#11

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Era hoy. Hoy era el día en que Zayn y yo… bueno, todos sabíamos.

Estaba en la celda, esperando a que los guardias me sacaran para poder ir a almorzar algo a la cafetería. Me encontraba sentada en el suave colchón, pensando en lo que haría esta noche. <<¿Realmente voy a hacerlo?>> me pregunté por novena vez. Pero sii. No había otra opción. Era con Zayn o con otro de los horribles hombres que me realmente sufrir.

—Vamos —dijo el guardia, abriendo la reja y dejándome espacio para poder salir. Caminamos hacia el viejo lugar con olor a muerto y me susurró: —Espero que esta noche lo hagas bien.

Me giré a mirarlo sorprendida.

—¿Tu sabes? —le pregunté.

El solo se limitó a asentir.

—Es la noticia entre todos los guardias. Lo siento —agregó, dándose a vuelta y saliendo del comedor.

Me quedé unos segundos mirando la puerta con la boca abierta, pero al notar las miradas de las demás, me di la vuelta y tomé una bandeja.

—¿Perrie? —preguntó Clarisse, sentándose a mi lado en la mesa.

—¿Qué ocurre? —le pregunté, sin mirarla. Tomé una cucharada de “comida” y me lo llevé a la boca.

—Te ves triste. Y algo enojada.

—Tal vez es porque me siento triste y enojada.

Clarisse se sorprendió por unos segundos, pero luego asintió.

—¿Que ocurrió?

—Lo siento, no puedo decirte. Es algo… privado.

No pensaba decirle a ella lo que iba a ocurrir esta noche. Apenas la conocía, no confiaba en ella.

—Vamos —insistió—. ¿Te metiste en problemas? ¿Sedujiste a un guardia? ¿Destruiste algo de la prisión y deben matarte?

—Claro que no —negué. ¿Que tenía la chica en la cabeza?

—¿Entonces?

—¡No te importa! —estallé. Las demás chicas del comedor se giraron a mirarme confundidas y asustadas. Michelle, la chica con la que había tenido ciertos problemas, casi se levanta para buscar al guardia. Clarisse se quedó quieta en su lugar, mirándome sin siquiera pestañar. Luego se aclaró la garganta y bajó la vista.

—Perdón por molestarte —dijo calmadamente, tomando su bandeja y comenzando a ponerse de pie.

—Clarisse —dije, tomando su mano. Me miró—. Lo siento. Por favor, quédate.

Ella asintió luego de unos segundos y volvió a sentarse.

—Es algo no agradable de contar —le expliqué—. Yo debo… Agh. —Rodé los ojos—. Ponte cómoda.

No entendía porque estaba contándole sobre esto, no sabía porque me resultaba tan fácil decirlo, como si fuera algo normal, ni tampoco él porque de sus repentinas lagrimas, pero no me lo pregunté.

—¡Es tan triste! —Exclamó, limpiándose las mejillas—. Y raro —agregó frunciendo el ceño.

—Ni que lo digas —dije—. No sé qué hacer. Mi única opción es esa.

Clarisse asintió.

—¿Qué tal si…? —la palabra quedó en el aire.

—¿Si…? —la ayudé.

—Lo siento, no tengo nada.

Suspiré. No sé porque me sentía peor, después de todo yo ya lo había pensado durante toda la semana y seguía sin ninguna segunda opción.

Love in Prison » zerrie PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora