes y cuando me voy a ir a la cama, veo a Natalia y a Flyn tumbados.

-¿Ella dormirá con nosotros?

Natalia hace un gesto afirmativo, a Flyn le aterran las tormentas. Me tumbo en la cama y digo:

-¿Os gustan los perros?
-No. - responden a la vez.
-Son sucios, muerden y tienen pulgas.-dice Flyn.
-No es así, si están bien cuidados no pasa nada de eso. - digo yo.
-Me mordió el perro de Leo.
-¿Te ha mordido un perro?-pregunto.
-Si, mira. - Flyn me enseña una marca en el brazo y si, efectivamente. Les deseo las buenas noches y Natalia apaga la luz.

Nadie te querrá como te quiero yo (2°parte) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora