Capítulo 8

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Voltee a mirarlo y vi que estaba pálido pero ya no pude contestarle porque en ese momento me desmaye.

Cuando desperté, desperté gritando no sé si de miedo o desesperación

-Tranquila, todo está bien -dijo Santiago mientras agarraba mi mano

-Mi mamá ¿dónde está mi mamá? -dije desesperada

-Está muerta -dijo Acoalt

-No, no está muerta, yo la vi anoche

-No, lo que viste fue su espíritu

-¿Su espíritu?

-Sí, su espíritu

-¿Entonces por qué la ataco?
–pregunto Santiago 

-No lo sé, ella pudo matarla en ese momento pero no lo hizo supongo que de cierta manera te reconoció

-¿Pero porque, cómo? -le pregunte confundida

-Ella fue asesinada injustamente al igual que sus hijos así que no va a descansar en paz hasta que se le haga justicia

Término de decir eso y enseguida entro mi nana con comida

-Te traje esto para que comas mi niña

Puso la charola con comida sobre mis piernas pero no tenía ganas de nada mucho menos de comer

-No tengo hambre nana, gracias

-Debes comer, por favor mi niña

-No nana, me siento mal

-Tu nana tiene razón -dijo Santiago

-No, no quiero

Todos me insistieron para que comiera y para darles gusto tome un poco jugo y comí un poco de fruta, trate de levantarme pero me sentí muy mareada y me tuve que acostar de nuevo. Santiago y mi nana se la pasaron todo el día cuidándome ya que me dio un poco de fiebre y me la pasaba dormida

-Tengo mucho frio -le dije a Santiago mientras jalaba la manta

-Debe de ser por la fiebre, pero no te cubras o se elevara más -dijo mientras me quitaba una cobija de encima

-¿Te acuestas conmigo? -le pregunte mientras le hacía un espacio en la cama

-No creo que sea lo conveniente, hay que esperar a que se te baje la temperatura

-Por favor -le rogué

-Está bien -dijo mientras se acomodaba a lado mío y me abrazaba

-Gracias por todo -le dije mientras me acurrucaba en su pecho

-No me tienes que agradecer

Y después de un rato sentí como beso mi cabeza

-Te amo - me dijo en un susurro

-Yo también te amo -le dije con la poca energía que me quedaba

Desperté hasta el siguiente día por la tarde y ya me sentía mucho mejor, me levante, me di un baño, me cambie y cuando llegue mi nana ya estaba en mi cama con comida

-Come mi niña

-Si nana, gracias -dije mientras me sentaba a comer y ella solo me miraba, entonces le ofrecí que comiera conmigo-. ¿Quieres nana?

-Oh no mi niña, yo ya comí

-Vale. ¿Y Santiago dónde está?

-Está afuera con Acoalt, no se ha movido de aquí desde ayer, ese muchacho te quiere mucho

La última princesa azteca Donde viven las historias. Descúbrelo ahora