23-La medicina de isla Orquidea

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En cuando Aiko había tenido el ingrediente en sus manos, los pokemon se habían ido dispersando, y Charizar regresó a la pokeball, como si todos hubiesen tenido un papel importante en todo aquello, y una vez cumplido se retiraban. El único que esperó fue Arcanine, el cual se acercó a los entrenadores y poco a poco los fue cargando, ayudándolos a subir, para luego volver a usar el ataque velocidad extrema para dirigirse a la salida del acantilado.

Había pasado escasamente una hora des de que habían entrado allí dentro, pero para cuando la brisa del mar les tocó la cara, les daba la sensación que habían pasado años allí dentro.

Su cuerpo estaba completamente deshidratado y con quemaduras leves por todo el cuerpo. No tenían fuerzas, y a penas se mantenían conscientes y receptivos a lo que pasaba a su alrededor. Les costó un poco asimilar que lo habían conseguido, que a pesar de las duras circunstancias habían conseguido dar con el ingrediente y que ya volvían a estar fuera, con Aníbal y el boticario hablándoles, sin entender que les decían.

Aquello fue lo único que recordaron de su salida del acantilado.

Aníbal y el boticario se dieron un buen susto al ver que no reaccionaban, por lo que mandaron a uno de los pokemon de Aníbal a buscar a la enfermera Choi para que les trajera suero. Cayendo inconscientes en lo que la chica tardó en llegar y teniendo que ser intervenidos allí mismo, con la ayuda de la gente que quedaba en el pueblo.

Para cuando despertaron, ya no estaban en la playa. Se escuchaba el rumor del agua, eso si, pero estaban tumbados en una cama, con el cuerpo vendado casi por completo, y una botella de suero conectada directamente a vena. No hacía calor en absoluto, y de fondo, en medio del silencio, se escuchaba el leve sonido de un motor de aire acondicionado encendido.

Saya fue la primera que en cuando se despertó, empezó a beberse la botella de agua que tenía al lado de la cama, dejándola vacía al poco rato, para luego darse cuenta del plato de comida que tenía en la mesita de noche, notando un rugido en el estomago que le recodó que hacía casi 24 horas que no comía nada.

Para cuando Aiko se despertó, Saya estaba acabando de comerse su plato. Pero a diferencia de la primera, Aiko despertó estresándose. Lo primero que vio, no fue la botella de agua, sino que no tenía su cinturón de las pokeballs y empezó a buscarlo desesperadamente con la mirada, sin ver que Saya estaba ya despierta y se la miraba en silencio, a la espera de ver que hacía.

-Creo que estamos en el gimnasio de Aníbal.- Dijo en el momento que Aiko ya hacía el gesto de levantarse de la cama, haciendo que frenase y la mirase. -Seguramente que las pokeballs las tiene él.

-Crees que... ¿Ya los están curando?

-Ni idea, no se que hora es, ni cuanto se tarda en hacer esa medicina.-Aiko se puso de pie con cuidado, cogiendo los pantalones cortos y la camiseta planchada que había estado llevando todo el viaje, dándose cuenta en ese momento que no había pasado precisamente poco tiempo.

-Nos han lavado y planchado la ropa.- Dijo enseñándoselo a Saya, que enarcó las cejas.

-Venga ya, será una parecida, no puede ser que hayamos estado tanto tiempo inconscientes.- Dijo Saya saliendo de la cama y avanzando hacia su ropa, viendo como era exactamente la misma.

Una sombra alada, hizo que el sol dejase de iluminar la habitación por un momento y ambas se giraron sin poder creérselo.

-¿Charizar?

Ambas chicas salieron corriendo de la habitación, poniéndose la camiseta y los pantalones mientras recorrían el pasillo de madera, hacía unas escaleras. Las bajaron casi empujándose llegando a un comedor donde vieron a Aníbal con su Primeape mirando un torneo de lucha.

Pokemon. Atrapados en Jotho (Completa)Where stories live. Discover now