#9

593 67 6
                                    

Una semana nueva había pasado, y con ella, nuevos días de sufrimiento

Habíamos pasado todos los cuatro días haciendo tareas para los policías, haciendo placas o picando la estúpida piedra. Y así nuevamente. Tareas de policías, placas, piedra. Éramos esclavas de los oficiales.

Como siempre, no había hablado con ninguna de las otras reclusas, excepto con Clarisse, la chica de las duchas. Charlamos un poco, haciéndonos algo así como amigas. Pero eso no evitaba que me tuviera miedo. Y con Michelle, no había vuelto a acercarse a mí a menos de dos metros de distancia. Seguro aún tenía miedo de que le volviera a pegar, como ocurrió picando la piedra

Pero no todo había sido malo. Zayn había cumplido con su parte. Nos juntábamos todos los días en el descanso del taller, en el banco debajo de la sombra. Me contaba su día, haciéndome reír por las exageraciones. No había dejado de comportarse como un caballero, susurrándome cosas lindas al oído o regalándome algunas de las flores que crecían dentro de la prisión

—¿En qué piensas? —me preguntó Zayn, pasando una mano frente a mi cara. Parpadeé, volviendo a la realidad—. ¿En qué piensas? —repitió, sonriéndome.

—En esta semana —respondí, negando con la cabeza para mí misma—. Ha pasado mucho —susurré.

—Tienes razón —dijo, pasando un brazo sobre mis hombros y atrayéndome hacia él—. Ocurrió bastante, pero para bien.

Si, es genial que apenas nos conozcamos y debamos acostarnos juntos. Yupi.

Pero debía admitir que jamás pensé en conocer alguien tan maravilloso como él. Era divertido, atento, romántico y misterioso. Parecía un chico malo, con su cabello despeinado, sus tatuajes y su mirada que mostraba peligro, pero tenía un corazón enorme.

—Oye —Zayn se movió un poco, incomodo—. Ellos… ya han dado fecha —susurró.

—¿Qué? —volteé a mirarlo. Su labio inferior estaba atrapado entre sus dientes, nervioso.

—Sobre lo de… —me miró incomodo.

Caí en sus palabras y bajé la vista. Apreté mis puños hasta que mis nudillos se volvieron blancos.

—¿Cuándo? —susurré.

—En tres días. Será en mi habitación en cuanto los guardias se duerman, pasando las once.

Asentí. Tomé aire y lo saqué por mi boca.

En tres días, Zayn y yo… nos conoceríamos a profundidad. Era realmente algo muy difícil de asimilar con facilidad.

—Sabes que no quiero hacer esto así —dijo, empezando a acariciar mi mano con su pulgar—, pero es por tu bien. Y también para el mío.

—¿Por qué sería algo malo para ti? —Me atreví a preguntar.

—Porque si alguien te lastimara, lastimaría a alguien que quiero. Y yo te quiero, mucho. Sonará exagerado, imposible o estúpido, como quieras llamarlo, pero siempre te he buscado. Es como si hubo una luz que te iluminó cuando te vi, como si el amor estuviera cansado y me hubiera gritado “¡Ella, ella!” —rió—. Pero entiende esto: jamás voy a permitir que alguien te lastime, ese sería mi fin.

Mordí mi labio con fuerza para evitar soltar las lágrimas que mis ojos habían fabricado mientras él decía esas hermosas palabras, llenas de amor puro. Una rebelde escapó de mi ojo izquierdo, rodando por mi mejilla. Zayn se estiró y dándome un tierno beso donde la lagrima bajaba, la hizo desaparecer.

Le sonreí y le di un beso en la mejilla, acomodando luego mi cabeza en su hombro.

—Esto puede sonar raro, pero ¿Cómo lo estoy haciendo? —preguntó—. Es la primera vez en mis 22 años que intento conquistar a una chica.

—Bien. Eres muy atento —le sonreí.

¿Podía haber algo más raro que esto? Jamás había escuchado a un par de personas hablar sobre conquistarse entre ellos, menos cuando se trataba de hacerlo forzadamente y por el tema de acostarse juntos. Nunca se me paso por la cabeza. Menos que eso me pasaría a mí.

—Mañana es día de visitas —comentó, cambiando el tema—. ¿Alguien vendrá para verte?

—Tal vez mi padre, tal vez mi madre —alcé los hombros, sin darle importancia—. Pero realmente solo quisiera ver a mi hermano. Pasamos muchos años sin vernos, y cuando finalmente lo hacemos, es para solicitar su testimonio para el juicio.

Se había ido unos años atrás para estudiar en Manhattan abogacía. Con tantos exámenes, horas de estudio y la universidad, no habíamos podido vernos, o llamarnos siquiera.

—Ya veo. Bueno, podría venir —me animó.

—No lo creo. No tuve tiempo para explicarle la historia de lo que paso. Se enteró directamente del juez. Recuerdo su expresión de horror al escucharlo —la imagen de Jonnie, con sus ojos azules llenos de miedo mirándome apareció en mi cabeza—. Y cuando me miró…

—No te tortures —me cortó Zayn—. No habrá sido la mejor forma de que se entere, pero seguro entenderá en algún momento. Los hermanos son para siempre.

—Gracias —le sonreí—, pero no creo que sea posible.

La alarma del final de receso sonó, provocando las maldiciones de todos los prisioneros. Nos levantamos del asiento y caminamos hacia la entrada, esperando que los demás entraran para no aplastarnos.

—¿Listo para volver al infierno? —le pregunté.

—Contigo, para mí todo lugar es el paraíso.

Love in Prison » zerrie PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora