Décimo Séptimo Tempo (A)

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Suspiré al verlo palidecer, sintiendo una punzada de dolor en el pecho y me puse de pie.

Hice mi mejor esfuerzo para controlar los temblores de mis manos.

—¿Sabes? Ni siquiera sé por qué llegue a pensar que eras diferente —solté y cada palabra parecía lastimarme—. ¿Por qué todo el maldito discurso de que querías conocerme y toda esa mierda si ibas...? —respiré hondo, intentando evitar que mi voz temblase y me pasé las manos por el cabello—. ¿Si ibas a irte al final?

Me sentía infinitamente herido y traicionado pero, más que nada, me sentía estúpido.

Me sentía estúpido por creer que había alguien diferente cuando en realidad todos eran iguales, por pensar que por una vez las cosas podían cambiar.

Me sentía estúpido por cada caja de cigarrillos que fumé esa semana y por cada noche que toqué su puerta y su madre me dijo que no estaba.

Y era un estúpido, por cada noche que lloré en mi habitación.

Y ni siquiera entendía por qué estaba ahí para que me doliese aún más.

—Yo no-... —empezó, pero el simple sonido de su voz me hizo enojar.

—¡Y una mierda! —gruñí, las lágrimas amontonándose en mis ojos—. ¡¿Por qué?! ¿No quieres ver a nadie? ¡Dímelo en mi cara, maldición! ¡Ya lo he escuchado muchas veces! ¡Ya lo he escuchado todo! ¡¿Qué dirás ahora?!

Su ceño se frunció y apretó los puños.

—¡¿Puedes calmarte de una maldita vez?! —exclamó—. ¡Tu no entiendes nada!

—¡¿Qué debo entender?! ¡Dime simplemente que ya no quieres verme de nuevo, que no quieres lidiar con todo lo que supiste esta mañana, que cometí un error al confiar en ti!

Podía ver la frustración en sus ojos, pero no me importaba.

—¡Esto no es sólo sobre ti, maldición!—soltó—. ¡No todo siempre es sobre ti!

—¡¿Si no es sobre mí entonces por qué es a mi a quien no quieres ver, Nathan?! —sentí una lágrima de frustración correr por mi mejilla y la limpié al instante, apretando los puños.

—¡Porque para mí eres el maldito problema, Alex!

Sentí cada palabra como una puñalada en el pecho y el corazón se me cayó a los pies.

Pues lo sabia.

En el fondo, tenía esperanzas de que fuera diferente, pero siempre el problema era yo.

Bajé el rostro y una risa amarga salió de mis labios, mientras sentía las lágrimas correrme por las mejillas.

—Espera, yo no me refería-...

—Ya dijiste suficiente —lo corté, apretando los puños.

Esto era estúpido.

No logré decir nada más y simplemente caminé fuera del cuarto, escuchando las ruedas de su silla moverse a mis espaldas.

Nathan me tomó de la muñeca y ni siquiera conseguí fuerzas para forcejear con él, pues me sentía inmensamente destruido.

No me volví a mirarlo.

—No te vayas —dijo, y podía sentir el temblor en sus manos.

¿Era esto necesario?

—¿Quieres que me quede a seguir escuchando esta mierda? Porque sinceramente no pienso-...

—Mi ex novio me golpeaba —me cortó y sentí el corazón detenerse en mi pecho.

Me volví de golpe, viendo la manera en que se aferraba a mi brazo con fuerza, su cabeza gacha y sus hombros temblando.

Al Compás del Corazón [gay/yaoi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora