Capítulo 4

151 34 79
                                    


★4★

Porque mi madre así lo sugirió más de 5 veces y peor que un radio pegado, para complacerla me vestí el vestido veraniego oscuro que tiene algunos girasoles plasmados. Iremos a casa de uno de mis tíos por parte de padre y ella está realmente enfocada en que debemos dar una buena presencia, ya que hace mucho no los vemos. Y yo realmente extraño a alguien especial para mí.

—¿Por lo menos puedo usar una de mis bufandas?—Le pregunté y ella negó rotundamente—. ¡Madre!

Me miró desde la cama en la cual se encontraba sentada. Iba vestida con un bonito conjunto color pastel. Sus ojos azules observándome, criticándome tal vez y su cabello atado y alto dándole mejor perfil a su rostro.

Antonia Lavigne es una mujer admirable en ciertos aspectos pero para mí las veces un poco intensa.

—No, Suseth. Sé que usualmente tu estilo incluye una bufanda o prendas así pero hoy harás excepción.

Dejé escapar un pronunciado suspiro.

—Estás violando mis derechos humanos. ¿Lo sabías? Te demandaré.

Ella me miró y su expresión ya me daba entender que quería decir: ¿Es en serio?

—No eres menor de edad, así que deja las bromas.

Me tocó morder mi lengua y pronunciar dándome por vencida:

—Está bien... Pero sandalias bajas, no tacones.

—Aceptaré eso.

—¡Aleluya!

Por su rostro apareció media sonrisa.

—Ya estás casi lista, solo peina mejor tu cabello y...—Me escaneó—, quítate ese pircing de la nariz.

—¡Pero, mamá!

—No me contradigas.

Puse los ojos en blancos.

—Deberías ir a ayudar a papá, recuerda que no tiene buen gusto y...

—¿Podría vestirse con algo que no combine?—Llevó las manos a su boca. Sí, mi madre es un poco dramática—. ¡Cierto! Te veo abajo en 20 minutos.

Dicho eso sus tacones repiquetearon con rapidez hacia la salida y abandonó mi habitación.

Obligué a mis pies a dirigirse hasta el baño y frente al espejo llevé las manos al pircing para retirarlo y guardarlo en el pequeño cofresito que uso para mis joyas delicadas. Luego lo guardé en el estante.

Maquillé mi rostro pero a la vez dejándolo un poco natural como me gusta hacerlo y cuando estuve lista bajé al encuentro de mis padres.

Y como supuse mi madre había hecho una buena combinación de lo que viste mi padre Julián.

De camino y en el asiento trasero del auto saqué de la pequeña bolsita dorada la pulsera con el signo del Yin, y me la situé a la muñeca.

Allí la resguardaba para no perderla, o que se dañase. Posee un significado especial para mí. Y solo la uso cuando el encontrarme con Esteban está en mis planes. Él es mi primo: confidente, compañero de travesuras y al cual considero un hermano. 

—¡Familia!—Exclamó mi tío Hernesto una vez que bajamos del auto y nos encaminamos al encuentro de ellos. En el frente de su casa es en donde se concentró la reunión. Mesas con manteles azules y sobre estos diversidad de opciones de comida. Sillas y algunos familiares ya reunidos en sus propios círculos sociales. La verdad no me extrañaba la desunión, simplemente unos hicieron más fuertes sus lazos y otros nos hemos alejado, por ende, los tíos han planificado esto, como un intento a la reunificación familiar de los Lavigne

Lo oculto en ti [En proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora