«28»

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Dejó la navaja en la cama, básicamente tirándola, asustado y sin comprender lo que acababa de hacer.

Miró sus brazos, los cortes tardarían en sanar y le ardía profundamente.

Aún corrían lágrimas por sus mejillas, simplemente ya no aguantaba y como un impulso realizó aquella acción. Se arrepentía profundamente de ello, puesto que sabía que simplemente no cambiaría en absoluto su situación y que simplemente dolería físicamente. Al menos aquel dolor lo distraería del psicológico.

Vendó con cuidado las heridas y se tapó el rostro comenzando a llorar, había dejado de hacerlo, pero no pudo aguantar mucho más.

Se sacó las vendas producto a que hacían que los brazos le doliesen más, las contempló. La blancura de la tela era manchada por el tono rojizo de la sangre, y sus brazos también tenían aquel líquido aún.

Simplemente bajó las mangas de su sudadera negra y poniéndose la capucha comenzó a bajar las escaleras.

— ¿Te crees Harry Potter acaso? —comentó su padre al verlo bajar con las manos en los bolsillos.

— Me los recetó el oculista —respondió Roger acomodándoselos, puesto que al ser tan grandes se le caían.

— ¿Entonces te verás siempre así de ridículo?

Roger asintió y salió a la escuela rápidamente tras decir un "adiós, padre" poco audible.

No tenía ganas de tomar un bus, así que caminó con la vista gacha, su mochila al hombro y las manos en los bolsillos hacia la escuela.

No quería ir, pero lamentablemente tenía que hacerlo. A fin de cuentas, temía más de su padre que de Marty y sus compañeros.

Llegó, no vio a Freddie o a John por ningún lado, así que simplemente se dirigió a guardar sus cosas en su casillero y dirigirse al salón de física, donde le tocaba la primera clase del día, esperando a que el timbre soñase pronto.

Física.

Brian.

Cerró los ojos con fuerza y trató de no pensar en ello para no sentirse peor, así que caminó a paso lento hacia el lugar.

— ¡Mariposa! —gritó Marty a sus espaldas—. ¡Taylor, te estoy hablando!

Roger seguía caminando ignorándolo, a fin de cuentas era lo único que hacía.

Huir.

— ¡Llorón! ¡Vamos te estoy hablando!

El chico comenzaba a seguirlo, haciendo que Roger apresurara el paso.

Subió por la escalera hacia el segundo piso, donde se encontraba el salón, pero cuando ya llegaba, Marty lo acorraló contra la baranda.

— Me pagaste muy poco ayer, Taylor —dijo mientras Roger seguía retrocediendo y retrocediendo, hasta que quedó pegado a la baranda.

— No traía más —dijo.

— Te dije que todos los martes ibas a pagarme cinco euros —dijo—. Me pagaste tres.

— No tengo dinero ahora.

— No me importa, págalo.

— Piérdete, Marty —soltó.

Antes de darse cuenta, el chico lo había empujado por la baranda y él había caído al suelo. Sintió las risas de Marty alejarse tras su trote.

En el suelo, se quedó mirando al techo, llorando y sollozando en silencio.

Childish [Maylor] {TERMINADA}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora