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El guardia nos aviso que ya era hora de levantarnos. Rodé los ojos y volví a apoyar la cabeza en la almohada, no tenía ganas de levantarme.

—Dije todas, Edwards —dijo el guardia abriendo la puerta.

Junte toda la fuerza posible y me levante. Resople mientras salía de la celda siguiendo la fila de reclusas lentamente. Nos llevaron hasta el patio lleno de pesas.

—Diviértanse —grito el guardia cerrando la puerta con llave y dándose la vuelta, yéndose.

—¿Qué? ¿Estaremos aquí hasta el almuerzo? —pregunto una de las mujeres.

—No voy a estar aquí todo el día —dijo otra.

Suspire y camine hacia una de las pesas. 5 kilos, no debería ser muy difícil, podría conseguir algo de músculos. Comencé a levantarla y bajarla rítmicamente.

Luego de una hora mis axilas ya sudaban ríos al igual que todo mi cuerpo. Solté la pesa y me levante, sintiendo la pequeña brisa enfriarme un poco. Empecé a caminar por el lugar, mirando a las demás haciendo ejercicio. Pero era claro que eso no les agradaba a ella, ya que se alejaban levemente cuando pasaba cerca o las miraba aunque sea por unos cortos segundos.

Escuche la puerta oxidada siendo abierta y me di la vuelta con la esperanza de que fuera el guardia avisándonos de que podíamos entrar, pero resulto que fue abierta la puerta de los chicos. Los hombres salieron del otro edificio haciendo bromas y riendo, para luego soltar chiflidos hacia nuestro lado. Lo que no podía creer era que las mujeres parecían aceptar esos “halagos”. Corrían como desesperadas hacia la reja metálica para empezar a hablar con los chicos y coquetearles. Ya había dos que habían empezado a tocarse.

Camine hacia la reja para localizar a Zayn, pero no lo veía por ningún lado. Me pare de puntitas para intentar ver más lejos, pero seguía desaparecido. Me sentí triste y decepcionada, realmente quería verlo.

Luego de unas horas interminables en el patio, fue la hora del almuerzo. Había tomado mi plato de “comida” y ahora estaba sentada en una mesa, sola y sintiendo las miradas de miedo de las demás.

—Hola —Clarisse apareció con una bandeja en sus manos—. ¿Puedo sentarme?

Asentí sin mucho interés para luego continuar comiendo. La castaña tomo asiento frente a mí con una enorme sonrisa plasmada en la cara.

—¿Pasa algo? —pregunte al ver su alegría.

—Realmente no puedo creer que me hayas dejado sentarme.

Levante una ceja.

—Creía que ibas a echarme o enojarte…

—¿Disculpa? —Dije ofendida—, te recuerdo que solo soy una persona.

—Oh si, em… lo siento. No quería molestarte —bajo levemente la cabeza.

Rodé los ojos con fastidio. “Perrie es mala”, “Perrie ha matado”, “Perrie debe comportarse como florecita para caerles bien a todas” pensé. Si, podía ser un monstruo, pero no significaba que no tuviera sentimientos. No significaba que no me hiriera el ver como todas se apartaban al verme caminar, que las demás no quisieran hablar conmigo, que no pudiera recordar la última vez que realmente podía estar junto a una persona sin que tuviera miedo de que le haga daño.

“Solo quiero que sepas que… yo no te tengo miedo.” Las palabras de Zayn aparecieron en mi cabeza. Él no me tenía miedo, él mismo me lo había dicho. Y había sonado tan real, como si lo hubiera dicho desde el alma. Una pequeña sonrisa apareció en mi cabeza. Zayn. El había sido la mejor persona que había encontrado en esta pocilga. Sentía que podía confiar en él.

Love in Prison » zerrie PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora