Capítulo 3

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-¡Quítate! -le grite

Él se quitó el casco para contestarme

-No me voy a quitar, he venido por ti

-¿Quién eres? -le dije mientras tranquilizaba a mi caballo

-Me llamo Santiago y  la señora Marina me mando a buscarte

-¡Lárgate de aquí!, no necesito que nadie me cuide

-A mí me parece que sí,  ibas directo a la barranca

-Claro que no, yo sé bien donde está el bosque, nunca me perdería -dije molesta

-No, te equivocas, estas en las laderas del bosque, el bosque queda por haya -dijo mientras señalaba con el dedo

Observe el panorama rápidamente y me di cuenta de que era cierto, iba tan alterada que ni siquiera me daba cuenta en qué dirección iba, el me miro y luego alzo la vista

-Esta llovizna se está convirtiendo en tormenta hay que movernos rápido, ¡vámonos! -ordeno tomando la rienda de mi caballo y jalándolo con el suyo

-Oye ¿quién te crees para hablarme así?

-Nadie, simplemente cumplo órdenes y son llevar a la prófuga con el señor Cortés

-Eres un idiota, ¡suelta mi caballo! -le grite

-Ya te dije que no hermosa -dijo burlándose

Eso me enojo mucho, me baje del caballo de un salto y  empecé a caminar hacia el bosque

-Oye ¿estás loca?, ven aquí -grito

-Púdrete -le grite

Comencé a subir por la arboleda en eso me tomo del brazo y me jalo hacia él, entonces fue que me pude dar cuenta de que era más alto que yo y bastante fuerte

-¿A dónde crees que vas?  -sonrió

-Suéltame -le dije mientras trataba de liberarme

-De verdad que eres una necia, así que no me queda de otra que llevarte por la fuerza

-No te atrevas -lo amenace

-Obsérvame -dijo y me cargo en su hombro como si fuera un costal

-¡Bájame! -le gritaba y lo golpeaba en la espalda

-Ah ¿con que así nos llevamos? -dijo y me dio una nalgada que me ardió mucho

-Eres un atrevido ¡bájame ya!  -le grite. El ya no contesto y me subió al caballo-. Ya salte una vez, puedo volver a hacerlo

-No, no lo harás -dijo mientras se subía al caballo quedando detrás de mí y encerrándome con sus brazos al agarrar las riendas de caballo

Decidí ya no decir ni hacer nada, agradecía que estaba lloviendo, así él no podría darse cuenta que estaba llorando, al llegar se bajó y extendió la mano para ayudarme a bajar, lo ignore y ya que estaba abajo lo empuje al pasar

-¡Que modales!

-Señorita Cortés -dijo el guardia que estaba en la puerta

-¿Señorita Cortés?

-Si ¿te sorprende? -le conteste de mal modo

-Algo, deberías ser más educada por ser la hija del señor Cortés ¿no lo crees? -dijo molesto

-Gracias por traerme a casa -dije sarcásticamente y sonreí

-De nada- dijo de mal modo

Entro junto conmigo a la casa, en la sala estaba mi mamá llorando mientras mi nana le agarraba la mano, mi padre están en su sillón, al verme entrar mi mamá corrió hacia mí y me abrazo

La última princesa azteca Donde viven las historias. Descúbrelo ahora