«33»

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La luz comenzaba a filtrarse tras las tablas de madera del lugar, era un clima cálido y agradable, sin embargo, el chico de rizos comenzó a abrir los ojos lentamente.

Miró hacia su pecho y sonrió tras ver la figura del rubio abrazada a él. Extrañaba eso, sin dudas.

Seguía plácidamente dormido, pero tendría que despertarlo, podría tener problemas al volver a su casa con su padre.

— Rog —llamó moviéndolo suavemente—. Roggie, despierta.

El contrario solo masculló algo que el mayor no entendió y se acomodó en sus brazos.

Brian sonrió enternecido y besó su cabeza.

— Mi amor, despierta ya —comenzó a besar su rostro en reiteradas ocaciones para luego posar su atención en sus labios.

Roger sonrió tras los besos comenzando a despertar. Era una sensación agradable realizarlo de aquella manera.

— Buenos días —saludo Brian acariciando los cortos mechones rubios.

— Buenos días —respondió Roger feliz mirándolo a los ojos.

— ¿Qué hora es?

— No sé... ¿Las nueve? 

Se frotó un ojo mientras comenzaba a sentarse, aún adormilado, el mayor besó su mejilla mientras lo hacía provocando que sonriera.

— Bonito —dijo.

Roger rió levemente y en un impulso colocó las manos tras su cuello y lo besó.

Brian sonrió tras el beso y lo tomó por la cintura.

— Extrañaba tanto esto —comentó separándose tan solo unos momentos cortos sin soltarlo para luego volver a besarlo—. Y más a ti.

— Yo también... —cerró los ojos y apoyó su cabeza en el hombro contrario.

Se quedaron así, abrazados, en silencio, y pronto Brian empezó a tararear Something de los Beatles y a mecerlo aún manteniendo el abrazo suavemente, provocando una pequeña risa por parte del contrario.

Something in the way... ¿he? Moves...

Roger rió un poco más y lo besó fugaz e inocentemente en el cuello, para luego volver a su posición inicial.

Brian también dejó a escapar una pequeña risa y siguió tarareando.

Attracts me like no other lover...

Tras más besos, decidieron bajar, Roger temía por lo que sucediera si llegaba demasiado tarde, así que al haacerlo se despidió con un beso en la mejilla y corrió a su casa.

— Adiós, bebé —musitó el mayor con una sonrisa viéndolo correr tras despedirse con la mano.

(...)

— Con que ya llegaste.

Tras cerrar la puerta se inclinó algo asustado a ver a su padre, quien fumaba en un sillón.

— S-Sí —tartamudeó y comenzó a caminar a su habitación a paso rápido, como tendía a hacer.

— No te he dicho que te vayas, Roger —dijo, el chico se detuvo en la escalera sin mirar hacia atrás.

— ¿Sucede algo? —preguntó.

— ¿Dónde diablos estuviste anoche? —preguntó en tono calmado, para la extrañeza de Roger.

— Con un amigo —respondió.

— ¿Ese amigo es el malparido?

Roger no respondió.

— Ya no me importa, Roger —dijo, el chico se dio vuelta a verlo confundido—. Haga lo que haga, siempre serás el mismo imbécil de siempre, y no vas a cambiar.

Roger asintió y subió a su habitación, sabiendo que no había caso con su padre y que probablemente jamás habría.

— Roger.

Volvió a detenerse.

— Contéstame cuando te hablo.

— Sí, papá.

— Ya te dije que era padre, ahora sube que me importa un comino ver tu cara de estúpido.

Roger suspiró y subió las escaleras en su totalidad para luego entrar a su habitación.

Su cama de auto había desaparecido hacía un año atrás, al principio la había extrañado, pero ya no. Era tiempo de madurar.

Sin embargo, se agachó delante de un baúl y rebuscó allí hasta encontrar lo que quería.

Un peluche de pingüino. Un poco viejo, que olía a frutas y era sumamente suave.

Sonrió al verlo y lo abrazó oliendo su fragancia. Recordando los tiempos en los que su hermana y él recolectaban moras en el campo cercano a la casa de su abuelo, o cuando jugaban a disfrazarse, Clare de princesa o de la mujer maravilla y él de supermán o de piloto de fórmula uno.

Sabía que aquellos tiempos jamás volverían, sabía que Clare tampoco y sabía que la familia unida que tuvo alguna vez tampoco.

— Y yo que me quejaba de querer ser feliz teniendo a Brian y a mi mamá conmigo —sonrió—. Al menos él volvió y mi mamá sigue viva.

Volvió a guardar el peluche con sumo cuidado, evitando que su padre descubriera su ubicación y lo botara al basurero.

También allí habían peluches y cosas que Brian le había regalado.

Sacó una caja de diseño de arcoíris y corazones, abriéndola pudo ver una —ya marchita— rosa azul.

Para Roggie, de un idiota que está loco por ti
- Bri

Sonrió mirando la nota junto con la rosa y volvió a guardar todo, sin dejar rastro de lo que había estado haciendo.

Miró la navaja que estaba guardada en su mesita de noche.

— Oh no, maldita, hoy no te usaré —declaró y se recostó sobre su cama con una sonrisa en los labios y alegría en el corazón.

Childish [Maylor] {TERMINADA}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora