«32»

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— ¡Brian May! ¡Qué sorpresa! —exclamó el azabache acercándose a abrazarlo con cariño—. Pensé que jamás te volveríamos a ver.

— Hola, Fred —sonrió el mayor—. No podría no volver a ver a Roger.

— ¿Cómo es Australia? —preguntó John.

El tiempo en el que Brian habló, Roger permaneció callado en un costado. Normalmente hacía eso, puesto que sentía que la mayoría lo ignoraba.

Y no se equivocaba, eran algunos los que prestaban atención a sus casi nulas palabras, y el rubio agradecía esto.

— ¿Y volvieron? —preguntó Freddie indiscretamente con una mano en la cintura.

— Oh, b-bueno... —tartamudeó Roger.

— No... pero...

No habían hablado de lo que sucedería entre ellos, simplemente se habían dedicado a abrazarse añorando el calor corporal del otro y deseando que no acabara.

Sin embargo, habían decidido no hablar de ello, prefirieron dormir un rato, Brian supuso que Roger lo necesitaba, a pesar que el rubio pasase haciendo aquello gran parte del día. Este último iba a negarse, pero al sentir como el mayor lo abrazaba y lo acurrucaba contra su pecho, cayó dormido al instante.

— ¿Entonces no han vuelto? ¿Lo harán?

— ¡Freddie! —lo riñó John.

— Ay, vamos Johnny, no es para tanto, ¿volverán?

Roger quería decir inmediatamente que sí, sin embargo ¿y si Brian no quería? ¿Si de verdad había conocido a alguien más en Australia? Empezaba a sugestionarse y a perseguirse, sabiendo que quizás innecesariamente, pero sus inseguridades le provocaban pensar aquello.

— Yo... yo creo... —dijo el mayor—. No... no lo sé.

Roger miró al suelo.

«De seguro es mi culpa por haber sido un idiota.» pensó.

— ¿¡No lo sabes!? —exclamó Freddie.

— Me refiero a si él quiere...

El persa colocó una mano en su cíen.

— Sigues jodiéndola siempre, ¿verdad May?

— ¿Algo así..?

— Bueno, Johnny y yo iremos a cenar, pero... ¿podríamos juntarnos mañana?

— Claro, sería genial —sonrió el rizado mostrando los dientes.

— Entonces mañana será, vamos Johnny.

— Vamos, gatito.

Se fueron de la mano, dejando a los otros dos solos.

— Bueno... estamos en el parque, pero... ¿te gustaría ir a mi casa? Aún tengo la casa del árbol...

— Estaría genial —respondió Roger.

Caminaron en silencio hacia el lugar ya mencionado, una vez allí, Brian dejó que Roger subiera y lo hizo tras él, una vez arriba, cerró la pequeña puerta de madera y sonrió nervioso.

— ¿Recuerdas la primera vez que estuvimos aquí? —preguntó.

— Sí, lo recuerdo —respondió el rubio atreviéndose a sonreír mientras los recuerdos lo inundaban—. Eran buenos tiempos. Mejores.

— Los eran... —suspiró.

Roger comenzaba a pasar sus dedos por las grietas en la madera, totalmente concentrado en aquella acción.

Childish [Maylor] {TERMINADA}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora