«30»

2.1K 260 700
                                    

Meses habían pasado y todo seguía igual. Ya era verano nuevamente, aquel año escolar había sido una total porquería para el rubio.

Pero no podía permitir que nadie lo supiera.

Sus brazos tenían aún algunas cicatrices, puesto que no fue una vez, si no varias. Aquel era el último día de clases, pero Roger no asistió. Simplemente se quedó en su cuarto encerrado.

Su padre había salido otra vez de viaje de negocios por una semana, dejándolo solo en la casa.

No tenía ganas de nada, al menos su rendimiento académico no bajó como él pensó, se mantuvo igual o mejor. Lamentablemente, su mente no podía decir lo mismo.

Había cambiado mucho, sí. Había tenido que madurar súbitamente, sin darle tiempo de asimilar todo lo que sucedía en su vida.

Definitivamente ya no era infantil.

Pensaba que quizás aquello era bueno, lo que más problemas le había provocado había sido su infantilismo y debía salir adelante de todo.

A fin de cuentas, Clare cumplía un año de muerte, y pronto también cumpliría un año sin saber nada de Brian.

Brian.

¿Dónde diablos estaría? ¿Estaría contento? ¿Triste?

¿Enamorado?

Nunca recibió alguna respuesta a las cartas que Roger le envió, así que pensó siempre que simplemente ya no quería saber nada de él y lo aceptaba. «No tengo nada bueno y simplemente soy una molestia para todos.» pensaba.

A menudo pensaba en él, en Clare. Preguntándose sobre cómo sería su vida si ambos siguieran con él. Concluía que mil veces mejor. Siempre. Palpaba sus labios añorando aquel tacto que no recibiría en quizás mucho tiempo, se abrazaba a sí mismo añorando los brazos cálidos contrarios y cerraba los ojos para ver su imagen nuevamente.

Dormía en su cuarto, escuchando Brain Damage de Pink Floyd con las cortinas cerradas y las pestañas húmedas. Sí, aquel día sí había llorado, lo merecía.

Merecía desahogarse, puesto que no había llorado en meses.

Sintió como tocaban el timbre, algo aturdido, se colocó los lentes y bajó a la planta baja para abrir. No le importó mirar antes por la ventana, simplemente abrió.

Ya no le importaba qué le hicieran.

Lo que vio lo dejó perplejo. Su corazón latió con fuerza y no evitó sorprenderse.

Brian.

Había imaginado aquel escenario de mil maneras distintas, cuando se reencontraran, y él lo abrazaría con fuerza y lo besaría, diciéndole lo mucho que lo amaba y lo extrañaba.

Pero solo atinó en quedarse estático, estupefacto, pensando que quizás su mente le estaba jugando una mala pasada y aquello era tan solo una ilusión.

Una ilusión que temía dejar ir.

— Hola —saludó el rizado con una sonrisa leve—. Te cortaste el cabello... y ahora usas lentes.

Roger seguía sin saber qué decir. A decir verdad, el rizado no había hecho ningún cambio en su apariencia. Estaba igual. Quizás un poco más bronceado, pero igual.

— Te ves precioso, Roggie —le dijo.

— P-Pasa —tartamudeó el menor dándole espacio para que entrara aún sin creer lo que sus ojos veían y sus oídos oían.

El contrario obedeció y entró, Roger hizo un ademán que lo siguiera y ambos subieron a la planta superior.

— Recibí tus cartas —dijo una vez que entraron y Roger se sentaba en la cama. Brian hizo lo mismo.

Childish [Maylor] {TERMINADA}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora