chapter: twenty-three

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Zayn







El lunes entré a la pista de hielo a la nueve de la mañana en punto. El familiar olor del hielo y sudor me golpeó inmediatamente y lo sentí directamente en mis entrañas. Este trabajo significa mucho para mí. Si lo pierdo, sé que me repondré de la decepción. No me arruinará. Pero realmente apestará.

En el metro ensayé mi discurso de disculpa y estoy preparado para afrontar las consecuencias. Así que me dirijo directamente a la desordenada oficina de Bill Braddock y llamo a la puerta.

Cuando levanta la mirada de su escritorio, primero parece sorprendido y luego sonríe. La tensión en mi pecho se aligera un centímetro o dos.

—¿Tienes un segundo?

—¿Para ti? Por supuesto, cierra la puerta, entrenador.

Mi cerebro está trabajando horas extra para descifrar estas cortas frases. Aún me está llamando “entrenador”, así que eso es bueno. Pero mientras la puerta hace ruido al cerrarse me pregunto si aún tendré ese título cuando la abra de nuevo.

—Tienes mejor aspecto —señala cuando me siento en la silla del visitante.

—Me siento mejor —indico inmediatamente—. Finalmente tengo todas las drogas fuera de mi sistema. Hago algo de ejercicio. Las cosas están mejorando. —Todo es cierto,  pero probablemente sonaré como si se lo estuviese vendiendo.

—¿Ya has ido al médico por el alta médica?

Niego. —Simplemente volé de regreso anoche y venir a verle estaba al principio de mi lista. Pero tomaré la primera cita que puedan darme.

—Bien. —Levanta un disco, el único sujetapapeles que tiene en su escritorio un entrenador, y lo gira entre sus dedos—. Me disculpo una vez más por no escucharte cuando me dijiste que tu coentrenador usaba lenguaje hiriente.

Mi primer impulso es decir “No es un gran problema, señor”. Pero he pensado en esto varias veces y ahora estoy un poco enfadado conmigo por dejarlo ir antes. —Estoy preparado para rellenar ese informe —digo en cambio—, me gustaría hacer oficial mi queja. —Incluso aunque no me siento personalmente el objetivo del lenguaje de Danton, es mi trabajo para detener a otro entrenador de decir “marica” cada tres palabras. Incluso si señalar con el dedo me hace sentir incómodo—. Estamos intentando criar unos jóvenes admirables y no deberían escuchar a una figura de autoridad insultando.

Braddock asiente enérgicamente. —Eso es absolutamente cierto. Aunque tengo que imprimirte un nuevo formulario. En cambio de llenar una queja, debes elegir hacer una carta como apoyo de otra queja.

Busqué en mi mente, tratando de recordar de qué puede estar hablando, pero no encuentro nada. La única queja que conozco es la que va en mi contra. —¿Qué quiere decir?

Sonríe. —Alguien ya ha rellenado una queja contra el lenguaje de Danton y va a haber un comité de disciplina el mismo día de la queja contra ti.

La columna me hormiguea. —¿Quién la rellenó?

—Tu equipo. Hasta el último jugador. Se enteraron de la queja de Danton, ya conoces este sitio, es como una fábrica de cotilleos y todos se alteraron. Irrumpieron en mi oficina después de la práctica y canalizaron su desagrado en una queja adecuada.

Por primera vez en diez días realmente sentí un poco de mareo. —¿De verdad?

Alzó la mano derecha. —La honesta verdad de Dios. Su queja es de ocho páginas detallando ejemplo tras ejemplo de un leguaje inapropiado y homofóbico. Y también unos cuantos comentarios racistas. Me bebí un gran vaso de escocés después de leerlo. No tenía ni idea de que las cosas fuesen tan mal.

╚ ≪ • 𝓾 𝓼  ❈ 𝐙 𝐈 𝐀 𝐌 • ≫ ╝ #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora