Capítulo 9

174 15 1
                                    

-Y he decidido luchar contra los españoles

-¿Enserio? -dijo sorprendido

-Sí y necesito que me entrenes como guerrera

-Por supuesto princesa

-Empezamos mañana

-Como ordenes -dijo haciendo reverencia

Regresamos al Santuario Santiago y mi nana estaba esperándonos

-¿Dónde estabas?, me tenías muy preocupado -dijo Santiago

-Tranquilo, estaba en el lago

-¿Así y que paso?

-Que vamos a empezar una guerra contra los españoles

-¿Una guerra?, no creo que sea la mejor idea -dijo frunciendo el ceño

-Si yo pensaba lo mismo pero me mostraron las consecuencias del país si no lo hago

-¿Y cuáles serían esas consecuencias? -dijo aun sin estar convencido

-Muertes, guerras, en fin cosas horribles pero se pueden evitar si le ganamos a los españoles

El me miró fijamente y suspiro

-Está bien, sabes que te apoyo

-Gracias

Al día siguiente Acoalt se encargó de empezar a preparar todo, reunió a sus guerreros y les explico todo, ellos se encargarían de avisar a los que pudieran, claro sin que lo españoles se enteraran. Santiago y yo fuimos a buscar a Acoalt para empezar mi entrenamiento

-Buenos días -saludamos a Acoalt

-Buenos días –contesto-, ¿estas lista?

-Eso creo. 

-Bien –sonrío-, empezaremos en cuanto llegue 

-¿Quién? -pregunto Santiago

-Un guerrero el será el maestro de la princesa

-Pensé que serias tú -le dije

-No princesa yo ya soy muy viejo,  en cambio él es joven y es el mejor guerrero águila que tenemos

En eso llego un joven alto y fuerte, con el cabello oscuro y un poco largo con ojos oscuros

-Princesa -me saludo

Entonces recordé lo que la luna me había dicho que por fin la gente que no hablaba español me entendería al igual que ellos a mí, y también me di cuenta de que Santiago también podía entenderles

-Hola -le conteste

-¿Esta lista? -dijo sonriendo

-Sí, estoy lista

-Bien empecemos

-Por qué no te vas a desayunar, esto tardara un rato -le dijo Acoalt a Santiago

-No, yo me quedo -le dijo serio

Por lo que note a Santiago no le agradó mucho que aquel joven fuera el que me entrenara y se quedó todo el entrenamiento viéndonos seriamente.

Tres semanas enteras me la pase entrenando con el guerrero y con Acoalt, había días tan pesados que ni siquiera veía a Santiago ni a mi nana, solo los veía en la noche y ya estaban dormidos pero esas semanas me habían ayudado mucho, yo ya era una experta en cuestión de combate cuerpo a cuerpo, con el arco, con la lanza y a protegerme con el escudo, estaba totalmente lista, solo teníamos que esperar a que la gente se juntara para el día en que se rebelaría que soy la elegida.
El entrenamiento había terminado así que por la mañana me levante y Santiago seguía dormido, me fui por una manzana y me la comí sentada en la silla que estaba al lado de la cama mientras veía a Santiago dormir, hasta dormido era guapo y me robaba el corazón, nunca había sentido esto por alguien y me alegra que a pesar de todo siguiera a mi lado. Después de un rato él se despertó y me miró

La última princesa azteca Donde viven las historias. Descúbrelo ahora