SIX

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єυиѕαи ; ғʀσм zєʀσ.
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Una parte de él le decía que no debía abrir la boca, pero la otra, dejó salir todo por un impulso. Sanha agachó su cabeza, no tenía forma de volver atrás, ya no podía arrepentirse de lo que acababa de hacer. El mayor mantenía una cara de dolor y sorpresa, su corazón se había quebrado en mil pedazos. Tomó su abrigo y sus cosas para luego comenzar a caminar hacia la puerta, el castaño ya no podía intentar detenerlo ¿De que serviría hacerlo? No tenía excusa alguna para lo que acababa de hacer.

- Cuando sepas lo que sientes... llamame... Por ahora, lo que teníamos se desvaneció. - Fue lo último que dijo y salió del lugar.

Era bastante tarde y Sanha seguía llorando y pensando en lo que pudo hacer mejor, pero el daño ya estaba hecho y todo gracias a su inmadurez tan obvia que lo arruinaba todo. Sus sollozos se vieron interrumpidos por el sonido de su teléfono, Dongmin estaba llamando y sus deseos lo obligaron a contestar.

- Sanha... Disculpa los problemas que te causé, realmente solo quería poder verte. - Dijo el mayor del otro lado de la línea.

- Eunwoo ¿Por qué no paras de buscarme? Fuiste tú quien arruinó lo que teníamos ¿Y ahora quieres volver? - Preguntó el menor, mientras aún secaba sus lágrimas.

- Ven mañana a la cafetería que está cerca de mi departamento, necesito que esta vez si me dejes explicarte todo.

- No. - Dijo el menor, casi inaudible. La culpa de lo sucedido con Bin lo estaba destrozando. - Apenas acabo de romper con Bin y no siento que verte sea correcto.

- Pues no podrás deshacerte de mi con facilidad.

El pelinegro cortó la llamada y Sanha lanzó su teléfono al otro extremo de su cama. Dongmin estaba dando vueltas en su habitación, necesitaba conseguir el perdón de su amado y mientras más tiempo dejara pasar, más difícil sería. Lalisa solo lo observaba tratando de entender su situación, pero le era complicado, ella y Rosé estaban juntas después de todo. Sin más que hacer, el pelinegro se dejó caer sobre su cama y siguió con su sueño profundo, debía levantarse temprano para buscar al menor. Sanha se levantó y se vistió, había recibido un mensaje de la secretaria de Jinwoo, de modo que iría a su nuevo trabajo. Se arregló, se perfumó y cuando estuvo lo más presentable posible, salió de su casa con seguridad, la cual se esfumó cuando se dió cuenta de que Bin estaría ahí. Su corazón se volvió una pazita de uba, arrugado y seco como tal fruto ¿Con qué cara lo miraría después de aquel error? Debía hacer algo para pedirle perdón, debía lograr que este dejara de lado su orgullo y así recibir aquella tibia caricia en su cabeza otra vez.

Dongmin caminaba por el lugar junto a ese peli-rosa apuesto que se había llevado a su amado. Debía ver como era la compañía con la que trabajarían él y su padre.

- Y eso es todo. No tengo mucho más que mostrarle, señor. - Habló con total seriedad el menor, parecía estar realmente mal.

- Muchas gracias. - Dijo el pelinegro y, dispuesto a irse, dió media vuelta, pero su mano fue tomada.

- Aguarde... - Dijo Bin, sosteniendo su mano con violencia. Parecía que quería cortar su circulación si pudiera - ¿Por qué buscas a Sanha? ¿Por qué después de que pasara un año de su rompimiento?

Los ojos del mayor se nublaron, hablar de aquello no le hacía sentir cómodo y no solía contarle a nadie como se sentía o cosas así. Sin embargo, este no había preguntado nada acerca de sus sentimientos, sino sobre su afán de volver a obtener al menor. Se soltó de la mano del otro joven y, con la poca fuerza que tenía, levantó la cabeza para observarlo.

- Es una larga historia. Pero yo lo amo, no es un simple sentimiento pasajero, yo haría lo que fuera por él. Y si, cometí errores, pero no fueron por desición propia. - Dijo y se alejó del menor con el rostro totalmente cambiado, ya no tenía su sonrisa.

Iba a ir en busca del menor, pero este entró como flecha a la compañía y al cruzarselo se quedó viéndolo totalmente embobado. A Sanha le estaba por dar un paro cardíaco, no solo había olvidado que Bin estaba en esa compañía, sino también, que Dongmin estaba haciendo negocios para unirla con la suya. Por falta de comentarios decidió guardar silencio y continuó su camino hacia dentro del lugar, pero el mayor si tenía comentarios que decirle.

- Sanha... ¿Podemos hablar? - Preguntó, con aquella mirada suplicante que lograba sacar lo que quisiera de los demás.

- Ahora no, tengo mucho trabajo. Es mi primer día y quiero demostrar que soy de confianza y un buen trabajador. - Dijo el menor y se alejó unos pasos. Sin embargo, el deseo le jugó en contra nuevamente. - Al salir vamos juntos a la cafetería que dijiste.

¿Se arrepentía de haber dicho aquello? Quizá, pero ya no había oportunidad de quejarse por sus actos premeditados, era hora de hablar con Dongmin como un adulto maduro y hacerse cargo de sus sentimientos. El mayor tenía una oficina para poder estar ahí por un día, debía ver el funcionamiento del lugar, sin duda los Park no usaban los mismos programas de edición que ellos y aún así tenían un buen contenido. Sanha entró, llevaba un café, pero en ese momento comenzó a recordar su pasado como fotógrafo en jefe en la compañía Lee. Tocó la puerta con nervios, estaba perdido, quería empezar a hacer las cosas bien y si quería mantenerse como editor y fotógrafo en aquel lugar, debía hacer lo que sus superiores dijeran. Entró luego de que el mayor se lo permitiera, sentía que moriría.

- ¿Recuerdas cuando entrabas a mi oficina? Era costumbre... Una costumbre que espero repetir nuevamente. - Dijo el pelinegro, agachando su cabeza.

- No tienes vergüenza. Por tu culpa todo eso acabó. - Se quejó el menor, dej!ndo el vaso de café en el escritorio.

- No fue mi decisión. - Habló.

- ¿Q-Qué?

Continuará...

𝐅𝐑𝐎𝐌 𝐙𝐄𝐑𝐎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora