-¿Te gustaría que Eri y yo tuviéramos hijos? -dijo, al escuchar eso abrí los ojos como platos
-Pues claro -dijo mi nana sonriendo-. ¿Porque lo dices?
-Porque cuando termine todo esto quiero tener muchos hijos con ella -dijo mientras me guiñaba un ojo
-Si, como a ti no te va doler tenerlos -dije sonriendo
-Pues no, pero ¿no te gustaría tener hijos conmigo?
-Claro que si tonto
-Pues ahí está nana, tienes que cuidarte mucho para que estés fuerte y puedas ayudarnos a cuidar a nuestros hijos
-Claro que si mi niño, nada me haría más feliz -dijo con una gran sonrisa
Mire a Santiago y le sonreí, realmente me sorprendía como podía cambiar el estado de ánimo de todas las personas que lo rodeaban con tan solo una pequeña conversación con él, terminamos de comer y justo en ese momento entro Acoalt
-Toda esta listo, la ropa está en su cuarto
-Gracias -dijo Santiago
-Bueno los esperamos afuera
Nos levantamos, le di un abrazo a mi nana y nos fuimos a cambiar, Santiago se veía como la primera vez que lo conocí lo cual me provoco una sonrisa
-¿Qué? -me pregunto sonriendo
-Nada
-¿Entonces porque te ríes?
-Porque me acorde del día en que te conocí –dije aún sonriendo
-Sí, el mejor día de mi vida sin duda -dijo mientras me abrazaba
-Y el mío también
-Debo preguntarte, ¿te caía mal o solo era mi idea?
-Pues solo un poco -dije riéndome
-Así -dijo alzando las cejas
-Sí, supongo que me caíste mal por ser tan guapo -dije mientras lo besaba
-Bueno en ese caso te perdono, no te culpo por enamórate de mí -dijo riéndose, le dio un codazo y luego me beso
-Ya, apúrate que se hace tarde -le dije
-Pues si yo ya acabe, tu eres la lenta que no ha acabado
-¿Lenta? –levante la cejas
-Si lenta -dijo mientras me aventaba la camisa que se había quitado
-Pues sí solo me falta meter todo el cabello a casco, creo que tendré que cortarlo
-¿Qué?, ¡no! -grito
-¿Qué?
-No quiero que te lo cortes, me encanta tu cabello largo
-¿Y por eso tanto drama?
-Pues claro -dijo riéndose-. A ver déjame ayudarte
-¿Qué vas a hacer?
-Tu dejarme esto a mi
-Está bien -dije y me senté al borde de la cama
Santiago empezó a cepillarme el cabello, lo recogió bien y luego me hizo un chongo alto, para después ponerme el casco
-Listo, ya te convertí en un soldado español -sonrió
-Bueno entonces vámonos -dije mientras lo tomaba de la mano
Salimos y ya todo el pueblo nos esperaba, nos miraron y luego hicieron una reverencia, mi nana estaba parada junto a Acoalt que tenía un traje como el de nosotros, le sonreí y luego camine hasta a ella
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La última princesa azteca
Ficción históricaLa historia de una chica que luchará por su libertad y la de su país.