Dieciocho

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—Ah, es usted Lady Henry. ¿O puedo llamarla Marguerite? Somos prácticamente parientes. —Marguerite se detuvo a la entrada de la cocina. Lord Jungkook estaba sentado junto a la chimenea con una taza de barro en sus manos y un pie apoyado en una mesa de pino.

No había ni rastro de otros huéspedes en la cabaña aunque el fuego ardía en la chimenea y una caldera de vapor estaba en la estufa como si esperase que alguien regresara.

—¿Dónde está Sir Jarry?

—Oh, él no está aquí todavía. Se supone que llegará mañana por la noche de camino de regreso de la costa.

—Entonces, ¿por qué me pidió que me reuniera con usted aquí?

Lord Jungkook se reclinó en su silla y miró hacia ella. La sonrisa en sus ojos murió. —Para ver si era capaz de obedecer órdenes. Muchas mujeres prometen mucho y no pueden cumplir.

Marguerite tocó el cuchillo en el bolsillo tratando de recordar todos los lugares que podría herir a un hombre confiado y dejarlo desvalido.

—Bueno, he demostrado que soy puntual así que buenas noches.

Jungkook sacudió lentamente la cabeza como si regañara a un niño.
—No hay necesidad de ser tan brusca. ¿No quiere compartir este excelente café conmigo? Estoy seguro de que tiene frío de su caminata.

—No realmente.

—No le agrado, ¿verdad?

—No confío en usted, señor.

—Muy bien.

Marguerite se tensó cuando Lord Jungkook  se puso de pie. A pesar de que no era un hombre grande, la pequeña cocina pareció encogerse a su alrededor.

—¿No hay algo que le gustaría preguntarme acerca… por ejemplo de Kim Taehyung?

—Toda explicación que necesito puede venir de él.

—¿Así que no ha dicho mucho acerca de nuestra relación, entonces?

—Me dijo todo lo que necesito saber. Que era pasado.

—¿Y usted le cree?

—Sí.

Él se rió entre dientes. —Y si le digo que en lo que a mí respecta, todavía él es mío ¿Eso va a cambiar su opinión?

—Usted no puede adueñarse de otra persona, señor.

—¿En serio? ¿Ni siquiera si te lo ofrecen en cuerpo y alma?

Marguerite dio un paso atrás y tropezó con el marco de la puerta.
—No, señor.

—Tendremos que ver eso, ¿verdad? —Lord Jungkook la observó con los ojos entrecerrados y ella se tensó por su mirada. —Tal vez usted y yo podemos sentarnos y tener un acuerdo más civilizado. No es como si a Kim le importaría ser compartido, ¿verdad?

—Buenas noches, Lord Jungkook.

El sopló un beso. —Buenas noches, Marguerite. La espero mañana a la misma hora.

—¿Y Sir Jarry va estar aquí?

Jungkook se encogió de hombros.
—Sólo tendremos que esperar a ver, ¿verdad?

Marguerite giró sobre sus talones y se fue con toda la dignidad y la velocidad que pudo reunir. El miedo corría como hielo por su espalda como si temiera que le metieran un cuchillo o un disparo por la espalda. Jungkook era de hecho el diablo. Apenas lo conocía, sin embargo le tenía un poco de miedo. Si Taehyung había estado realmente en sus garras, ¿cómo había sobrevivido?

Perversión. » k.th (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora