Capítulo 4

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No paso mucho tiempo cuando ya me encontraba en el hospital, me baje rápidamente y ni siquiera había notado que aquel chico aún me seguia, llegue a recepción y pregunte por mi madre, la enfermera me dijo que enseguida me atendía el médico, que por favor esperara.

Con toda mi angustia e impotencia me senté en la sala de espera. Entrelace mis manos y recargue mis codos en mis piernas.

— ¿Que es lo que tiene tu madre? — me cuestionó el chico de ojos color miel

— Ella.. — no pude decirle más, porque en ese momento el doctor hizo presencia en la sala de espera — doctor, ¿como esta mi madre? — cuestione mientras repetidas lágrimas bajaban por mi rostro

— Te dije que el transplante de médula era urgente y ahora con la última recaída de tu madre más, Emilio, no quiero presionarte pero la vida de tu madre pende de un hilo — el hombre mayor de bata blanca tenía un semblante serio, realmente mi madre necesitaba el transplante para sobrevivir

— Le juro que estoy haciendo lo posible por conseguir el dinero, están por confirmarme un trabajo extra y ... y ... yo— me quebré ante el, las palabras ya no me salian, mas sin embargo las lágrimas si y a cántaros

— Haz lo posible Emilio, es tu madre — fue lo último que mencionó el hombre canoso antes de irse

Retrocedi tres pasos, y al sentir el frio de las sillas de plástico traspasar la tela de mi pantalón me avente en ellas, cubrí mi cara con ambas manos y me desvaneci, me deje caer, solté todo el dolor que traía, lloré, lloré cual niño pequeño, lloré de dolor, de impotencia, de rabia, lloré por no tener la mejor posición económica para salvar a mi madre y darle lo que ella se merecía.

Era una vergüenza, a mis 22 años era un donadie, que no termino la preparatoria y trabajaba en una obra, de 7 am a 5 pm, con un sueldo miserable, con una casa mas vieja que mi propio presidente y comiendo solo salsa con tortillas por semanas enteras incluso.

Me estaba lamentando en silencio y golpeando mentalmente cuando mi celular sonó, era James, un compañero de la obra en la que trabajaba. Tenía ya dos llamadas perdidas, no tuve de otra que modular mi respiración, sorber por la nariz y responder.

— ¿Bueno? ... No, per ... James, no, dime que no por favor no ahora ... mierda, mierda — colgué y avente mi pequeño teléfono contra la pared frente a mi, por mi impulso el chico castaño brinco por el susto y fue que note que aun seguía ahí — lo lamento — me disculpe

— ¿Que sucedió?

— Mi jefe, o bueno, mi ex jefe, me acaban de correr a mi y tres compañeros más, ahora si esto se fue a la mierda — pase mis manos por mis rizos — estoy sin trabajo oficialmente, mi madre enferma, necesitada de un transplante, Dios mío, ¿que hice mal?

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Aquel chico de rizos realmente estaba mal, se veía patético obviamente llorando a media sala e insultandose, pero que puedo hacer yo, no iba a interrumpir su escena. De pronto le llamaron y vi como su rostro y semblante se apagaron más de lo que ya estaban y en un impulso arrojo su pequeño celular contra la pared.

El me miro y pude ver sus ojos hinchados, su nariz roja y sus lágrimas empapando su rostro, sentí ¿lastima?, si creo eso era. Iba a decirle algo que los típicos en su entorno dicen a personas en las condiciones de el como "todo va a estar bien", "tranquilo, no llores tu madre te necesita" inclusive iba a decir "confía en Dios".

Cuando mi celular vibró, era un mensaje de mi padre "8 en punto de la mañana, no lo olvides. Espero hayas leído los papeles que deje sobre la cama y sepas que no juego. Es tu última oportunidad hijo, no lo arruines"

Los sollozos de ¿Emiliano?, si mal no recuerdo me sacaron de mis pensamientos sobre el mensaje de mi padre, fue en ese momento que lo observe, a decir verdad el chico no era feo, sus rizos hacian una combinación perfecta con sus cejas pobladas y sus abundantes y largas pestañas de color negro, sus mejillas eran de un color rojo carmesí y su piel blanca, sus labios eran bastante lindos y de un color rosita. A pesar de estar en aquella penosa situación el se veía bien.

Al mirarlo tan detalladamente una idea cruzo por mi cabeza. Y estando el en la situación que esta dudo mucho que se niegue. Me acerque a pasos lentos a el, me senté a su lado y hablé.

— Yo puedo ayudarte Emiliano— tras pronunciar mis palabras él alzo su rostro y me miro confundido

— ¿De que estas hablando? — su rostro se torno aún mas confundido y presto su total atención en mi

— Yo puedo pagar la operación de tu madre y el tratamiento posterior en caso de necesitarlo

— Oye enserio, no estoy para bromas, estoy atravesando un momento complicado

— No estoy jugando, hablo muy enserio, por lo que oí no puedes costearlo, y sin trabajo se te será mas complicado hacerlo, así que yo me ofrezco a cubrir los gastos

— ¿A cambio de que?

— De que salgas conmigo

— ¿Qué?

— Bueno osea no tal cual, tampoco te creas mucho cariño, mira, para yo poder hacerme cargo de la empresa de mi padre debo estar en una relación seria — dibuje comillas con mis manos al pronunciar las últimas dos palabras — Así que tú serias a quien le presentaría como mi pareja formal, obvio solo seria salir un par de veces conmigo y una que otra cena hasta que logre convencer a mi padre de que me regrese la vicepresidencia, después de eso eres libre, ¿que opinas?

— Estas loco, ¿crees que por tener dinero puedes utilizar a las personas?, crei que eras diferente, pero veo que no, eres igual a todos los de tu tipo

— Piénsalo Emiliano, la vida de tu madre esta en juego, esto seria algo mutuo, ganar-ganar, yo salvo la vida de tu madre y tu me ayudas a ganarme la confianza de mi padre, no es tan difícil de comprender

— Me estas chantajeando

— Tómalo como quieras pero piénsalo — tome mi billetera y de ella saqué una tarjeta con mis datos, se la extendí, pero no la tomo así que la deje sobre sus piernas — Ahí tienes mi número, si cambias de opinión llámame.

Y sin dejarle decir nada más sali del hospital. Sé que llamará, lo presiento, además no tiene muchas opciones.

El vendrá a mí, como lo hacen todos. De eso estoy seguro.

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Cógeme - COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora