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ATACADO POR LADILLAS

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ATACADO POR LADILLAS

Saben, el momento en el que te das cuenta de que quieres acostarte con alguien generalmente le sigue a algún encontronazo romántico o algún sueño húmedo. Yo tuve la mala suerte de que en mi caso fuera lo segundo.

—Ya, despierta. —Sentí unas manos sacudiéndome y me encontré con un par de ojos verde pálidos que sonreían.

—¿Qué carajos, Edd?—Gruñí con la boca seca. 

Había tenido un buen sueño y odiaba cuando me despertaban de un buen sueño.

— Gemías tanto que comenzaba a calentarme yo.—Dijo Edd divertido haciendo que me pusiera como un tomate. —¿Cuándo vas a decirme quien es?

Oh no...

El recuerdo golpeó mi cabeza como un martillo.

Yo, Romeo. Desnudos. Miré mi entrepierna, tenía una erección monumental.

—Sí, te tiene mal hermanito.—Dijo Edd burlón siguiendo mi mirada. Y sin saber que decir. Me levanté y corrí al baño por una ducha fría. Escuché las carcajadas de Edd a mi espalda y joder que deseé con todas mis fuerzas ahogarme en ese momento.

—Ten cuidado con la cortina, luego queda tiesa y Mónica se molesta. —oí y por poco no me patino del susto. ¡maldita sea con Edd! Siempre tenía esa maldita manía de sentarse en el váter a charlarme.

De hecho, en más de una ocasión se puso a cagar mientras yo me bañaba y contarme los detalles de si le había costado o no evacuar.

Edd siempre ha sido un guarro.

Solo que no se notaba, si vieran la maquinita de afeitar con la que se rasuraba me hubieran dado la razón.

Jamás la cambiaba.

La cosa esa estaba toda oxidada y llena de pelos. Era un asco, y cuando la suya ya no daba para un corte más luego agarraba la mía y la dejaba inservible.

—¿podrías darme un mínimo de privacidad?—Dije molesto agarrando la cortina para cubrirme el cuerpo y saqué solo la cabeza para fulminar a Edd con la mirada.

—Nadamos nueve meses en la misma mierda, hermanito. —Me dijo muy tranquilo.

El maldito se estaba haciendo el día a mi costa.

—Privacidad! —Gruñí frustrado.

—Solo vine para recordarte que te depiles las nueces. Ya sabes, a las chicas tampoco le gustan los pelos allí abajo. —Me soltó antes de darme mi preciada privacidad.

¡Gracias a dios!

Miré hacia abajo y no pude evitar pensar en mi look afrotesticular. No sé qué demonios pasó por mi cabeza en ese momento pero creí que rasurarme era una buena idea.

Una parte de mi (Gay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora