LA METASTASIS FUE LETAL PARA TODOS.
Romeo decidió (por ambos y sin preguntarme ) que lo mejor era que siguiéramos de amigos. Ya saben, lo clásico de no soy yo, eres tu, digo, al revés, lo que sea, lo de llámame cuando necesites algo, que básicamente se traduce a piérdete y esa mierda. No insistí digo, no iría tras él, me jodía, sí, pero tampoco es que se encontrara en mi top 10 de prioridades.
En cuanto a Edd.
La operación fue relativamente bien. Consiguieron sacar todo el tumor. El problema vino con los escáneres.
La metástasis en los pulmones.
Nos dejó sin aire a todos.
Sin aire ¿lo entienden? Es un chiste.
Uno malo y negro como los últimos meses de mi vida.
Edd despertó de la anestesia gritando de dolor, tuvieron que darle morfina. Ese día salí corriendo de la clínica, no sé por qué. De pronto sentía la necesidad de moverme y acabe corriendo hasta la acera donde me doblé en dos y vomité.
Vomité hasta caerme de rodillas sobre la nieve mientras mi estómago se vaciaba.
¿Saben? El cáncer no solo mata a quien lo porta, mata la alegría, mata las esperanzas, mata los ceros en las cuentas del banco, mata a las familias y las relaciones. Incluso los matrimonios. El de mis padres no fue la excepción.
Papá se rindió, mamá decidió pelear con tanta fuerza que creo que si de una lucha cuerpo a cuerpo se hubiera tratado Mónica hubiera ganado al cáncer por Nocaut. Pero había cosas contra los que nadie puede pelear, como un matrimonio que termina de fracturarse. Estaba sentado en la sala, escuchando música, Edd estaba durmiendo en nuestra nueva habitación. Últimamente solo estaba ingresado, durmiendo o vomitando. Él no lo decía, pero la pérdida de su pierna lo había afectado más que toda la quimio junta.
Por mi parte había noche en las que iba a dormir con él para hacerle compañía, creo que él no era consciente de eso, tampoco es que lo hiciera por él, otras veces las pasaba en la casa de mis amigos. No había nada que odiara mas que dormir en un cuarto vacío.
Pero ese había sido un buen día, en lo que cabe. Por la mañana nos habíamos reunido a ver una película en familia en el salón principal. Edd había estado todo el rato con dolor. Lo sé porque no prestaba atención a la pantalla y cada tanto miraba el sitio donde tenía el muñón de su pierna cubierto por una manta. Mónica le acariciaba el cabello, y papá estaba sentado del otro lado, yo me senté en el suelo con el balde de palomitas, se sintió bien, como el canto de cisne, por primera vez en meses la familia estaba unida. Casi se sentía como en los viejos tiempos.
Claro que no había manera de apartar aquella sensación aplastante que todos sentíamos en silencio. La aplastante verdad de que Edd estaba en casa por la simple y llana razón que lo habían desahuciado. Simplemente lo mandaron a morir a su casa. Los médicos lo dijeron con palabras mas bonitas pero en pocas palabras se trataba de eso.
Edd moría.
Cada segundo Edd moría un poco más.
Y mientras en la pantalla veíamos furia de titanes yo no podía dejar de pensar que Edd en esa maldita hora había muerto un poquito más. Que cada segundo que pasamos estamos un poco mas muertos que vivos. Y eso es deprimente.
No podia sacarme esa sensación de la cabeza. Todos íbamos a morir, de hecho mientras escribo estas palabras cada segundo estoy un poco más muerto.
Aquello no paraba de dar vueltas. Tal vez era lo mismo con Edd Solo que para él la cosa se había acelerado, y donde nosotros moríamos un poco, el moría mucho más rápido, como si nosotros manejáramos un Ford focus y Edd un audi r8 en la carrera hacia la muerte. Todos llegaríamos al mismo destino solo que él había elegido el mejor coche. El siempre sacaba las mejores papeletas después de todo ¿no?
Estaba pensando en eso, con Nirvana en mis oídos mientras dejaba que el sol besara mi rostro. Me hubiera gustado fumar en ese momento, pero Mónica me había obligado a dejarlo, al menos frente a ella. Creo que quería retrasarme en mi carrera o era que simplemente el hecho de que mi hermano el chico sano y deportista se pescara cáncer era irónico cuando yo llevaba años fumando como chimenea. De hecho, mi estado físico era malísimo, no lograba correr una maldita cuadra sin perder el pulmón, pero según lo escáner que me hicieron por prevención , las cosas conmigo iban normales y de hecho bastante bien para un fumador crónico. Supongo que la suerte por primera vez se había decidido a estar de mi lado.
El caos ese día empezó durante la tarde, mi padre estaba averiguando si el seguro cubría el sepelio y digamos que Mónica entró en momento equivocado. Y las cosas simplemente pasaron. El huracán Mónica se desató.
—¡¿C-Como?!—Mónica estaba tan indignada que las palabras apenas si le salían de la boca. —¡aun respira! —Dijo con los dientes apreados— ¡aun está vivo!
—¿Por cuánto? —Dijo papá por primera vez hablando directamente de Edd —¿Cuánto mas? ¿Cuántos tratamientos más vamos a pagar? ¿Cuánto tiempo va a seguir?
Mamá lo miraba como si estuviera descubriendo a papá por primera vez en su vida y lo que veía no le gustaba para nada. Eso estaba más que claro, lo miraba como si se tratara del ser mas asqueroso que hubiera pisado la tierra. —¿todo por el dinero ? ¿Vas a dejar morir a mi hijo por dinero? Eso... esto no me lo esperaba de ti.
—El dinero importa Mónica y no lo tenemos, pero sí tenemos otro hijo. Que necesita ir a la universidad, que necesita una madre , necesita que lo mires ¿Cuándo fue la ultima vez que miraste a nuestro otro hijo?
—Ni siquiera lo intentes, —Dijo una Mónica indignada y apuntándolo con el dedo índice comenzó a empujar a papá en el pecho—Ni siquiera intentes hacerme sentir una mala madre.
—No se trata de lo que sientas, se trata de lo que es, si seguimos por este rumbo vamos a perder todo el dinero de la venta de la casa y entonces ¿qué?¿ Donde vamos a vivir monica? ¿Dónde va a vivir Jed?
—Nos las arreglaremos. Nos las arreglaremos otras veces, pero no dejare morir a mi hijo por unos dolares de mierda mientras haya algo que pueda hacer por él.
—¡No hay nada por hacer! Edd se muere. Me duele, pero es así, nuestro hijo se muere y tienes que aceptarlo de una maldita vez por el amor de dios...¡Aceptado! –Dijo papá haciendo aspavientos exagerados con la mano.
Se veía tan exasperado que creí que golpearía a mamá. No confiaba en él luego de descubrir que había vuelto a emborracharse. Y aunque Mónica no le notara el aliento yo si lo hacía, yo sabía su secreto, sabía que había vuelto a beber. Así que me metí en medio.
Papá al verme entre él y Mónica dio un paso atrás y se miró a las manos como si no se reconociera a si mismo. Creo que el también se dio cuenta de lo que estuvo a punto de hacer.
—Yo...—Murmuró con la voz quebrada. Sé que lo estaba pasando mal, bueno nadie lo estaba pasando bien para ser exactos.
Mamá clavó sus ojos aguados en mí y luego en papá.
—Vete de mi casa—Le dijo.
—Mónica...—Eso hizo que papá se desinflara e intentara apaciguar las cosas, pero ya era demasiado tarde. La había cagado, todos en esa habitación lo sabíamos y así fue como vi como mi padre era botado de la familia.
— Si tu te rindes, bien. Yo no me voy a rendir, no mientras mi hijo ese vivo. —Le dijo antes de subir furiosa a su habitación.
Ese fue el final de un matrimonio de 20 años.
Mamá se encerró a llorar en el cuarto luego de sacar las cosas de papá a la calle y no supe qué demonios hacer así que agarré a Eddy jr. y me fui al parque. La familia se había roto, Edd estaba roto y en ese momento yo me sentí destrozado.
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Una parte de mi (Gay)
Teen FictionJed Jones a sus 16 años siempre anda con el ceño fruncido, las manos en los bolsillos y su infaltable caja de Malboros. Lleva años enamorado de la perfecta Amanda Green, el problema a todo eso es que Edd Jones, su gemelo, sale con ella, porque de lo...