Cuatro.

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Taehyung permitió que su ayudante de cámara le ayudara con su ceñida chaqueta azul marino y la acomodara sobre sus hombros. Por los murmurados comentarios de Brody, sabía que se veía bien esta noche y esperaba que Marguerite pensara lo mismo. Era extraño vestirse para salir por la ciudad con una mujer. Cuando no estaba en el trabajo o en casa de Madame Helene, tendía a seguir con sus placeres con un grupo de caballeros que había conocido en su época de estudiante… hijos menores
de familias adineradas y algunos pocos paisanos advenedizos que estaban dispuestos a pagar su pasaje para ser incluidos en la alta sociedad.

—Está listo, señor.

Taehyung le hizo un guiño a Brody, quien le frunció el ceño.
—Gracias, me alegro de tener tu aprobación.

Brody resopló. —Ahora no vuelva con esas finas ropas todas arruinadas, señor.

—Te prometo que las cuidaré. Voy al baile de los Sutcliffs. Dudo que consiga cualquier cosa demasiado peligrosa allí.

—¿Va a un baile, señor? ¿A uno de verdad?

—Sí. No estés tan sorprendido.

Brody sonrió y mostró la falta de varios dientes. —Bien. ¿Está seguro de que no asistirá a uno de esos impíos lugares donde los hombres se visten como mujeres?

Taehyung tomó sus guantes y su capa negra. —No, es un baile real con mujeres reales.

—Bueno gracias al Señor por ello. Pensé que este día nunca llegaría.

—Obviamente, tus oraciones han sido escuchadas, ¿puedo sugerir que sigas orando?

La diversión en el rostro de Brody se desvaneció. —Lo haré, señor, no tenga ninguna duda de eso.

Avergonzado por el brillo de la devoción y la verdadera preocupación en los ojos castaños de Brody, Taehyung le dio la espalda. Ese era el problema con los criados que te habían conocido desde que eras niño… nada era sagrado o secreto.

Parecía que Helene tenía razón y todo el mundo estaba preocupado por él. Sonrió. Tal vez esta noche haría que Brody estuviera orgulloso.

Bajó la escalera principal, su atención fija en los botones de los guantes, y casi se choca con su madre. —Buenas noches, mamá, te ves muy bien. —Se inclinó para besarle su suave mejilla perfumada. —¿Vas a salir o a entrar?

Iba vestida en un pálido raso verde, con perlas en el cuello y en la diadema del cabello. Su piel estaba tan suave y sin arrugas que era difícil creer que era su madre. Había tenido sólo dieciocho años cuando nació Taehyung, una novia de menos de un año tratando de manejar a una casa en duelo por la pérdida de la primera condesa y el secuestro del hijo primogénito.

—Me voy al baile de los Sutcliffs. —La expresión de ella se tensó.

—Supongo que no irás a la casa de Madame.

Ahí estaba de nuevo, esa nota de aprehensión por debajo de su sonrisa tensa. ¿Su comportamiento se había vuelto tan previsible y extremo que incluso su madre se había dado cuenta? Se había esforzado por ocultarle lo peor de sus excesos. Se apresuró a acariciar su mano.

—No voy esta noche a la casa de Madame, tengo otros planes. ¿Tal vez nos vemos más tarde?

Él sintió que su expresión de sorpresa lo siguió hasta afuera de la casa y
entró en el carruaje que lo esperaba.

Perversión. » k.th (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora