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—Perrie, por favor, escúchame.

—¡No pienso hablar contigo, Zayn! ¡Aléjate! —le grité, dándome la vuelta y continuando con mi camino.

Un nuevo día había comenzado hace unas horas y con él, un nuevo día de trabajo. Todo había salido bien: ninguna chica me molestó, el guardia mantuvo su boca cerrada y el almuerzo no había escapado de mi bandeja. Hasta que llegó la hora de ir al taller. Zayn estaba ahí, y yo no quería verlo.

Pero era obvio que él tenía planes diferentes. No había dado un paso adentro cuando me él me agarró el brazo diciéndome que necesita hablar conmigo. Me había soltado y le había dicho que se fuera al diablo y que no regresara, pero no había dejado de insistir.

—Por favor, Perrie. Dame cinco minutos. Es todo lo que te pido.

Gruñí y me di la vuelta, quedándome cara con él.

—Cinco minutos, ni en un segundo más ni uno menos.

—Gracias.

Caminamos hacia el banquito de la sombra y nos sentamos, dejando una distancia entre nosotros. Zayn intentó acercarse un poco, pero le lanzó una mirada indicándole que se quedara en su lugar.

—Empieza —le ordené cruzándome de brazos.

—Primero, lamento todo lo que dije ayer en la sala de Placas —me dijo—. No sabía lo que decía. Mi boca se movía sola.

Rodé los ojos y miré hacia otro lado.

—Segundo: ahora tendrás que pasar por mi novia. A menos que quieras que ellos —señaló con la cabeza a los matones de la reja— te marquen realmente.

Miré a los hombres hablando con las chicas del otro lado de la reja. Las mujeres se habían desprendido unos botones de su traje haciendo lucir sus pechos. Miré asqueada como mantenían fijos los ojos en las delanteras de ellas. No podía creer que habían caído tan bajo como para permitir eso.

—¿Por qué lo hiciste? —Le pregunté finalmente. Era hora de llegar al punto de toda la conversación—. ¿Por qué les dijiste que era tu novia?

—Ya te lo dije, no quería que te hicieran “suya” —soltó la última palabra con asco.

—Eso explica algunas cosas, no otras. ¿Por qué les dijiste que era suya al principio? ¿Por qué hiciste esa estúpida apuesta? ¿Por qué me besaste? —susurré.

Sus ojos avellana miraron sus manos como si fuera lo más interesado del mundo.

—Es algo… complicado —balbuceó luego de unos segundos.

—¿Qué pasa, Zayn? —le pregunté, dejando ver lo alterada que estaba—. ¿Lo hiciste porque tienen a tu hermana escondida? ¿Por qué les tienes miedo? O, no sé, ¿te gusto?

Sus manos dejaron de moverse y clavó la vista, levantándola lentamente hasta mis ojos. Se había quedado mudo. Abrí los ojos como platos y mi mandíbula cayó al suelo.

—No… —susurré—. No, no y no. Esto no puede estar pasando —me levanté y caminé nerviosa hacia los lados, sintiendo la mirada de Zayn en mi—. Tú —paré para mirarlo—. Tu estas…

—¿Enamorado de ti? —se levantó y quedó frente a mí. Sus ojos parecían estudiarme, no dejaban de observas mis movimientos—. Si. Estoy locamente enamorado de ti.

—¿Desde cuándo? —susurré, llevándome una mano al puente de la nariz.

Esto debía de haber salido de una telenovela. Zayn gustaba de mi… y estaba segura que el también me atraía. No llegaba a ser amor, pero era algo fuerte que me obligaba a querer estar a su lado todo el tiempo y a sonreír como tonta cada vez que él me miraba.

—Desde el primer día que te vi entrar. Quedé atraído como un imán hacia ti. Por tu cabello —metió un mechón de pelo rebelde detrás de mi oreja delicadamente—, o por tu ojos azules con esa llamativa mirada. Aún no estoy seguro de eso. Lo único que sé es me gustas. Y pasar tiempo contigo no ayudó a eliminar ese sentimiento.

Sonrió, dando un paso hacia mí. No retrocedí.

—Por eso dije lo que dije. Mi cerebro actuó solo. Se puso en modo defensivo.

Reí. “Modo defensivo”.

—No pienso dejar que ellos te toquen —se puso serio de repente—. Perrie, ellos van a hacerte daño. No tendrán piedad.

—Ya entendí, Zayn —le dije—, pero no soy una niña. Si ellos intentan tocarme, los detendré. Además, los guardias se harán cargo.

Zayn soltó una risa, pero no había nada de humor en ella. Eran de aquellas que te traspasaban la piel y te daban escalofríos.

—¿Tú crees que los guardias los detendrán si te ven con ellos? Los guardias son unos maricas. Tú misma agrediste a uno —me recordó—. Sin pistola u arma encima, los presos tienen la prisión en sus manos. Tenemos suerte que no sean lo suficientemente inteligentes como para entender eso. Si no, sacarían a los policías del mando y, en situaciones extremas, los matarían.

Me quedé quieta al escuchar su declaración. Ahora lo entendía todo. Realmente iban a lastimarme. Y no habría nada que los detuviera. Ni siquiera una fuerza de autoridad.

—Necesito que digas que si cuando te pregunten si eres mi novia, o mía como lo dicen aquí. En unos días, necesito que vengas a mi celda y… —infló sus mejillas—. ¿Cómo decirlo en una forma educada? Necesito que te acuestes conmigo —me sonrió nervioso.

Tomé aire por la nariz y lo saqué por la boca un par de veces intentando serenar mi corazón acelerado.

—¿No podemos fingir? —le pregunté, buscando otro camino.

—Lo he pensado —empezó a caminar hacia los lados como yo hace unos minutos—. Pero ellos quieren pruebas. Por mejores actores que seamos, se darán cuenta que estamos mintiendo.

Gruñí. Miré el cielo, que estaba nublado, indicando que una tormenta se aproximaba, y pensé en una solución a todo este problema. Pero por más que apretara mis neuronas al máximo, ninguna idea salía. No había escapatoria. Debía asentir.

—Bien.

—¿Bien qué? —preguntó Zayn quedándose quieto en su lugar.

—Me acostaré contigo.

Zayn se quedó mirándome unos segundos sin ninguna expresión. Parecía que se había quedado trabado y tendría que tocarle algún botón para que se reanimara, pero caminó hacia mí y me envolvió en sus brazos.

—Lo siento —susurró, apretándome a su pecho. Lo abracé de vuelta, sintiendo su calor corporal—. Lo siento.

—No fue tu culpa —le respondí. Se alejó un poco permitiéndome ver sus ojos—. Yo entré aquí por mi cuenta. Yo asesiné a dos personas, y este es mi castigo. No siento remordimiento por lo que hice. A veces intento pensar en ellos con lastima, pero solo siento la rabia correr por mis venas. Debo pagar.

—Yo habría hecho lo mismo, tranquila.

—A veces desearía volver en el tiempo y no haber hecho nada.

—¿En serio? —preguntó sorprendido. Asentí—. Pues yo no me arrepiento de nada.

—¿Por qué?

—Puede que haya terminado en la cárcel, pudriéndome hasta que sea viejo y gordo, pero te conocí a ti —acarició mi mejilla—. Y no me arrepiento.

Cerró la distancia entre nosotros, creando un beso con nuestros labios.

—Te voy a enamorar, Perrie. Voy a hacer que veas el amor en prisión. Y te aseguro, que ni los barrotes más gruesos me impedirán besarte.

 Definitivamente, estos fueron los 5 minutos más largos de mi vida.

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Yo molestando, que raro.

Chicas hermosas de mi corazon, si no les molesta ¿podrían pasarse por mi otras dos historia? Sus nombres son "ROBIN" -accion, comedia, romance- y Reflection -OS de Hazza.

¡LAS AMO! Sorry por la molestia

Love in Prison » zerrie PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora