TREINTA Y TRES

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ELLA

Estacionamos la motocicleta cerca a nuestro punto a llegar. Reconocí perfectamente el camino que tomaba Zayn, y sé en donde estamos. Es mi lugar favorito, bueno, uno de mis lugares favoritos en Florencia, y quizá en toda Italia.

Bajamos de la motocicleta. Nos estacionamos cerca. 

Me arrimo a la barda de piedra vieja que hay alrededor del  río Fiume Arno. Está a punto de anocheser y es hermoso como se ve el sol entre las dos columnas de edificios que hay entre el río. Ha esta hora hay mucha gente, tanto como turistas y residentes.

Siento que Zayn se pone a un lado de mí.

    - No puedo creer que hayamos venido al Ponte Vecchio. - Le digo. Pongo mi cabeza en su hombro. - Hace años que no venía, Zayn.

Lo oigo reir un poco, para luego poner su brazo alrededor de mis hombros. Nos alejamos de la barda y comenzamos a caminar entre la tanta gente que hay aquí.

     - Igual hace años que no vengo a este lugar. - Me informa. Suspira. - Antes venía con mis papás y mi hermana. - Lo dice, pero en su voz alcanzo a escuchar que lleva un poco de tristeza en ella. Le rodeo la cintura con una de mis manos.

Y ya que menciona a su familia; él nunca me ha hablado sobre eso, y a mí no se me había ocurrido hablar sobre aquello. Y por lo que veo, creo que es aglo triste que Zayn lo recuerde. Y yo tampoco le hablo mucho de mi familia. 

Volteo a ver a Zayn y tiene la vista baja. Decido plantar un beso en su mejilla y logra sonreír, poco, pero por lo menos lo hizo. Me mira y besa mi frente.

     - De alguna forma u otra, tú me has salvado, Anne. - Me lo dice sin dejar de verme a los ojos.

Sonrío tímidamente y mis mejillas se calientan. Lo abrazo más fuerte y él igual a mí.

Seguimos caminando, y damos vuelta a la izquierda.

En el Ponte Vecchio hay gran variedad de locales en donde venden joyería, otros con cafeterías y también panaderías. Te encuentras a personas vendiendo pinturas, otras tocando y cantando para ganarse la vida de una forma distinta. También hay personas que toman fotos a cada cosa que ven.

Llegamos al centro del puente, en donde hay unos pequeños arcos con una gran abertura, en donde puedes ver el río Fiume Arno. Nos recargamos en la barda de piedra. 

Zayn no me deja de abrazar en ningun instante. Nos quedamos en silencio por unos largos minutos. Vemos a la gente pasar, tomar fotos, sonreír, divertirse. Pero nosotros estamos ahí parados, abrazándonos el uno al otro. Se siente tan bien el tenerlo así.

ÉL

¿Le cuento o no le cuento? ¿Puedo confiar en ella? Por supuesto que sí confío en ella. Solamente no sé si contarle sobre mi familia. Sobre lo que les pasó y también el por qué llegué a Florencia. Pero todo lo que tengo es miedo, y no sé a qué le tengo miedo. Ella no me puede rechazar por todo lo que me pasó, no me rechaza cuando fumo, mucho menos si le cuento todo.

Creo que es tiempo. Puedo abrirme más a ella. 

      - La primera vez que vine con mis papás a Florencia fue cuando yo tenía quince años. - Comienzo a hablar y ella me voltea a ver, pero yo mantengo la vista al frente. - Mi hermana tenía once años. - Aclaro mi garganta. - Estabamos planeando ese viaje mi familia y yo durante un año, y al fin pudimos viajar de Inglaterra hasta acá. - Anne pone su cabeza en mi hombro. No me mira, pero sé que me escucha. - Te juro que fue el mejor viaje de todos. Fue la primera vez que me enamoré de Florencia. Aún conservo aquella foto que nos tomamos ahí en frente. - Señalo el otro extremo del puente, en donde también hay mucha gente.

Él & Ella | Z.M. (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora