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Seguí caminando por el pasillo hasta llegar de nuevo al patio. Todos los hombres seguían en la misma posición, coqueteándoles a las mujeres; y ellas, respondiéndoles con sonrisas estúpidas. Seguro que las pobres debían estar desesperadas. Mire uno por uno hasta encontrarme con Mike. Le estaba hablando a una rubia con tatuajes y que parecía que su escote iba a explotar en cualquier momento.

Camine hacia el ocultando el cuchillo en mi espalda. Me puse detrás de él y le toque el hombro, haciendo que se diera la vuelta. Me dio una asquerosa sonrisa, la cual tuve que responder.

—Mira a quien veo —dijo, dándole una asquerosa mirada a todo mi cuerpo, deteniéndose en ciertos lugares.

—Hola Mike —le dije en tono seductivo—. ¿O mejor dicho, hombre de mis sueños?

—Al fin lo has aceptado —todo esto estaba dándome unas enormes nauseas, pero debía continuar.

Asentí dándole otra sonrisa. —¿Qué te parece si vamos hacia allá? Nadie podrá vernos —susurre en su oído dándole unos escalofríos—. Podemos hacer lo que queramos.

El hombre no tardo en entenderme, provocando otra de sus horribles sonrisas de dientes amarillos. Me tomo de la cintura y caminamos hacia el callejón, el mismo donde había encontrado a Zayn.

Cuando llegamos, agarro fuertemente mi cintura y me beso duramente, haciéndome estrellar contra la pared. Sus manos se fueron de mi cintura y corrieron a mi trasero, apretándolo. Sentí unas enormes ganas de vomitar, pero me las trague. Puse una mano en su pecho y, cuidadosamente, saque el cuchillo de mi espalda. Puse la mano con el cuchillo en su espalda y me separe de él.

—Vamos preciosa, no nos detengamos ahora —dijo, intentando volver a besarme.

—Yo que tu si lo haría, Mike.

Sus ojos miraron los míos, buscando una respuesta a mis palabras. Qué gran idiota.

—¿Sabes dónde estamos? —le pregunte.

—En un callejón.

—Voy a serte más específica. Este es el mismo callejón donde dejaste a mi amigo, Zayn Malik para que muriera —sus ojos se abren más de lo normal—. Y ahora, quiero mi venganza —apreté el cuchillo en su espalda para que entendiera que no era una broma.

Podía sentir el miedo recorrer cada parte de su cuerpo, dándome una extraña felicidad, aunque sonara masoquista. El mismo se había ganado lo que estaba a punto de hacerle, no era ningún capricho mío o algo parecido, aunque debía admitir que una pequeña parte de mi había planeado esto antes de saber lo que había hecho.

Intento retroceder, pero apreté aun más el cuchillo contra él. No tardaría mucho en que empezara a sangrar.

—¿Qué vas a hacerme?

—Mi idea principal, es matarte —respondí. Su vello se erizó y escuche su corazón latiendo más rápido—. Pero, solo voy a advertirte. Si otra vez tocas a Malik serás hombre muerto.

El asintió llorando a lágrima viva. Ay por Dios, encima era una niña llorona.

Le enterré el cuchillo en su pierna. Soltó un alarido y cayó al piso, intentando parar la hemorragia que crecía en su pierna derecha. Me acerque a él y puse mi cara a unos centímetros de la suya.

—Si le dices a alguien de esto, te mato —le advertí. El asintió rápidamente.

Me fui de ahí con una sonrisa. Camine hacia la enfermería de nuevo, tirando el cuchillo en una de las papeleras. Sin evidencia, no podrían culparme. Entre por la enorme puerta blanca con una cruz roja pintada en el medio, la enfermería.

Vi a Zayn siendo revisado por una de las enfermeras, una chica pelirroja con bata. Me quede esperando hasta que terminara, lo que ocurrió en unos minutos. Me acerque y me senté en la silla de su lado.

—¿Cómo estás? —le pregunte. Le habían puesto unas vendas y unas cremas por toda la cara, haciéndolo ver divertido.

—Mejor. Las enfermeras se han encargado de curarme —dijo, señalándolas con un ademan de cabeza. Las tres chicas se sonrojaron al instante y comenzaron a chillar entre ellas, soltando risitas.

Una punzada de celos me recorrió por todo el cuerpo. Esas tres idiotas seguro que estaban locas por él, y era obvio que ellas mismas le darían otra paliza para que volviera a la enfermería.

Esperen, ¿había dicho celos? ¿Había dicho que tenía celos, por Malik? No, eso era imposible. El solo era bueno, agradable, sexy y amistoso, además de seguro la mejor persona del mundo, nada más. No podía sentir celos por él, apenas nos estábamos conociéndonos. O, ¿era que me estaba enamorando de él?

Me di una bofetada mental. No, eso no era verdad. Mi cabeza solo estaba dándome una mala pasada, eso era todo.

—Dicen que me podre ir en un par de horas —continuo, sacándome de mis pensamientos.

—Eso es genial —le sonreí. Luego volví a recordar que estaría sola en el taller y no tendría a nadie con quien hablar.

—Hey, ¿Qué ocurre?

—Nada —dije—. Estoy sola allá dentro y bueno, tú eres el único al que no quiero darle una patada en los huevos ahí.

El rio. —Creo que debo sentirme alagado —dijo divertido—. Mmm… tal vez me dejen salir antes y podamos estar juntos.

«Si tu se los dices, estoy segura que te dejaran.» Pensé.

Finalmente, las enfermeras dejaron salir a Zayn. El, como buena persona, les agradeció por cuidarlo. Ellas asintieron y le dijeron que si necesitaba otra cosa, que fuera con ellas. Mientras ellas decían eso rodé los ojos. Me estaba aburriendo.

Volvimos al taller y mientras Zayn hacia su trabajo, charlábamos sobre cualquier cosa. El decía unos chistes malísimos a los que yo reía solo por lastima. Era muy malo en eso.

Mike entro a la sala atrayendo la atención de todos. Tenía una venda en su pierna, justo donde yo le había clavado el cuchillo. Sus ojos recorrieron todo el lugar, hasta detenerse en los míos. Me miraron con miedo y cautela, esperando que en algún momento pudiera atacarlo.

—Mike, ¿Qué te ocurrió? —pregunto uno de los convictos junto a él.

Otra vez me miro, solo que esta vez achine los ojos con furia. Se volvió al otro y negó con la cabeza.

—Me caí y había un vidrio en el suelo. No ha sido nada lindo —contesto.

Todos asintieron y volvieron con sus trabajos. Le di una última mirada de advertencia a Mike y volví a charlar con Zayn. Este parecía metido en mundo, miraba la pared como si fuera lo más interesante del mundo. Luego se giro hacia mí.

—¿Has sido tú, verdad? —susurro. En vez de una pregunta parecía una afirmación—. Tú le hiciste eso.

—No, no lo hice —mentí. Ahora lo único que me faltaba era que el único amigo que tenía se viniera en mi contra, delatándome con los policías.

Se me quedo mirándome unos segundos. Sus ojos avellana están fijos en los míos, buscando cualquier rastro de mentira en ellos. Se rindió y continuo trabajando.

Ingenuo Malik.

Love in Prison » zerrie PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora