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El guardia nos empujó hacia afuera haciendo que todas nos chocáramos. Seguimos avanzando alejadas apenas unos milímetros la una con la otra hasta llegar al patio exterior. Hoy sería el grandioso día de “picar piedra”. Era algo así como en las películas o en los dibujos animados, solo que quitándole todo lo divertido.

¿De qué estoy hablando? Nunca es divertido picar piedra, ni siquiera en las películas.

Todas tomamos un pico y nos dirigimos a la gran masa de piedra que había en la prisión. ¿Alguien puede explicarme por qué había una cosa así aquí?

—Formen parejas —grito el guardia—. Elijan bien, serán encadenas a ella por el resto del día.

Empecé a caminar entre las intrusas para buscar a Clarisse. Por ahora era la única que me caía bien entre las mujeres. Continúe observando alrededor y me topé con Clarisse y otra siendo encadenadas juntas. Maldecí internamente. Ahora debería encontrar a otra.

—¡Edwards! —Me gire para ver al guardia caminando con la chica del comedor del otro día—. Serás compañera con ella.

Esto debía ser una maldita broma.

Una muy mala broma.

Se agacho y puso una de las cadenas en mi pie antes de que pudiera protestar, luego hizo lo mismo con el de ella. Estábamos oficialmente obligadas a estar a menos de 1 metro una de la otra.

—Comiencen.

La mire furiosa y luego tome mi pico para luego empezar a golpearlo contra la roca. Ella empezó a hacer lo mismo y así todas. Todas haciendo pequeñas piedritas un pedazo gigante de piedra.

El sol estaba en lo más alto del cielo y alumbraba con todo su resplandor provocando que empezáramos a sudar. Me limpie una gota de sudor que caía en mi frente.

—¿Podemos parar? Hace demasiado calor —pidió una chica pelirroja a 3 metros mío.

—No, deben seguir —dijo firme el guardia desde la sombra—. Deben cumplir con otra hora y luego podrán descansar.

Se escucharon las maldiciones y los gritos de protesta.

—¡Cállense! ¡O tendrán 1 hora extra!

Algunas volvieron rápidamente al trabajo mientras que otras miraban a los policías con odio. Yo seguí mi trabajo sin protestar. No quería cocinarme frente al sol durante otra hora.

—¿Es enserio lo que dijiste? —pregunto la chica encadenada a mí. Me gire para mirarla y levantar una ceja—. Lo de que mataste a dos personas.

—Así es —conteste sin problemas. Volvió al trabajo sintiendo aun su mirada en mí—. ¿Tienes algún problema en eso…

—Michelle.

—¿Tienes algún problema con eso Michelle?

—Sí que lo hay —siseo—. Se supone que aquí soy yo la que manda, no tú.

—Jamás dije que yo mando.

—Pero lo haces. Todos te tienen miedo aquí.

Deje de picar y mire seriamente a Michelle.

—Eso no es cierto —masculle.

—Pues mira a tu alrededor.

Aunque todos mis sentidos decían que no debía hacerle caso, lo hice.

Todas las mujeres volvieron a los suyo rápidamente dándome miradas rápidas cada tanto. Mire detenidamente a cada una y note como su cuerpo solo se erizaba al sentir mi mirada. Algunas volteaban a verme. En sus ojos se reflejaba el miedo y el temor escondido.

Love in Prison » zerrie PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora