TREINTA Y DOS

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ELLA

Otro gran día en la oficina. La verdad no es tan malo el estar aquí sentada pensando en el siguiente proyecto. Me sigo preguntanco cuando será el día en el que yo tenga que ir a verificar el área en donde se va a hacer la remodelación y el diseño que yo he hecho. Un día de estos le voy a preguntar a mi jefe.

Ahora mismo me encuentro diseñando una cómoda sala de estar en un amplio espacio. Me dijeron que fuera algo vivo, colores no tan llamativos pero que den vida al lugar, así como los colores de los muebles también. No quieren muchas cosas modernas en su espacio, prefieren lo clásico.

Tengo aquella mania de morde mis lapices con los que trabajo, pero procuro no dejar marca alguna. Siempre lo he hecho. También lo hacía cuando estaba en la Universidad, inluso en la secundaria lo hacía. Creo que he nacido con aquello.

Veo de reojo mi celular. Ninguna llamada. Todas las personas a las que conozco saben que trabajo, así que no debo de sorprenderme que no me marquen. Miro el pequeño reloj de mi escritorio y dan las cuatro de la tarde. Bueno, al menos falta poco para estar aquí sentada.

Me reacomodo en mi asiento en una postura más cómoda. Tengo que acabar este diseño en esta semana y entregarlo en la junta. Espero terminarlo pronto.

Escucho que el teléfono de mi pequeña oficina suena y rapidamente lo tomo.

   - ¿Sí?

   - Anne, llegó un señor a hacerte una bonita entrega, ¿lo dejo pasar a tu oficina? - Me pregunta amablemente.

   - Por supuesto. - Muero de curiosidad por saber que es lo que me van a entregar. Dijo que es algo bonito.

   - Está bien. - Responde para luego colgar la llamada.

Se escuchan tres golpen en mi puerta y le digo al señor que pase, y me llevo una maravillosa sorpresa.

Me pongo de pie y camino hacia el centro de la oficina, en donde se ha quedado el señor. 

Lleva en sus manos un lindo ramo de rosas y algunas otras flores de colores. Es verdaderamente hermoso. No puedo dejar de ver ese detalle que me han mandado.

El señor gira a una lado para poder presenciarme. Me ofrece una amigable sonrisa. Yo hago lo mismo.

     - ¿En donde quiere que se las deje, señorita? - Pregunta.

     - En mi escritoria estaría bien. Gracias. - Sin dejar de ver el gran ramo de flores, veo como el señor las va poniendo cuidadosamente en el escritorio.

Me pidió que firmara dos hojas para luego retirarse. 

En cuanto cerró la puerta caminé hacia el ramo y agarré la pequeña nota que estaba encima.

Tenía al principio "Anne"  escrito a computadora. Estaba doblado en dos y lo desdoble para leer el contenido. Decía lo siguiente:

      "Lo encuentro todo en su sonrisa"


Y es ahí cuando una sonrisa aparece en mis labios.

[...]

ÉL 

Salgo de mi cuarto para ir por Anne a su trabajo. Hoy pienso llevarla a algún lugar especial, o bonito, quizá cursi, aunque esas cosas no sean lo mío.

Me voy poniendo mi chaqueta oscura y cuando voy a tomar las llaves alguien me las quita, y ese alguien es Louis.

    - Te toca llevarte la motocicleta. - Me recuerda.

Él & Ella | Z.M. (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora