11-Ciudad Trigal

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Ninguna alarma sonó, ningún pokemon los despertó, ni siquiera la luz del sol fue la responsable de que se despertasen. No. Lo que les despertó fueron los frutos de un sueño reparador, que en el momento que el cuerpo hubo recuperado todas sus fuerzas, empezaron a despertar de uno en uno, siendo Saya primero, luego Eco y para finalizar, se despertó Aiko, encontrándose a los otros dos, frotándose los ojos y con todo el pelo enmarañado y la ropa arrugada.

-Buenos días.- Susurró Aiko pasando se la mano por el pelo, para intentar quitarse los nudos, y luego estirarse con un pequeño gruñido.- Dios... me duele todo.

-Piensa que dentro de poco te esperan siete horas de viaje en lo que podrás descansar.-Dijo Eco en un intento por tranquilizarla, pero el realismo de Aiko tuvo que salir en su contra.

-Sí, y luego me queda otra caminata hasta ciudad Carmín.

-Y eso que es la positiva.- Dijo Saya mientras se levantaba, y miraba la hora.

-¿Qué hora es?-Preguntó Eco.

-La de irnos, o se nos hará tarde

Salieron a la reserva, viendo como Gengar, Charizar, Bayleef, Croconaw y Quilava jugaban con los otros pokemon, mientras la cuidadora de la noche pasada les tiraba objetos al aire o por el suelo que tenían que recoger.

-Ahora entiendo algunas cosas.- Susurró Aiko con mala cara.

-Buenos días, realmente quedasteis cansados a noche.- Dijo la chica en cuando se dio cuenta de que estaban en la puerta, esperando a que sus pokemon regresasen.

-La verdad es que si, muchas gracias por dejar que nos quedemos.- Dijo Eco con una amable sonrisa, haciendo una reverencia, que en seguida las chicas imitaron.

-Muchas gracias.- Dijeron ambas a la vez con una amplia sonrisa.

-De nada, espero que os vaya muy bien en vuestro viaje.

-Eso esperamos, nosotros ya nos vamos.

Tras esas palabras, los pokemon volvieron a la pokeball, a excepción de Charizar y Gengar que pusieron a planear encima de sus cabezas, mientras salían de la guardería y empezaban a recorrer la ruta 34.

Era larga, no la más larga del mapa, pero no fue precisamente de las rutas que son coser y cantar. Ya quitando la parte del Encinar, la ruta 34 estaba llena de praderas y lagos, y muchos entrenadores con los que combatir, por lo que los tres se tomaron un momento para agotar parte de las energías recuperadas y fortalecer todo lo que pudieron a sus pokemon, y no solo los recibidos, sino los que ya tenían de antes.

Agradecieron los abrigos que se habían comprado, puesto que al estar al lado del mar, el aire era bastante frio y en más de un ocasión se encogieron, aunque en ningún momento tuvieron la sensación de que fuera un aire helado como los de Suicune.

En cuando vieron la torre radio de ciudad Trigal, Saya sonrió emocionada al volver a ver su ciudad natal después de tantos años fuera, y empezó a correr hacía las puertas de esta, dejando a Gengar levitando tras ella y Aiko y Eco corriendo unos metros por detrás con Charizar planeando encima de ellos.

Ciudad Trigal era enorme, como decían los de la región, era la metrópoli de Johto, lo primero que vieron los chicos fue el gran centro comercial de seis plantas que había nada más entrar, al lado del centro pokemon, hacía la izquierda, por encima de los edificios, sobresalían las antenas de radio, y algunas personas salían de sus casas con algunas monedas en los bolsillos, listas para ir al casino de la ciudad. Pero por mucho que Aiko buscó, no supo ver ni el gimnasio ni la estación del magnetotren.

-Por aquí.- Dijo Saya mientras se paraba delante de una casa, y empezaba a llamar la puerta con frenetismo, hasta que una mujer de pelo negro y más baja que Saya abrió la puerta.

Pokemon. Atrapados en Jotho (Completa)Where stories live. Discover now