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EL FRACASO QUE MÁS DUELE ES EL DE PERDER CONTRA UNO MISMO.

—¿Te quedas a desayunar? —Willow bosteza sin taparse la boca.

Es sábado y por mucho que me gustaría disfrutar de las galletas de la Sra. Sanders debo volver a casa.

Mamá me ha dejado claro que no me quiere una sola noche más fuera.

Supongo que es justo.

Llevo más de tres días durmiendo en casa de Willow.

Ni siquiera entiendo por que su abuela no me ha corrido aún.

Le digo que no y le pido que me despida de la amable viejita que por años me ha hecho de abuela y recorro con las manos en los bolsillos  los pocos metros que me separan de mi amado hogar.

Cuando llego mamá esta al teléfono con alguna de su amigas.

—Sí, vi la receta de la papaya que me mandaste… sí, sí los esperamos esta noche.

Oh... claro, hay cena familiar, ahora todo tiene sentido.

Por eso me quería en casa.

En pocas palabras necesita mano de obra barata para poner en orden la casa.

Paso por al lado de Mónica y apenas si me saluda y me indica el pizarrón donde se asignan las tareas del hogar.

Todas las tareas de Edd, fueron asignadas a mi pizarra.

Genial. 

Simplemente genial.

Papá está podando el patio de atrás  y no me molesto en saludarlo.

Me dirijo a mi cuarto en silencio.

Bueno...A nuestro cuarto. 

Edd duerme como un tronco en su cama, supongo que por los anestésicos que le han dado.

Mi cama esta revuelta y no quiero pensar cuanto tiempo lleva así o el porqué.

Me limito a sacar las sabanas de una vez y las llevo a la lavadora del cuarto de abajo.

Para las 5 pm la casa brilla de pies a cabeza.

Una parte de mi (Gay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora