Capítulo 20

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-Lo estaré Acoalt -saque los pies del agua-, aunque creo que he entrenado lo suficiente

Acoalt me miró como tratando de decir algo, lo mire expectante pero al final no dijo nada

-¿Estas bien Acoalt? - preguntó Santiago

-Si, ¿por qué?

-No se, por un momento te viste algo angustiado

-No sólo estoy algo cansado pero bueno esta vez me toca ir a buscar la comida, hay un pueblo a unos minutos de aquí, los veré más tarde

-¿Quieres que vayamos nosotros para que te quedes a descansar? -me ofrecí

-No, estaré bien, los veo en un rato

-Bien

Acoalt preparo su caballo y se fue, Santiago y yo entrelazamos las manos y nos quedamos mirando la luna

-¿Quieres darte un baño? –Pregunto Santiago-, aprovecha ahora que Acoalt no esta

-Es buena idea –sonreí-, pero con una condición

-¿Cuál?

-Báñate conmigo –dije y él sonrió

-Está bien –dijo antes de darme un beso  

Y recuperamos el tiempo perdido. Más tarde llego Acoalt, cenamos, hicimos una pequeña fogata  y después nos fuimos a dormir.

Tal y como calculamos tardamos dos días en llegar a Teotihuacán, las personas nos recibieron pero nos dijeron que teníamos que dormir en una casa escondidos de los soldados españoles y que además yo no podía entrar a la pirámide hasta el otro día

-¿Quieren salir a la fogata? –preguntó Acoalt

-¿No es peligroso?

-No, no hay españoles y la gente ha decidido reunirse

-¿Quieres ir? –le pregunte a Santiago

-Sí, vamos

-Pues vamos

Salimos de aquella casa y efectivamente muchas personas estaban reunidas, unas platicaban, otras bailaban y disfrutaban de su compañía

-Buenas noches princesa –me saludo  un joven

-Buenas noches –sonreí

Mire a Santiago y note que estaba serio, estaba celoso muy seguramente

-Buenas noches emperador –lo saludo al ver la expresión de su rostro

-Buenas noches –contesto serio

-Ven amor vamos a bailar –dije jalándolo del brazo hasta donde estaban todos bailando-. ¿Alguien esta celoso?

-Tal vez –sonrió

-Ay Santi, ¿qué voy a hacer contigo?

-¿Quererme?

-Eso nunca lo dudes –dije antes de besarlo

Estuvimos un rato bailando, cuando nos cansamos nos fuimos a sentar junto a la fogata que habían armado, una mujer contaba historias de los Dioses, la creación del hombre y cosas por el estilo, los niños estaban maravillados con aquellas historias y muchos de los adultos estábamos igual

-Fantásticas historias ¿no? –dijo un  joven y enseguida Santiago se puso serio

-Sí que lo son –sonreí educadamente 

-Qué falta de cortesía, soy Oscar  -dijo estirando la mano-, mucho gusto princesa

-Mucho gusto Oscar, él es Santiago mi…

La última princesa azteca Donde viven las historias. Descúbrelo ahora