— ¡No puede ser verdad! —exclamó llorando.
— Roger, por favor, trata de calmarte... —dijo John.
— ¡N-No puedo!
Brian lo abrazó y acarició su cabello, besó su cabeza reiteradas veces, pero aquello era inútil.
Roger no dejaba de llorar.
— Cariño, por favor tranquilízate —habló Freddie con dulzura—. Ya no esta sufriendo, ya no siente dolor. Ahora es feliz, ahora puede correr por el cielo, jugar, ser feliz.
— Y tú también puedes comenzar a serlo —habló esta vez Brian—. Comenzar de cero, olvidar los fantasmas de tu pasado y concentrarte en tú mismo ser feliz. Yo te ayudaré a serlo, mi amor, lo juro, no te fallaré.
Roger asintió sin dejar de llorar ni de despegarse del pecho del mayor.
El funeral fue unos días después. Un ataúd con muñecas, flores, peluches y otras cosas dignas para una princesa.
Tristeza, aquello fue el sentimiento predominante en el entorno funerario. Desolación, sí, eso también.
Brian mantuvo la mano de Roger siempre tomada. Nunca lo soltó, ni siquiera cuando lo mantuvo abrazado cuando este se quebró. En ningún momento.
Por suerte, Michael Taylor estaba más pendiente de la muerte de su hija que del novio de su hijo, así que no dijo nada.
Freddie y John también asistieron, tratando de brindarle todo el apoyo posible al rubio, sin embargo, hacer que su ánimo subiera era difícil. Roger se sentía miserable, mal, agobiado y cansando. Suponía que ya nada podía ser peor.
Suponía.
(...)
La felicidad es algo sumamente efímero en reiteradas ocaciones.
También es algo relativamente subjetivo, puesto que muchas veces la alegría de uno, es la desolación de otros.
Roger Taylor seguía buscando la felicidad en cada lugar disponible. La había encontrado en un corazón ajeno, y se mentalizaban que con eso bastaría.
A fin de cuentas, en parte sí. El amor muchas veces llena corazones vacíos y desolados. El amor, sin embargo, también es un alma muchas veces metal.
Una canción dijo una vez que el amor mordía y sangraba, otra dijo que era una especie de mala medicina, que te provocaba adicción.
Nunca se sabe lo que pasará hasta que pasa.
Lamentablemente así es la vida, incierta.
El rubio ahí se encontraba, en un campamento con Brian, mirando el lago con la vista perdida.
Había pasado un mes de la muerte de su hermana, sin embargo, al rubio aún le costaba asimilarlo y aún más superarlo, de todas formas, el rizado le había insistido en ir al campamento, puesto que quería animarlo y decirle algo importante.
— ¿Estás cómodo? —le preguntó sentándose a su lado y rodeándolo con un brazo.
El menor solo asintió sin despegar la vista del agua.
— Escucha, mi amor... —dijo—. Te amo más que a nadie, no lo dudes. Por eso quise intentar distraerte.
— Yo también te amo —musitó Roger.
Brian tomó su mano.
— Te hará bien distraerte.
Nuevamente Roger asintió.
— ¿Quieres ir a nadar?
— Está bien.
Brian fue a cambiarse a la tienda, Roger seguía mirando el lago, sumido en sus pensamientos y emociones, sin percatarse que algunas lágrimas caían de sus mejillas.
— ¿Bebé?
La voz del mayor lo hizo saltar al tomarlo desprevenido, pero se dio vuelta a mirarlo con una sonrisa.
— Hola, Brimi.
Ambos estaban con traje de baño, Roger se había dejado la camiseta, pero insistió que con eso estaría bien.
Mientras estaban en el lago, Roger logró distraerse un rato, salpicándose agua con Brian y a menudo abrazándose.
— ¡Apúrate, tortuguita! —exclamó el rubio nadando hacia una pequeña isla en medio del lago.
— Ya voy... —jadeó de cansancio el rizado.
Cuando llegaron, se recostaron sobre la arena, mirando el cielo abrazados.
— ¿Sabes que te amo? —preguntó Brian.
— Sip —respondió—. ¿Sabes que yo más?
— Por supuesto —besó su cabeza con dulzura—. Siempre lo haré.
— Yo también, Brimi.
Siguieron en silencio unos momentos, hasta que Roger volvió a hablar.
— Gracias por traerme a aquí —dijo—. Me ayudó a distraerme.
— Era justamente eso lo que quería —sonrió—. No quiero que sufras más.
— Yo tampoco quiero sufrir más —suspiró Roger—. Pero no importa, todo estará bien y seguiremos juntos.
— Sí, mi amor..
Finalmente comenzó a oscurecer, por lo que salieron de la isla, nadando nuevamente a la orilla y tras secarse parcialmente, prendieron una fogata.— Hey, Roggie —comenzó Brian, él nombrado lo miró a los ojos.
— ¿Sí?— Mañana volvemos —comenzó—. A casa.
— Sip. ¿Por?
— Bueno, yo también volveré a casa, pero... no... —suspiró—. Tendré que volver a irme.
Roger pareció perplejo.— ¿Te irás de vacaciones? —preguntó.
— No, mi amor... yo... me voy del país.
Los ojos de Roger se abrieron enormemente.
— ¿D-Del país?
— No había querido decirte antes... por lo de Clare —dijo—. Pero... me iré pasado mañana a Australia por el trabajo de mi papá...
La vista azulada de Roger comenzaba a nublarse poco a poco.
— Por favor perdóname... —pidió.
— Oh... no tengo que perdonar nada —sé limpio los ojos con el dorso de la mano—. Esto no es tu culpa.
— No, pero... —suspiró—. Las relaciones a distancia no siempre funcionan, Roggie...
— ¿A qué te refieres? —preguntó asustado de lo que sospechaba.
— Me... me refiero a que tengo que terminar contigo.
Por un momento, lo único que se oía era el suave bramido del fuego y el sonido insistente de un grillo.
— ¿Q-Qué?
— No quiero que te amarres por mí...
— Tú eres el que no quiere amarrarse, ¿verdad? —sonrió tristemente.
— No quise decir eso...
— No importa —suspiró.
Otra vez el silencio reinaba entre ellos, sin contar al grillo y al fuego que seguían cantando al son del viento.
— Me lo prometiste —musitó Roger comenzando a llorar—. Prometiste no dejarme solo y apoyarme...
— Yo... yo no sabía... —su voz se quebró—. Yo te amo, Roger.
— Y yo también te amo —musitó.
De todas formas, en su cabeza seguía formulándose la misma pregunta.
«¿Y ahora cómo seré feliz?»
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Childish [Maylor] {TERMINADA}
Fanfiction- Deja de ser tan infantil. - No. - Vamos, hablo en serio. - No quiero. [No copias ni adaptaciones] [Iniciado 27 de mayo de 2019] [Terminada el 15 de septiembre del mismo año] - Emily Adler