OH ROMEO...ROMEO...¿Dónde ESTÁS QUE NO TE VEO?
OK... ESA NO ERA LA LÍNEA ORIGINAL.
El asunto con romeo acabó en mi casa.
No era que necesitara que me acompañara, pero dimos unas vueltas por ahí y luego decidí volver.
Digo, Edd me me envió un mensaje diciendo que me quedaban máximo dos horas, le pedí que me avisara cuando pusieran rumbo para aquí.
En cuanto a Romeo, no lo dejé entrar.
No quería que viera las marcas del cáncer que decoraban toda la casa.
Haría preguntas y no quería responderlas. No quería que el formara parte del mundo Cáncer que había montado Mónica.
La había pasado bien con Romeo. Digo, llevaba meses sin pasar una tarde entera donde no hubiera una sola palabra sobre cáncer o sobre Edd.
Incluso con mis amigos siempre estaba presente la enfermedad de Edd, era como una sombra constante a la que me había acostumbrado, pero la tarde con romeo había sido una especie de briza fresca, un alivio, algo que necesitaba incluso aunque no lo supiera.
—¿No me invitas a pasar?
—No. —En cuanto pongo la llave en la cerradura, él pone su mano sobre la mía para detenerme..
—Oye...—Dice acercándose. Y si esto fiera una cita tradicional este sería el momento en el que el chico besa a la chica.
Yo lo sé, él lo sabe.
Casi puedo sentir la tensión creciendo nuestro alrededor.
Es como una orden tacita.
Desvío la mirada al suelo en cuanto intenta acercarse.
—Es mejor que te vayas. —Digo.
—No quieres que lo haga...
No, honestamente no quería que lo hiciera.
Lo había pasado bien con el chico italiano, pero tampoco era como que iba a prostituirme por un poco de compañía.
—Quiero que te vayas. —Alcé la vista para enfrentar sus ojos azules.
Debía estirarme un poco para alcanzarlo y eso me hacía sentir un poco pequeño a su lado. Era incomodo y lindó de una manera extraña. Como si todo mi organismo se estuviera revelando por sentirse bien al lado de Romeo.
Era Extraño. Como de verdad extraño.
Romeo dio un paso más en mi dirección y otra vez lo tenía prácticamente encima.
¡Que estúpida manía tenía de acercarse de esa manera!
—No es cierto. —Estiró su mano y acarició mi mejilla sin apartar sus ojos de mí. Conocía el truco del contacto visual.
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Una parte de mi (Gay)
Teen FictionJed Jones a sus 16 años siempre anda con el ceño fruncido, las manos en los bolsillos y su infaltable caja de Malboros. Lleva años enamorado de la perfecta Amanda Green, el problema a todo eso es que Edd Jones, su gemelo, sale con ella, porque de lo...