-Lo estaré Acoalt -saque los pies del agua-, aunque creo que he entrenado lo suficiente
Acoalt me miró como tratando de decir algo, lo mire expectante pero al final no dijo nada
-¿Estas bien Acoalt? - preguntó Santiago
-Si, ¿por qué?
-No se, por un momento te viste algo angustiado
-No sólo estoy algo cansado pero bueno esta vez me toca ir a buscar la comida, hay un pueblo a unos minutos de aquí, los veré más tarde
-¿Quieres que vayamos nosotros para que te quedes a descansar? -me ofrecí
-No, estaré bien, los veo en un rato
-Bien
Acoalt preparo su caballo y se fue, Santiago y yo entrelazamos las manos y nos quedamos mirando la luna
-¿Quieres darte un baño? –Pregunto Santiago-, aprovecha ahora que Acoalt no esta
-Es buena idea –sonreí-, pero con una condición
-¿Cuál?
-Báñate conmigo –dije y él sonrió
-Está bien –dijo antes de darme un beso
Y recuperamos el tiempo perdido. Más tarde llego Acoalt, cenamos, hicimos una pequeña fogata y después nos fuimos a dormir.
Tal y como calculamos tardamos dos días en llegar a Teotihuacán, las personas nos recibieron pero nos dijeron que teníamos que dormir en una casa escondidos de los soldados españoles y que además yo no podía entrar a la pirámide hasta el otro día
-¿Quieren salir a la fogata? –preguntó Acoalt
-¿No es peligroso?
-No, no hay españoles y la gente ha decidido reunirse
-¿Quieres ir? –le pregunte a Santiago
-Sí, vamos
-Pues vamos
Salimos de aquella casa y efectivamente muchas personas estaban reunidas, unas platicaban, otras bailaban y disfrutaban de su compañía
-Buenas noches princesa –me saludo un joven
-Buenas noches –sonreí
Mire a Santiago y note que estaba serio, estaba celoso muy seguramente
-Buenas noches emperador –lo saludo al ver la expresión de su rostro
-Buenas noches –contesto serio
-Ven amor vamos a bailar –dije jalándolo del brazo hasta donde estaban todos bailando-. ¿Alguien esta celoso?
-Tal vez –sonrió
-Ay Santi, ¿qué voy a hacer contigo?
-¿Quererme?
-Eso nunca lo dudes –dije antes de besarlo
Estuvimos un rato bailando, cuando nos cansamos nos fuimos a sentar junto a la fogata que habían armado, una mujer contaba historias de los Dioses, la creación del hombre y cosas por el estilo, los niños estaban maravillados con aquellas historias y muchos de los adultos estábamos igual
-Fantásticas historias ¿no? –dijo un joven y enseguida Santiago se puso serio
-Sí que lo son –sonreí educadamente
-Qué falta de cortesía, soy Oscar -dijo estirando la mano-, mucho gusto princesa
-Mucho gusto Oscar, él es Santiago mi…
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La última princesa azteca
Ficción históricaLa historia de una chica que luchará por su libertad y la de su país.