[Unas horas antes]
Salí de la habitación sintiendo mis manos temblar levemente.
Esta ansiedad me estaba matando.
Odiaba este maldito yeso y que no me dejase bailar casi tanto como odiaba las barras en el cuarto de Nat.
Me dejé caer en el sofá del salón, casi lanzando las muletas a un lado, para esperar a que Nathan terminase con su tarea y me prestase atención.
Mi pie sano golpeteó rápidamente en el suelo, sin importar las veces que intentaba detenerlo.
Maldita ansiedad.
Tomé el control remoto y encendí el televisor, intentando distraerme con algo.
No estaba seguro si debía pedir permiso para hacer eso, pero no me importó mucho, tampoco.
Cambié canales aproximadamente por media hora, sin prestarle atención a ningún programa en particular y estaba seguro que me iba a volver loco a este paso.
¿Cuánto tiempo había pasado? ¿Treinta y dos horas? ¿Cuarenta, tal vez?
Nunca había pasado tanto tiempo sin bailar.
Normalmente practicaba dieciséis horas al día, tal vez más si no tenía que trabajar y ahora llevaba casi dos días sin hacerlo.
Era como si mi cuerpo ardiese, como si pudiese sentir mis músculos entumecerse y decirme que si no practicaba pronto mi rendimiento se iría a la mierda.
No me di cuenta cuando comencé a morder mis uñas.
Pensé en si llevaba cigarrillos conmigo y quise partirme el cuello con una de las muletas cuando me di cuenta que no.
—Maldita sea —murmuré, pasándome las manos por el rostro.
—No maldigas en casa de otra persona.
Di un salto al escuchar a la madre de Nat y la observé mientras se sentaba a mi lado con una sonrisa en el rostro.
Había algo extraño en sus ojos, pero no logré decir qué.
—¿Pasa algo? Pareces ansioso —dijo, tendiéndome una taza con lo que parecía té de manzanilla.
.
Suspiré y le agradecí, dando un sorbo.—No..., no estoy acostumbrado a estar en reposo —dije, forzando una sonrisa—. Estoy aguantando las ganas de arrancarme el yeso y estoy aquí porque las barras en la habitación de su hijo no me ayudan a calmarme, precisamente.
Bebí otro sorbo de té, esperando pacientemente que respondiese algo.
Me volví a verla cuando me di cuenta de que no estaba diciendo nada y fue cuando la vi mirándome fijamente, la nostalgia impresa en su mirada.
Sonreía levemente.
—¿Tengo algo en la cara? —pregunté, enarcando una ceja.
—¿Cómo lo supiste?
—¿Qué? —solté confundido.
—¿Cómo supiste lo que le había pasado a Nat?
Me congelé al instante y bajé la mirada, dejando la taza en la mesita frente a nosotros. Apreté los labios.
—¿Cómo sabe...?
—Tu mirada es diferente —me cortó—. Hoy cuando llegaron a casa..., tenías esa mirada. De saber. Lo mirabas como si fuese un jarrón de cristal y eso sólo significa que sabes —suspiró—. Dudo que Nat te haya dicho algo, por eso te pregunto como lo sabes.
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Al Compás del Corazón [gay/yaoi]
RomanceNathan es un chico frío y a quien no le importa lastimar a los demás con sus palabras, pues su propio dolor le impide notar el de otros. Su madre y su hermano son las únicas personas en las que confía y también los únicos que saben por qué está como...