Veinticinco

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Marguerite golpeó fuerte la puerta de los alojamientos del Capitán Jung Hoseok y trató de parecer más segura de lo que se sentía.

Esperaba que estuviera en casa pero sabia por experiencia que los oficiales de marina estaban a merced de la marea y los vientos, y a veces tenían que marcharse demasiado lejos rápidamente.

—¿Lady Henry?

Ella fijó una mirada en su cara.

—Capitán Jung, ¿puedo entrar?

—Por supuesto, milady.

Para alivio de ella, él logró ocultar su comprensible sorpresa detrás de una máscara de tranquila cortesía que ella solo pudo envidiar. Caminó hasta la sala de estar, notando una vez como estaba de limpio y como de vacía de efectos personales.

—¿Cómo puedo ayudarla?

Marguerite se sentó. Había pasado los últimos tres días intentando decidir qué hacer sobre Taehyung y finalmente había encontrado el coraje para actuar. Era hora de olvidar sus ideas de nunca ser convencional y de involucrarse. Su familia podría ser inusual, pero al menos la amaban y la apoyaban. Lo menos que podía hacer ella era estar orgullosa de ellos y abrazar su inusual herencia. Solo podía esperar que el Capitán Jung estuviera dispuesto a su sorprendente solicitud.

Se aclaró su garganta. —Necesito su consejo sobre Kim Taehyung.

—¿Mío? No estoy seguro si soy la mejor persona para preguntar. —Se relajó hacia atrás en su silla, una pierna cruzada sobre la otra. —¿Ha hablado con su hermano o con Mr. Kim Namjoon? Ellos le conocen mucho mejor que yo.

—Necesito un muy particular tipo de consejo, el tipo del que usted es un experto.

Sus cejas se elevaron. —No estoy muy seguro de entenderla.

—¿Puedo ser honesta con usted, sir?

—Por supuesto, y por favor, llámame Hoseok.

—Estoy intentando entender las necesidades sexuales de Taehyung.

—Ah.

—Él dijo que no sabe lo que le gusta, que sus gustos han sido formados para él y que necesita experimentar para averiguar sus propios deseos.

Hoseok asintió. —Puedo ver cómo podría sentirse así. Jungkook intentó controlarle, y hasta donde sé, no fue hasta muy recientemente que Taehyung se dio cuenta que hay otras formas de obtener la liberación sexual sin someterse a sí mismo al dolor, la humillación y la completa dominación.

—Él quiere que yo le ayude.

—¿Pero tienes miedo de no ser capaz de proporcionarle lo que él necesita?

—Tengo miedo de defraudarle, de demostrar no ser digna de él. —¿Y por qué ella no le había dicho eso a la cara a Taehyung en lugar de actuando simplemente perdiendo la fe en él?

David la estudió, su expresión evaluando. —¿Y cómo puedo ayudarte con ese dilema? ¿También tienes miedo que te haga daño o hacerle daño a él?

—Sí. —Marguerite inclinó su cabeza. —Me llamó cobarde, y él podría tener razón.

—No creo que seas una cobarde. Tienes derecho a protegerte a ti misma y a él. —Él se inclinó hacia delante, su poderosas grandes manos entrelazadas. —Pero si ayuda, no creo que Taehyung vaya a extrañar los extremos que Lord Jungkook le inculcó. —Se estremeció. —He conocido a hombres que necesitaban ser dominados, y Taehyung no es uno de ellos. No podría ocasionarte dolor tampoco; simplemente no está en su naturaleza.

Perversión. » k.th (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora