THREE

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єυиѕαи ; ғʀσм zєʀσ.
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Las manos suaves del menor acariciaban la taza de porcelana que contenía su café. Estaba nervioso y además de eso, solo podía observar el reloj lamentándose por ser tan mal novio. Se levantó de su asiento y tomó sus pertenencias, pero el peli-negro que tenía frente a él no lo dejaría irse sin obtener una respuesta. Tomó sus cosas y salió detrás del castaño, no podía dejarlo ir de nuevo, no podía perderlo.

— Sanha, dame una oportunidad, por favor. — Habló, tomando el brazo delgado del menor.

— Tengo pareja. — Pronunció apenas entendible y los ojos del peli-negro se abrieron instantáneamente. — Superalo, Dongmin.

El castaño se soltó de su agarre y se alejó a paso firme, pero sus pensamientos no eran tan firmes, Dongmin lo había confundido. El mayor se quedó perplejo, Sanha estaba con alguien más y ya lo había superado mientras que él se mantenía en su postura de volver a ser su pareja. Sin embargo no se daría por vencido, no era de esas personas que se rinden al primer obstáculo, esta vez iba a pelear por el menor. Siguió cuidadosamente al castaño, debía averiguar a quién se estaba enfrentando y de paso saber dónde estaba viviendo. Sanha buscaba las llaves en su maletín, maldiciendo por ser tan idiota y tan mal novio, cometió un grave error al escuchar a Dongmin. Levantó la vista y ahí se encontraba Bin, sentado a un costado de la calle viendo su teléfono mientras daba algun que otro suspiro. Se acercó a paso rápido al mayor y se dejó caer instantaneamente de rodillas al suelo.

— Bin hyung, perdoname por llegar tan tarde. Lo siento mucho, en verdad. — Habló sin levantar su cabeza, esperando aquel tacto cálido en ella que le hiciera saber que estaba perdonado y así fue.

— No te preocupes bebé, no estoy enfadado. Es solo que esperaba tener más tiempo contigo. — Dio un suspiro y con una sonrisa pasó de la cabeza del menor por su mejilla hasta su mentón para luego elevar su rostro. — ¿Te parece ir a cenar por ahí? Solo tú y yo.

— Claro que sí, hyung. — Sonrió y abrazó al mayor. Sin duda era una persona increíble. — Espera a que me cambie. Deja tus cosas aquí y cambiate también, te quedarás a dormir y mañana te daré tu traje planchado y te acompañaré hasta tu trabajo.

— ¿E-Estás seguro? Jamás hemos dormido en la misma habitación. — Dijo el peli-rosa, casi en un susurro, mientras rascaba su nuca.

— No te preocupes, no te dejaré hacerme nada raro aún. — Sanha rió y las mejillas del mayor tomaron color, adornando su linda sonrisa de cachorrito.

Dongmin apretaba sus puños, aquel chico era mejor de lo que esperaba y si era sincero, tenía un rival bastante fuerte y apuesto. Tenía más músculos que él y un rostro muy tierno. ¿Desde cuándo a Sanha le gustaban los chicos así? Rodó sus ojos y revolvió su cabello con desesperación, no tenía forma de salir de esto si el castaño no quería ni oírlo. Sanha y Bin salieron del edificio, el menor colgaba del brazo de este hablando con emoción ya que Bin lo llevaría a probar comida mexicana. Su teléfono sonó, tenía un mensaje y al encender este para ver de quién era, su sonrisa se borró.

"Woonie"

Sanha, por favor, dejame
explicarte todo. Solo dame
la oportunidad de decirte
qué pasó y luego decide
qué harás conmigo...
Te extraño, beagle.

Parpadeó repetidas veces y apagó su teléfono nuevamente para luego guardarlo en el bolsillo de atrás de su pantalón. Bin lo observaba tratando de entender la situación, pero al no recibir alguna explicación del menor, decidió investigar por si mismo.

— ¿Quién era bebé? ¿Te hablaron del trabajo? ¿Ya lo conseguiste? — Indagó, tratando de sonar natural y para nada intrigado... Debía tomar clases de actuación o pedirle a Minhyuk que le enseñara a ser más disimulado.

— No es nada... Solo un viejo conocido me envió un mensaje, pero le responderé luego. — Habló, tratando de sonar despreocupado.

El mayor asintió y ambos siguieron su camino. Dongmin recordó la reunión y aunque no tuviera ganas, debía asistir, o de lo contrario recibiría un regaño por parte de su padre. Se adentró en su departamento que compartía con Lalisa, tomó una ducha y salió nuevamente para dirigirse a la reunión. Sus ganas de dejarse caer en su cama y no levantarse eran grandes, pero no podía hacerlo, no podía dejarse derrotar tan rápido. Observó el edificio café que tenía frente a él, corroboró la dirección y luego entró a paso firme con su maletín de cuero y su perfección que hacía suspirar a más de una secretaria. Se acercó al escritorio de una de ellas y le entregó un papel con la cita que había recibido, pero al instante salió un hombre rubio y algo bajito de una oficina.

— Hola Dongmin. Pasa, te estaba esperando. — Habló el mayor.

— Buenas tardes señor Jinwoo. — Sonrió y ambos se adentraron en la oficina del mayor.

Sanha no paraba de pensar en Dongmin, lo que el mayor le había dicho no dejaba de pasar por su mente. Si a él no le llamaban la atención las chicas, entonces ¿por qué estaba con Lalisa? Quizá estaba reconsiderando si creerle al mayor o no, pero temía que eso se volviera un problema en su vida. Probablemente porque sus sentimientos que intentaba apagar, se encendieron automáticamente al ver los ojos del mayor. Entre ellos surgieron muchas cosas que no podría olvidar. El mayor había sido su primer amor, el primero en su vida y en mostrarle lo que es amar, el primero en enseñarle lo bueno y lo malo de estar enamorado, además de ser su primera vez. Observó a Bin disimuladamente. Era alguien increíble, tierno, cariñoso, muy apuesto, con un corazón de oro y le había demostrado que no todos en este mundo son iguales, pero había un pequeño y ligero problema que no podía ignorar aunque lo intentara con todas sus fuerzas. Él no era Lee Dongmin.

— Oye Sannie, ¿quién es Dongmin?

Continuará...

𝐅𝐑𝐎𝐌 𝐙𝐄𝐑𝐎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora