TREINTA Y OCHO

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ÉL

Era sábado, y Anne tenía el día libre. Así que iba a ir por ella para poder irnos juntos a un lugar en donde ella siempre ha querido ir, bueno, espero que siga queriendo ir. Pero antes de ir por ella a su casa tengo que ir a entregarle a Javier el dinero. Anne me lo había entregado ayer, hizo un depósito a una cuenta que los chicos y yo tenemos y en ella saqué el dinero para entregarle el dinero a Javier en efectivo. 

Voy en mi automovil hasta su asqueroso apartamento. Agarro el maletin y bajo del coche. Sus almditos perros de casi dos metros me reciben en la puerta y me dejan pasar. Veo a Javier distraído en su celular. Dejo caer el maletin en su escritorio y hago que se asuste, su celular cae al suelo. Sonrío.

       - De nada - le digo. Estoy a punto de darme la vuelta para irme, pero me detiene.

     - Vaya - veo que abre el maletin -. Lo conseguiste - vuelve a cerrar el maletin -. Esa chica sí que la tienes hipnotizada, Zayn - en cuanto dice aquello agarro el cuello de su chaqueta y lo acerco a mí.

       - Espero que de una vez nos dejes en paz a los dos - lo aviento y cae sentado en su silla. Se acomoda en cuello.

      - Oh querido Zayn - suelta una carcajada -. Te dije que me las ibas a pagar - sube sus hombros.

      - ¿De qué hablas?

      - No puedo darte más pistas. Lo siento. - Hace cara de lamento. 

Estoy a punto de golpearlo, pero uno de sus perros me jala hacia atrás y me detiene. 

       - Hablo en serio, Javier - le digo entre dientes.

       - Yo igual - dice sin apartar su sonrisa de sus labios.

Decido no seguir perdiendo mi tiempo con éste estúpido, así que me doy la vuelta y me dirijo hacia la puerta.

       - Aprovéchala, Zayn - miro sobre mi hombro -. Porque ella no va a estar por siempre a tu lado.

Siento la bilis subir por mi garganta. Abro la puerta y salgo a la intemperie.

Maldito hijo de puta. Piensa que con su maldito juego de palabras logra asustarme, pero está equivocado.

Me subo de regreso a mi carro para ir directo a la casa de Anne e irnos de aquí.

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Anne sube al automovil y se pone el cinturon de seguridad. Lleva un hermoso vestido color violeta, un sueter color beige, unas zapatillas cómodas y su cabello recogido en un peinado moño en la cabeza. Me mira y yo le sonrío. Pongo mi mano en una de sus mejillas y la acerco a mí para juntar nuestros labios. 

       - Te ves hermosa - le digo entre labios.

Sus mejillas toman un poco de color. Río por lo bajo y pongo en marcha el carro.

No sé cuanto se haga de Florencia a Venecia, pero lo que sea está bien. Es temprano y el día luce hermoso. No puedo esperar a ver la cara de Anne cuando sepa que vamos a ir a Venecia. 

Llevamos un buen rato de camino a Venecia, y estoy cerca. Louis me dijo que en un instante iba a reconocer que ya habíamos llegado o estábamos cerca de la ciudad, y así es. Porque hay un lindo letrero del lado izquierdo que dice Venecia, y Anne en cuanto lo ve me mira. Sus ojos azules brillan y en verdad luce sorprendida.

       - ¿Por qué esa cara? - le digo conteniendo la risa.

      - Ya se me hacía raro el que estuvieramos mucho tiempo en carretera - me dice en cuanto vamos entrando a la ciudad.

Él & Ella | Z.M. (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora