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Mi mandíbula tocó el suelo mientras seguía observando con los ojos fijos a Michelle. Ella seguía ahí, sin despegar tampoco sus ojos avellana de los míos. Sentí mi boca cerrarse, así que cerré la boca.

—¿Quién? —susurré, apretando con más fuerza los barrotes. Sabía que no era la única chica a la que le había ocurrido esto, pero de todas las mujeres que había, de todas las personas en la prisión, jamás me imaginé que ella fuera también una marcada.

—Mike —contestó con asco. Apreté aún más fuerte la reja. «Maldito viejo estúpido.» Ese idiota jamás pararía de hacer el infierno la vida de uno—. ¿Y tú? ¿Ese tal Malik, verdad?

Con un leve sonrojo, asentí.

—Ya lo veía venir —dijo, negando divertida con la cabeza. Volvió a ponerse seria—. Y dime, ¿cómo te fue?

Abrí la boca para empezar a hablar, pero la campana empezó a sonar, interrumpiéndome. Las mujeres comenzaron a despertar a medida que el timbre seguía sonando. Luego, el mismo guardia entro a la sala.

—Terminaremos esto más tarde —dijo Michelle antes de que el hombre de uniforme nos empezara a sacar de las celdas.

Estábamos todas en el comedor desayunando lo que supuestamente era pan con mermelada (pan quemado y mermelada mohosa). Todavía no tenía idea de cómo había logrado sobrevivir a la asquerosa comida. Deberíamos hacer una huelga para pedir alimentos frescos; o al menos comestibles

Mientras comía, sentí a alguien se sentaba en la silla de enfrente. Alcé la mirada, encontrándome con los ojos avellana de Clarisse.

—¿Has tenido una conversación amistosa con Michelle sin la necesidad de guardias vigilándolas? —preguntó sorprendida.

Abri los ojos completos y deje caer la tostada ¿nos había escuchado?

—¿Cómo sabes eso? —pregunté nerviosa. Era imposible que haya escuchado. Había escuchado sus ronquidos…

—Las escuché anoche —contestó, mordiendo su desayuno—. Eran unos murmullos imparables, ¿sabes? Me despertaron.

Solté todo el aire que había retenido. Bien, según ella, había escuchado murmullos. No palabras. Lo más probable —y lo que yo esperaba— era que no haya entendido nada de lo que yo dije durante la noche. Estábamos a salvo.

—¿Y? —Continuó Clarisse—. ¿Vas a decirme de que hablaban?

—Nada en realidad —mentí—. Solo… nos insultamos un poco.

—No sonaba como eso —aseguró—. Parecía algo secreto… ¡Uh! ¿Tienen un secreto? —preguntó entusiasmada.

 «Ni que lo digas.»

—No hay ningún secreto. Solo hablábamos. Fin de la historia.

—Pero…

El timbre que anunciaba el fin del desayuno sonó. Le agradecí mentalmente por primera vez. Ahora podría librarme de Clarisse y de sus asfixiantes preguntas, las cuales me sacaban la paciencia. No entendía porque siempre estaba ahí, preguntándome cosas extrañas. Llegó a preguntar de qué tamaño era la hoja con la que maté a mi ex-novio. Y la lista seguía.

¿Sobre qué estaría divagando su mente?

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PROMETO QUE DESPUES HAGO UN CAPITULO MUCHO MEJOR

Perdon, pero NO TENGO NADA. NADA. Y es lo mejor (en serio) que pude hacer. Plis, don't kill me.

Luego prometo un cap de por lo menos 2.000 palabras. En serio.

Love in Prison » zerrie PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora